Alibérico, el imperio del gallego que pretendió a Alcoa, mantiene beneficios millonarios pese al Covid
El grupo de fabricación de materiales de aluminio presidido por Clemente González Soler prevé seguir creciendo para posicionarse, el año que viene, “dentro de los cien primeros grupos empresariales líderes de España”
A Clemente González Soler hace años le pusieron el apodo del rey del aluminio. Aunque residió hasta los 17 años en Santiago de Compostela, en donde su padre llegó a ser teniente de alcalde, su carrera laboral la emprendió en Alicante, donde comenzó a trabajar en la Empresa Nacional de Aluminio (Endasa), que acabaría en manos de Alcoa. Fue en Madrid en donde levantó su discreto imperio, Alibérico, un grupo de fabricación de materiales de aluminio que hoy se estructura a través de 28 sociedades, 16 fábricas y delegaciones por toda Europa. Las cuentas remitidas al Registro Mercantil por la cabecera de su sociedad holding, FGA Main Corporation, revelan que la compañía fue capaz de superar la pandemia del Covid manteniendo ganancias e ingresos millonarios.
La cifra de negocios, que alcanzó los 162,8 millones de euros, apenas cayó un 2,3%, mientras que el beneficio neto consolidado se quedó en 6,84 millones de euros, un 19% menos. Unos retrocesos mucho menores de lo que experimentaron muchas otras compañías durante la pandemia. Explican los administradores del grupo en la memoria que acompaña su balance que la perspectiva es la de seguir creciendo para lograr posicionarse, en 2022, “dentro de los cien primeros grupos empresariales líderes de España”.
Hay que tener en cuenta que, si bien de FGA Main Corporation cuelgan sociedades que aglutinan la mayor parte de su negocio en España y que suman casi medio millar de empleados, en su conjunto, la multinacional emplea a más de 1.200 personas llegando a unos ingresos por encima de los 250 millones. Tambien cuenta con participaciones en distintos negocios fuera de su perímetro, como el caso de la compostelana Alumisan.
Si bien de FGA Main Corporation dependen unos
Eterno candidato a Alcoa
Aunque no lo fabrica, González Soler vive del aluminio, un metal cuyo precio se ha disparado tras la pandemia y que continúa aupado teniendo en cuenta, además, el elevado coste de su producción en medio de una crisis eléctrica que azota a toda Europa. A principios de año, en una entrevista en Atlántico Diario aseguraba que la primera huelga de los trabajadores de Alcoa en San Cibrao había afectado a su grupo, como cliente de la multinacional americana.
Más allá de por su condición de cliente, el nombre de González Soler, al menos en los medios, siempre ha estado ligado a Alcoa. Hace cinco años, Alibérico negoció para hacerse con las alumineras de Alcoa en España. También se desmarcó en el último momento de la puja por la factoría de A Coruña en el año 2019, esa que ahora atraviesa un momento crítico, derivada del caos en el que se sumió al pasar a manos de Grupo Industrial Riesgo, investigado por la Audiencia Nacional por presunta descapitalización fraudulenta.
Nuevas inversiones en sus plantas
Así, al contrario de lo que le ocurre en estos momentos a Alu Ibérica y a la planta de Alcoa en San Cibrao, los números del grupo Alibérico siguen en negro, aún a pesar del golpe de la pandemia. Como empresa estratégica no paró de producir a lo largo de la pandemia e, incluso, según su memoria, “incrementó actividad para fabricar y suministrar materiales necesarios para sectores esenciales como el farmacéutico, el alimentario, el sanitario y el transporte”.
Explica en ese documento que la compañía ha diseñado “un plan exigente y factible en crecimiento, tanto orgánico como inorgánico, basado en crecimiento rentable y sostenible, que posicionará al grupo en el 2022 dentro de los cien primeros grupos empresariales líderes de España”.
Oportunidades industriales
En el plano del crecimiento orgánico hay que destacar que el proyecto que el grupo tiene en Huesca, en el complejo de Iberfoil, factoría que, en su día, estuvo bajo el paraguas de Alcoa. Alibérico tiene en marcha un proyecto de economía circular que, con una inversión de más de 42 millones de euros, pasa por la construcción de dos nuevas factorías de fundición y colada continua para, a partir de chatarras de aluminio propias y de terceros, fabricar bobinas de aluminio con las que luego trabajar. Una inversión que ayuda a la compañía a blindarse ante posibles desabastecimientos.Los hornos de fundición, en un futuro, podrán emplear hasta un 100% de hidrógeno como combustible, reduciendo las emisiones de CO2.
Pero, además, la compañía no descarta seguir creciendo de forma inorgánica. “Estaremos presentes en todas las oportunidades productivas e industriales”, explicita.