Alcoa y Endesa agitan la campaña en Galicia y brindan munición al PP
Feijóo, con pocas competencias en materia industrial, exprime la inacción del Gobierno de Sánchez y busca el choque directo a cuenta de Alcoa y Endesa
Por acción unas cuantas veces, y por omisión otras tantas, dos grandes grupos industriales marcan el ritmo de la campaña electoral en Galicia. Las crisis de Alcoa en San Cibrao y de Endesa en As Pontes, unidas al escaso margen de maniobra (y de competencias en materia industrial, todo hay que decirlo) de la Xunta, brindan el relato perfecto para armar toda una batería de agravios, mirar hacia Madrid y disparar al PSOE de Pedro Sánchez. Los mimbres de esa cesta que es la crisis de dos grandes industrias son los miles de puestos de trabajo que están en el aire. Poco importa que ambas sean también campeones nacionales en emisiones de CO2.
El problema no está ya en el qué (costes fijos elevados, ya sea para producir alúmina o electricidad, en Alcoa o en Endesa) ni en el cómo (medidas regulatorias y fiscales que ayuden a aligerar esa factura en San Cibrao y As Pontes) sino en el cuándo: en estos meses previos a la campaña que empieza este viernes le ha correspondido tomar decisiones, muy pocas, a un Gobierno en funciones. El terreno de juego de cara al 10-N se convierte así en barrizal.
En juego la hegemonía política en Galicia
Algo hay sobresaliente en el actual tablero político gallego: PP y PSdeG se juegan ser la primera fuerza en Galicia, aunque sea en unas generales, después de los algo más de 75.000 votos de diferencia que sacó Gonzalo Caballero a Alberto Núñez Feijóo en la convocatoria de abril. El resultado que obtengan socialistas y populares el 10-N viene a ser el mejor hatillo para ese viaje que les llevará a las autonómicas del próximo año.
Una como productora, Endesa en As Pontes, y otra como gran consumidora, Alcoa en San Cibrao, asisten a dos crisis que poco tienen que ver entre sí, pero que siendo tan diferentes coinciden en el tiempo y presentan en algunos casos los mismos protagonistas desde la esfera política, en el plano ejecutivo y legislativo. Y un denominador común: la energía. Lo peor de todo es que nada parece indicar que alguna de las dos situaciones se vaya a reconducir antes de bien entrado el próximo año, gobierne quien gobierne, cuando se forme un Ejecutivo tras la cita electoral.
El problema está en Madrid
Distintas voces, entre tanto ruido, apuntan en la misma dirección. Coinciden en esto el conselleiro de Economía, Francisco Conde (PP), y el presidente de la Diputación de A Coruña y alcalde de As Pontes, Valentín González Formoso (PSdeG): el problema está en Madrid, claman. Y siendo evidente (regulación por parte del ministerio del ramo en el caso de Alcoa y cambios en la fiscalidad, por ejemplo, en el de As Pontes), otra pregunta encierra el gran cortocircuito que presentan ambas crisis: ¿Ha podido un Gobierno en funciones reconducir los problemas?
Un ejemplo. El pasado 25 de abril, a tres días de las elecciones generales que han dado como resultado otra convocatoria electoral, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) emitió el informe preceptivo para la aprobación definitiva del proyecto de real decreto por el que se regula el estatuto de consumidores electrointensivos, una de las tablas de salvación para Alcoa. La idea era que el estatuto llegase al último Consejo de Ministros antes de las elecciones del 28-A.
Por tanto, entonces sí se podía aprobar si no hubiera sido por los peros de Competencia, que radicaban básicamente en la falta de un estudio comparado con otras ayudas similares establecidas por el resto de socios europeos, y esquivar así su ilegalidad a ojos de Bruselas. Esta vez, el Ejecutivo de Sánchez no ha podido llegar a tiempo o no ha querido cometer otro error que hubiera sido fatal a ojos de reguladores europeos y compañías implicadas.
Una ecologista dirige la política industrial
Y en esta crisis, para rizar el rizo de los problemas, lleva la voz cantante la ministra menos indicada para hablar de industrias, aunque sí de medio ambiente. Se trata de Teresa Ribera, titular de Transición Ecológica, que pide calma para resolver un problema sobrevenido, caso de As Pontes, pero con muy pocos argumentos en su mano para hablar de empleos y mucho menos de la continuidad de la central térmica, líder contaminante en España.
La visita de Reyes Maroto, su colega de Industria, a San Cibrao, con las manos vacías, también sirvió estas semanas para alimentar el lanzallamas de San Caetano. De poco sirvió que el Consejo de Ministros aprobase hace una semana otros 25 millones de euros en ayudas para la compensación de los costes de CO2 para la planta de Alcoa. La Xunta ha buscado el choque directo estos meses. Y hasta ahora se lo han puesto muy fácil.