Airbnb ofrece en Galicia 300 viviendas y el último barco de vapor de España
La plataforma de reserva de cama en casas particulares se populariza con opciones entre los 10 y los más de 700 euros por noche mientras la Xunta tramita un nuevo decreto de alquileres turísticos
La llamada economía colaborativa ha llegado para quedarse y la plataforma Airbnb es su máximo exponente a la hora de ofrecer o encontrar alojamiento en viviendas particulares. Este mercado comunitario del hospedaje ofrece más de 300 propiedades en Galicia, con opciones tan dispares que van desde los 10 euros por noche hasta los más de 700. Mientras la Xunta tramita un proyecto de decreto para regular la ordenación de viviendas de uso turístico, las nuevas tecnologías y las formas de relación económica emergentes operan en una realidad difícil de encorsetar en las normas vigentes. Una realidad tan diversa como las maneras de vivir que refleja esta plataforma, en la que se puede reservar cama en el último barco de vapor que queda en España, en el que vive una familia de O Grove.
La oferta de alojamientos fluctúa en función de la temporada, pero incluso en esta época invernal el buscador de esta web líder en homesharing arroja 306 resultados con el filtro Galicia, la mayor parte de ellos en la provincia de Pontevedra. Entre los más peculiares está sin duda el Hidria Segundo, el barco de vapor en el que viven Sesé y su marido Jacobo con sus hijos Xaime y Sofía, dispuestos a compartirlo con hasta 22 personas. A partir de 10 euros por noche se puede reservar alojamiento en este barco que presume de ser el último vapor que queda en España.
De buque aljibe en Vigo a alojamiento peculiar
«Hacen que te sientas como si fueras parte de la tripulación; ha sido una experiencia estupenda mi estancia en el barco de vapor», valora Ángeles, que se alojó este verano en el barco. Antes de ser un alojamiento pintoresco abierto a viajeros, es Hidria II perteneció a la empresa Aljibes de Vigo S.L. y funcionó durante 40 años prestando abastecimiento de agua potable a otros buques de puerto vigués entre los años 60 y 90. Después, los barcos aljibes fueron quedando en desuso y el fue abandonado. «Lo compramos días antes de ser desguazado y lo restauramos», recuerda María José Otero, que relata su «sueño» y su «proyecto de vida» en un blog dedicado al Hidria Segundo.
La restauración duró nueve años, hasta 2006, y ahí empezó la nueva historia del buque, con el que la familia buscó suerte primero en Cartagena, donde los planes no salieron según lo previsto, y regresaron a aguas gallegas en 2013, para fondear en las Rías Baixas. Por el momento, este barco histórico permanece en O Grove, aunque la intención de la familia es desplazarse con él a Vigo si logran facilidades para atracar allí, para lo que emprendieron una recogida de firmas el año pasado.
En tierra firme también hay variedad para elegir entre la oferta gallega que se muestra en Airbnb. Entre las opciones más exclusivas está una casa con acceso directo a la playa en la zona de Sanxenxo que se alquila por 712 euros la noche y destaca entre sus méritos haber sido protagonista de un reportaje en la revista Architectural Digest. Si no alcanza el presupuest, en el área metropolitana de A Coruña se puede reservar alojamiento en una «acogedora casa de estilo nórdico» desde 50 euros por noche y compartir estancia con la familia que la habita con «un niño de nueve años y dos pájaros agapornis».
Pocos impuestos y bastantes dudas legales
La singularidad de los alojamientos y la acogida de sus anfitriones es una de las banderas de Airbnb, que desde que surgió hace siete años en San Francisco se ha extendido a 34.000 ciudades en 190 países. Presumen de tener una comunidad global de sesenta millones de huéspedes que incluye 1.400 castillos. Airbn cobra una comisión del 3% por reserva al anfitrión y entre el 6% y el 12% al huésped. Sólo pagó 50.000 euros en impuestos por sus beneficios declarados en España el año pasado. Mientras la popularidad de Airbnb sigue creciendo entre los usuarios, la plataforma suscita recelos en el sector turístico y abre un debate normativo desigual entre las comunidades. Dentro de España, Barcelona es con diferencia la ciudad donde Airbnb tiene más presencia y Cataluña prepara una nueva ley de pisos turísticos que recoja esta realidad.
En Galicia el impacto por el momento es menor, pero la Xunta también tiene en tramitación un «proyecto de decreto por el que se establece la ordenación de apartamentos turísticos, viviendas turísticas y viviendas de uso turístico en la comunidad autónoma de Galicia» que sin embargo no permite alquiler por habitaciones. «La comercialización de la vivienda turística deberá consistir en la cesión temporal del uso y goce de la totalidad de la vivienda, por lo que no se permite la formalización de contratos por habitaciones o la coincidencia dentro de la vivienda de usuarios que formalicen distintos contratos», sostiene el texto provisional. Entretanto, cada vez más gallegos abren sus casas y la economía colaborativa continúa extendiéndose.