¿Sale ya España de la crisis y comienza a crecer?
Los expertos valoran el esfuerzo del sector exterior, y la mejor financiación, pero ven difícil un salto que provoque el aumento de la demanda interna y la creación sólida de puestos de trabajo
España va mejor que el año pasado, y que hace dos años. Eso lo muestran los indicadores macroeconómicos, pero las amenazas de la economía española siguen siendo importantes. La deuda pública se acerca al 100% del PIB, y la reducción del déficit es lenta y difícil, porque el Gobierno español tampoco quiere asumir una reducción del gasto estructural. La cuestión política es determinante, y el Gobierno de Mariano Rajoy, y en eso no es diferente al de otros países europeos, no está en disposición de asumir altos costes políticos.
La situación, por tanto, pese a lo que considere el Ejecutivo central, sigue siendo complicada, y depende de que no ocurra nada extraño en el resto del mundo. Los expertos consultados se refieren, precisamente, a esos intangibles, como un posible pinchazo de los emergentes, o una mala resolución de la gestión de la deuda en Europa. El sector exterior, sin embargo, está dando buenas vibraciones. Y la financiación es más barata. La prima de riesgo del bono español a diez años está en 159,60 puntos de diferencia respecto al bono alemán a diez años. La rentabilidad del bono a diez años es del 3,150%. Son números muy alejados de la prima por encima de los 500 puntos, como se vivió en el verano de 2012.
Todo eso es verdad, pero, ¿cómo se reduce el paro, cómo puede crecer de nuevo España, con un aumento significativo de la demanda interna? Estos cinco economistas ofrecen los diferentes ángulos del actual momento de España, a través de dos preguntas abiertas:
1- ¿Está saliendo España de la crisis?
2- ¿Qué falta para consolidar ese crecimiento, en caso de que ya se esté produciendo?
Oriol Amat, Catedrático de Economía Financiera de la UPF
1: Sí, a pesar del débil crecimiento, las exportaciones, el turismo y la inversión extranjera nos están sacando del pozo. Sin embargo, estamos saliendo demasiado lentamente y sin corregir graves desequilibrios estructurales, como son la falta de eficiencia del sector público y con una telaraña legislativa que lo pone muy difícil a emprendedores y empresas. Se ha recortado sector público pero empeorando su mal funcionamiento.
2- Transformar la Administración para que tengamos servidores públicos y no sólo funcionarios. Nos falta rapidez y flexibilidad para adecuar la regulación a lo que el país necesita y también simplificar el marco normativo, para que el sector público pase a ser un motor de la economía en lugar de un freno. Invertir sólo en infraestructuras que podamos pagar y que mejoren el bienestar de los ciudadanos y la competitividad de las empresas, en lugar de inversiones faraónicas que dan votos pero que serán de bajo uso y ruinosas. Que los bancos financien proyectos viables, que los hay.
Miquel Puig, doctor en Economía, vicepresidente del Centro de Servicios Científicos y Académicos de Catalunya (CESCA)
1- Sin duda. Desde 2009 las exportaciones y el turismo están creciendo, y no hay motivos para pensar que estas dos dinámicas vayan a interrumpirse. Otra cosa es el ritmo de salida de la crisis, que va a ser necesariamente bajo, y ello tanto por motivos relacionados con la demanda como con la oferta. El turismo va bien, pero representa menos de un 5% del PIB; el consumo no va a recuperarse enérgicamente porque las familias están muy endeudadas; el sector público va, en el mejor de los casos, a mantener su volumen mientras lucha por contener el déficit. La construcción no va a recuperarse porque la demografía y el stock de pisos vacíos lo hacen improbable.
Por lo que se refiere a las exportaciones, necesitan un lento proceso de consolidación de mercados y, dentro de muy poco, de inversión para aumentar la capacidad productiva.
2- Hace falta altura por parte de los políticos (entendidos en el sentido más amplio) para inyectar confianza en el futuro del país. Deberían transmitir compromiso con la estabilidad política y seriedad en sus decisiones económicas: llegar a pactos para regenerar la política, reconsiderar la política de infraestructuras, despolitizar la enseñanza y ser sinceros y transparentes en sus comunicaciones con la población.
Y es necesario patriotismo por parte de los empresarios, que deberían comprender que su responsabilidad, hoy más que nunca, es crear puestos de trabajo, aunque sea asumiendo riesgos a largo plazo.
Guillem López-Casasnovas. Catedrático de Economía de la UPF, y consejero del Banco de España
1- Hay una leve mejora en los indicadores que señalan que abandonamos la recesión para entrar en el estancamiento, una fase que, en todo caso, es previa a la deseada recuperación. Pero algunos han empezado a echar las campanas al vuelo. No seré yo quien ponga plomo en las alas de la recuperación, teniendo en cuenta que la Economía como ciencia social se mueve al impulso de un ‘animal spirit’ que tiene tanto de espiritual como de animal en manada. Bienvenido pues que la economía deje de caer, pero aún no estamos en la fase de la recuperación. El neto de España (pasivos, menos activos) de todos sus agentes y conceptos es del 90% del PIB. No debemos confundir esa cifra con el endeudamiento público strictu sensu que coincide casualmente en cifra bruta.
Es una cifra elevadísima que preocupa, además, por deberla, a diferencia de otros países igualmente endeudados de la periferia, básicamente al exterior. La devolución de estas cargas funciona algo para las entidades financieras, gracias a la generosidad del BCE. Mucho menos está siendo la devolución de la deuda neta por parte de sociedades no financieras y menos aún de familias. Mientras que el sector público no cesa de añadir al monto global con sus déficits públicos. La recuperación, por tanto, la fiamos a la demanda externa que ha de crecer sobre tasas ya record del año anterior (lo que es de una gran dificultad) y con un euro sobrevalorado frente al dólar, lo que resta competitividad a nuestras exportaciones.
2- Lo que aportó la demanda interna en negativo en el pasado para el crecimiento del PIB español, se ha de revertir en positivo (casi tres puntos nada menos de cambio) sobre la base del aumento del consumo privado. Pero, ¿cómo puede crecer el consumo interior si el paro está estancado, y lo que suponga la débil y frágil creación de empleo lo puede más que compensar la pérdida del subsidio de paro de aquéllos que han agotado la prestación? Lo que debemos tener claro es que no estamos aún agarrados a una tabla de salvación segura.
Cualquier empeoramiento en demanda externa (los países emergentes que pinchen, o que crezcan menos que con las cifras record anteriores) o interna (generar crecimientos de valor añadido inferiores a los costes salariales y a la distribución de dividendos), con un crédito en encefalograma plano y un drenaje tributario que busca la consolidación fiscal presionando a las empresas no puede dejar a nadie tranquilo. Al menos no puede satisfacer a los que busquen la recuperación en lo que realmente es preciso, en la economía productiva, en el desarrollo industrial, en la inversión en I D, en capital humano y en formación.
David Cano. Economista en Analistas Financieros, AFI
1- Sí, si consideramos que salir de la crisis es dejar atrás caídas en el PIB y comenzar a crecer. Si salir de la crisis es crecer en línea con el potencial (2%) o a una tasa lo suficientemente alta como para crear empleo de forma consistente, entonces todavía no hemos salido de la crisis, si bien, nos estamos acercando a ese momento
2-Con el lastre que va a seguir siendo el consumo público, se podría pensar que la clave para un mayor crecimiento es el consumo privado. Pero, de momento, no se puede confiar en que las familias vuelvan a consumir ya que (1) ni se crea empleo suficiente, ni (2) se están elevando los salarios, ni (3) se están bajando los impuestos y, además, las familias no sólo no pueden endeudarse sino que tienen que hacer justamente lo contrario. Las dos claves para un mayor avance del PIB está en las exportaciones y en la inversión empresarial. Para lo primero es importante que la economía mundial siga creciendo al 3,5% y un mayor avance significaría unas mayores ventas de productos al exterior, y, por tanto, más avance del PIB.
También vendría muy bien una depreciación del euro. La sorpresa positiva puede venir de la inversión empresarial, pero para ello hace falta algo más de dinamismo de la financiación, no tanto bancaria, como sí a través de los mercados de capitales. Es necesario que continúen desarrollándose los canales alternativos al bancario: emisiones de bonos, de acciones, vehículos de inversión, etc. Y, claro, además, que continúen reduciéndose los tipos de interés. Es decir, que verdaderamente tengamos en España una política monetaria expansiva.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica de la URLL
1-No, en absoluto. Sólo hace falta ver las previsiones de instituciones como la OCDE, el FMI o Eurostat. Otra cosa es la cortina de humo que se ha creado, o se está creando en España: aquí, en vez de decir que Albania nos ha atacado, como en el film (Wag the Dog’, Barry Levinson, 1997) se está pintando un futuro esplendoroso. Creo que es por dos razones, primero, por las elecciones de mayo: de pronto esas elecciones –las europeas– se han convertido en muy importantes: todos quieren ganarlas; segundo porque hay que esperar a noviembre, a las auditorías del BCE y de la EBA (sobre las entidades financieras europeas).
Analizando las previsiones referidas (las de la OCDE de hace dos semanas son demoledoras), se ve que la economía española está en caída libre: su output gap se ha hundido en el abismo y sigue para abajo; pero es que no es eso sólo. Se ha hecho una bandera de las 17 mil personas en las que ha descendido el paro registrado en marzo. Mayoritariamente quienes se registran es para percibir un subsidio, pero, ¿qué es eso ante los 5,4 millones de desempleados que mostraban las cifras sobre paro publicadas por Eurostat hace diez días correspondientes a 28 de febrero y con datos desestacionalizados? Se puede tomar cualquier dato: tasa de pobreza, acceso al crédito, velocidad de desapalancamiento privado, nivel de consumo, tasa de impagos, … Nada indica que la economía española esté bien, pero España está pagando puntualmente los intereses de su deuda pública, por lo que … ¿para qué crear tensión? Esta situación, creo, se deshará como un azucarillo en un vaso de agua con la publicación de las auditorías a la banca.
2-Nada. España no pinta absolutamente nada ni a nivel internacional ni a nivel europeo. España está monitorizada on line. Lo único que le salva de no caer en el olvido (¿qué ha pasado con Grecia?, nadie habla ya de ella) es tener un PIB de un billón de euros y una deuda exterior de 1,3 billones y eso puede hacer daño.
También le salva que paga religiosamente sus intereses, si no fuese por eso España estaría olvidada en un ángulo oscuro de un salón, como el arpa de Becker. Por ello en España ya se empieza a dibujar una realidad de salida: el 30% de la población va a hacia la exclusión, y el otro 60% encadenando contratos a tiempo parcial, temporales, o indefinidos con condiciones congeladas.
¿En qué tipo de recuperación puede pensarse con ese escenario?, un escenario que se engloba en una realidad mundial de muy bajo crecimiento, inflación prácticamente nula, bajísimos tipos de interés, salarios congelados, y productividad creciente. Pues en una recuperación que nada tiene que ver con el modelo español intensivo en factor trabajo, mucho ladrillo y turismo, en su mayoría, de bajo poder de gasto: en 40 euros al día está fijado el mínimo de gasto considerado potable para el turismo, y hay un montón de zonas de España que no llegan a él. ¿Qué hacer para acelerar la salida? Hacer lo que se le diga.
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