Las vidas paralelas de Emilio Saracho y Ana Botín
Tras tres décadas de relación, Botín firma la operación más importante de su carrera a costa de Emilio Saracho, hombre fuerte del Santander en los noventa
Lleva diez años Ana Patricia Botín instalada entre las ejecutivas más influyentes del mundo y otros tantos Emilio Saracho exhibiendo uno de los mejores curriculums españoles en banca de inversión. La relación entre ambos está cimentada en tres años de convivencia en el Santander en los noventa, pero tiene sus raíces casi una década antes, cuando Saracho formaba parte del equipo que armó el Banco Santander de Negocios que luego dirigiría la hija mayor de Emilio Botín. Las conexiones entre ambos están ahora bajo la lupa. Se estudian hasta en los tribunales, donde los accionistas del Popular que lo han perdido todo exigen explicaciones sobre los “sospechosos” vínculos entre JP Morgan y el Santander, según el calificativo que utiliza Durán y Durán Abogados en la denuncia dirigida a la Audiencia Nacional.
En el tablero de la economía global bastan tres mensajes de whatsapp para poner en contacto a la cúpula de Goldman Sachs con la del BBVA, por ejemplo, pero al expresidente de Banco Popular y a la presidenta del Santander se les supone línea directa. Cuando Emilio Saracho llegó al rescate del Popular desde la vicepresidencia mundial de JP Morgan Chase, se le atribuía una relación cordial con Botín, un rastro de complicidad que había quedado del contacto más próximo que mantuvieron en los años que coincidieron en el banco, con Saracho en la división de banca de inversión y la actual presidenta acumulando cargos en el área de banca corporativa. En esos años llega a la dirección general, pasa por la tesorería de la división comercial o por la presidencia del argentino Santander Río.
Emilio Saracho se ganó la confianza de Ana Botín en su segunda etapa en el Popular, como responsable de banca de inversión
Fue en esta etapa, a partir de 1995, cuando hay un contacto directo entre ambos y Saracho se convierte en uno de los hombres de confianza de Botín, según relataron fuentes del Santander a Expansión. En realidad, Saracho vivía su segunda etapa en el banco. Una década antes, en 1985, habia participado en la creación del Banco Santander Negocios, tras su paso por Chase Manhattan.
Pero Saracho no era banquero para intimidades y cuando aterrizó en el Popular le rodeaba una fama de solvencia técnica, implacable sinceridad en los negocios y escaso apego a los asientos. Quizá por ello permaneció en el consejo de Inditex siendo presidente del banco, algo insólito para la pulcra multinacional gallega, cuya posición de caja le permite cierta independencia de los bancos, pero que siempre ha tenido a banqueros sentados cerca de Amancio Ortega.
Si Saracho llegó al Popular para salvarlo y marcharse, lo que acabó haciendo fue firmar su acta de defunción antes de ser destituido, en una operación relámpago previa intervención del BCE que convirtió al Santander en la entidad financiera líder en España por cuota de mercado, superando a Caixabank y BBVA.
Las demandas de los accionistas que han perdido su inversión en el Popular piden que se investigue la relación entre JP Morgan y el Santander
La caída del banco cruzó de nuevo los caminos de Botín y Saracho, cuyas trayectorias seguían senderos paralelos desde que la primera se fue a dirigir Banesto y el segundo a hacer carrera en JP Morgan. Ambos comenzaron carrera en Estados Unidos. Ana Botín estuvo una década en JP Morgan, primer banco mundial por activos. Allí se fue Saracho tras culminar su segunda etapa en el Santander. Y le fue bien. Creció como la espuma. Estuvo primero al frente de España y Portugal, después de la división para Europa, África y Oriente Medio y, finalmente, se convirtió en uno de los vicepresidentes mundiales de la entidad.
Saracho se convertía en un referente en Londres, mientras Ana Botín hacía lo mismo desde 2011, una vez nombrada consejera delegada de Santander UK en diciembre del año anterior. Uno de los avales de la hija de Emilio Botín para tomar el testigo del banquero era el crecimiento en Reino Unido bajo su dirección, cuando el banco alcanzó los 16 millones de clientes y llegó al 50% de cuota de mercado en pymes, según datos del propio banco.
La compra del Popular es la operación más importante realizada por Botín desde que llegó a la presidencia del Santander, pero un fracaso para Saracho
Botín llegó a la presidencia del Santander en 2014, tras el fallecimientos de su padre. Por aquel entonces, JP Morgan, que había sido junto a Citi el encargado de planificar la salida a bolsa del banco en Estados Unidos, movía su participación en la entidad, que en 2015 rondaba el 3%.
En los últimos años, con Ana Botín al frente, JP Morgan ha tenido buena consideración sobre la evolución del Santander. Uno de sus últimos informes, de marzo de este año, auguraba una revalorización de las acciones hasta los 6,35 euros, tope anual que alcanzó el banco en mayo. Faltaba por conocer la operación más importante en la todavía corta historia de Botín como presidenta. Sucedería poco después, con el Santander engullendo por un euro el Popular y certificando el naufragio de Saracho. No fue nada personal, solo negocios.