Los expertos descartan que España entre en deflación
La economía española, sin embargo, se enfrenta a un periodo de estancamiento
Hay una narración de la crisis posible. La economía española no se ha desplomado, pero va cayendo lentamente, por ahora, a la espera de una cierta reactivación. ¿Cuándo llegará? El Gobierno dice que lo ve inminente, porque los aspectos psicológicos son importantes, y la ciudadanía necesita vislumbrar el final del túnel. Pero la realidad es que, como lenta fue la caída, lento será el crecimiento.
Sin embargo, el gran peligro en cualquier economía de libre mercado, la deflación, no se prevé, al margen del último dato del IPC, que ofrece una inflación anual en octubre del -0,1%.
Los expertos consultados descartan que España caiga en la deflación, un engorroso vocablo que indica la falta de crecimiento, acompañada de una caída de precios. Algo que puede ser positivo para los inversores, porque una inflación alta provoca la pérdida de valor, pero muy perjudicial para una economía española, con un sistema productivo muy característico que precisa un mayor aumento de precios.
Crecimientos de décimas del PIB
Santiago Niño Becerra, catedrático del IQS, de la URL, considera que España no entrará en una caída de precios, porque la oferta se adaptará a la demanda sin cambios bruscos, y porque, salvo imponderables relacionados con los productos energéticos, –que distorsionan en gran medida el IPC– el dato que se debe tener en cuenta es el que desestacionaliza el precio de la cesta de la compra.
En cualquier caso, la situación no es buena. “El modelo productivo español precisa de un cierto nivel de inflación, como se comprobó en los años anteriores a la crisis, porque se se crece con inflación”. Sin embargo, Niño Becerra, pese a rechazar el peor escenario, considera que la reactivación que prevé el Gobierno central “queda lejos, no se ve todavía, y entraremos en crecimientos de décimas, que, en realidad, no son crecimientos”. Es decir, el estancamiento de la economía española es un hecho. Niño Becerra recuerda que la inflación sería positiva para pagar la deuda pública, porque perdería valor de forma progresiva, y se facilitaría su pago.
Mayor crecimiento sin recortes
Oriol Amat, catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra, descarta también la deflación “en el conjunto del año”. No lo ve probable. Pero si llegara, Amat no lo consideraría un desastre. “Precisamente los datos positivos que estamos viendo, respecto a productividad y exportaciones, se debe al proceso de devaluación interna tan intenso que se está viviendo, y eso implica un descenso de precios”.
Pero deja claro que se podría haber llegado al final de ese proceso. “Si está llegando el dinero, desde todos sitios, para invertir en activos en España es porque los inversores han visto que ya no bajarán más”. Amat ofrece un camino: “Vamos poco a poco hacia una reactivación económica, que se podría acelerar si se dejara de recortar”.
Su idea es que los objetivos de déficit deberían flexibilizarse más, y aboga, de nuevo, por los elementos psicológicos. “Si se deja de recortar gasto público, se puede abandonar también la percepción de que todo va cada vez peor, incentivando el consumo y la reactivación”.
A la espera de Alemania
El escenario del estancamiento es compartido. Juan José Dolado, catedrático de Economía en la Universidad Carlos III de Madrid, uno de los economistas que abogó con más fuerza por una reforma del mercado laboral, de tipo estructural, en la última legislatura de Rodríguez Zapatero, rechaza la deflación.
Pero no ve una recuperación sólida «si la demanda exterior no se intensifica». Como Niño Becerra, entiende que el sector exterior no puede compensar la caída de la demanda interna. Y Dolado cree que la situación podría cambiar si el nuevo Gobierno alemán, formado por la CDU y el SPD, provoca un cambio drástico en el conjunto de la Unión Europea. Pero eso es, por ahora, un deseo de intenciones.
Datos alentadores
Gonzalo Bernardos, profesor de Economía en la Universidad de Barcelona, es el que ve una mejora más clara de la situación. Para Bernardos, la posibilidad de la deflación se aleja, porque el gasto familiar comienza a reactivarse. Si los precios del petróleo no contribuyen a arrastrar a la baja el IPC, Bernardos considera que se camina hacia una pequeña reactivación que permitirá a España entrar en “un círculo virtuoso”.
El incremento de las ventas minoristas, el mejor clima empresarial, las exportaciones, todo ello lleva a Bernardos a entender que se puede iniciar un camino de crecimiento.
Eso sí, los expertos consultados coinciden en una cuestión, si España tuviera en sus manos la política monetaria, el problema podría arreglarse mejor. Pero es el Banco Central Europeo el que tiene entre ceja y ceja, por un mandato de sus propios estatutos, el control de la inflación.
Y eso quiere decir, en palabras de Bernardos, que “el BCE trabaja para los inversores, para las rentas más altas de Europa”.