La Sareb (el banco malo) sigue sin una política para su deuda
La entidad adeuda 50.781 millones emitidos en bonos avalados por el Estado que se refinancian a medida que llega el vencimiento
Nada se sabe de lo que realmente ha ingresado la Sareb, el banco malo, por las operaciones realizadas en su primer año de actividad.
Tampoco se sabe si los promotores están pagando los créditos –si la morosidad de estos colectivos aumenta cada mes en todas las entidades financieras, imagínense lo que puede estar ocurriendo con los del banco malo–, ni nada acerca del detalle de los costes generados, con decenas de contratos externos para todo lo que no pueden hacer sus 200 empleados. Lo mismo sucede con su deuda, que sigue sin contar con una política definitiva de amortización.
Más de 50.000 millones en bonos
Cuando uno habla con los portavoces y responsables de Sareb, el banco malo, acaba teniendo la sensación de que todo lo que rodea a esta sociedad es un auténtico despropósito. Desde dentro, en cambio, se quiere dar la apariencia de que todo es perfecto y se ajusta a los planes previstos. Basta rascar un poco sobre los escasos datos facilitados para comprobar que la perfección de la sociedad presidida por Belén Romana está muy lejos de alcanzarse.
Lo que sí se ha podido comprobar es que –como era de prever y, además, ya estaba previsto por la propia sociedad– los vencimientos de los 50.781 millones de euros emitidos en bonos avalados por el Estado se van a ir a refinanciando cada vez que toque, de manera permanente y por sistema. Tratando, si es posible y las condiciones del mercado lo permiten, que los intereses sean cada vez menores.
Es lo que los anglosajones denominan roll over y que en Suramérica, de forma más gráfica, conocen como la fórmula de patear la deuda pública hacia adelante, eludiendo afrontar los vencimientos.
Ampliar los vencimientos
Estos papelitos, por un nominal mínimo de 100.000 euros, fueron el instrumento con el Sareb pagó a las cajas el traspaso de los activos tóxicos. No había otro camino. Bueno sí, se podía haber pagado en metálico, pero el tipo de interés hubiera resultado mucho más elevado que ese Euríbor más dos puntos de diferencial, como máximo, fijado.
Para obtener liquidez por estos bonos, Bankia, CatalunyaCaixa, Novagalicia y demás entidades cedentes deben acudir al Banco Central Europeo (BCE) para su canje, eso sí con un descuento del 1,5% como garantía del supervisor para su barra de liquidez.
Pues bien, el pasado 31 de diciembre, fecha en la que vencía la primera de las seis emisiones, por un valor de 11.008 millones de euros, Sareb comunicaba que procedía a su refinanciación ampliando el vencimiento un año. Se hacía por 527 millones menos, como consecuencia de la amortización anticipada de 93,3 millones tras la subsanación de los contratos de transmisión de activos suscritos con Bankia, CatalunyaCaixa y Banco Valencia (CaixaBank), y por los 433,5 millones de euros de cupones trimestrales pagados. En la práctica, esta cantidad es la única realmente amortizada por Sareb de los 11.008 millones emitidos.
Ingresos ilusorios
Pasó en diciembre, con el vencimiento de la emisión a un año suscrita por las entidades del Grupo 1, y volverá a pasar el próximo 28 de febrero, fecha en la que vence la primera de las emisiones suscrita por las cajas del Grupo 2, por un valor de casi 4.226 millones. Y así sucederá en diciembre de 2014, en febrero y diciembre de 2015 y en febrero de 2016, salvo que la situación del mercado cambie de manera radical y la venta de activos permita obtener unos ingresos que hoy no se vislumbran por ningún lado.
El problema de patear deuda, o la solución –depende de quién lo vea– es que, por ejemplo, en diciembre de 2014, además de vencer la emisión de bonos prevista para entonces, por casi 16.513 millones de euros, lo hará también la que ahora se acaba de refinanciar. Serán pues 27.000 los millones de euros que venzan, y que evidentemente no se van a amortizar.