La joya novecentista que brilla en el centro de Barcelona
El palacete Abadal se ha convertido en la imagen de un banco innovador que busca mantener la fuerza del edificio como emblema de Barcelona
El visitante que entre en Barcelona por primera vez accediendo desde la Avenida Diagonal, sin duda, se llevará la imagen de una ciudad donde las universidades y los grandes edificios financieros ocupan ambos lados de la icónica arteria catalana.
Entre estas obras faraónicas de la arquitectura moderna, en el número 668, se mantiene, con el mismo brillo que hace cien años, un palacio que se ha convertido en uno de los símbolos del centro financiero de Barcelona.
“Hemos escogido la localización por su privilegiada situación en el centro financiero de Barcelona”, sentencia Carlos Tusquets, presidente de Banco Mediolanum
En la bifurcación entre la calle Capità Arenas y la Avenida Diagonal se sitúa el Palacete Abadal, emblema de la burguesía catalana y donde Banco Mediolanum concentra sus servicios centrales.
Su presidente, Carlos Tusquets Trías de Bes señalaba que el Palacete se ha convertido en un símbolo para la entidad bancaria: “Hemos escogido la localización por su privilegiada situación en el centro financiero de Barcelona”.
El emblema de una familia
El palacio toma el nombre de su inquilino más emblemático: Francisco Serramalera i Abadal, más conocido como Paco Abadal.
El Palacio alberga un cartel publicitario que Abadal encargó a Ramón Casas
Ideado y construido por Adolf Florensa, considerado una de las figuras del arte novecentista en Barcelona, el Palacio Abadal fue un regalo de Joaquín Durán Albert, un rico industrial catalán para su hija Mercedes, esposa de Francisco Abadal.
La familia decoró el Palacete con obras culturales de alto valor artístico, entre las que destaca el cuadro que Francisco Abadal encargó a Ramón Casas, un cartel publicitario de su establecimiento, símbolo de su pasión por el automóvil.
Un inmueble deseado
En 1987, la familia Abadal Durán vendió el Palacete al grupo hotelero HUSA por valor de 450 millones de pesetas (unos 2,7 millones de euros), que pretendía hacer un hotel de lujo con motivo de los Juegos Olímpicos de Barcelona.
Aunque el proyecto no terminara en buen puerto, el Palacete Abadal fue durante años un lugar de encuentro para la alta sociedad barcelonesa. De hecho, en este palacete se presentó la candidatura de la ciudad de Atlanta como sede para acoger los Juegos Olímpicos de 1996.
En 1995 Fibanc, entidad que nació como un banco privado especializado en la gestión de tesorería y patrimonios a partir de fondos de inversión, adquirió el inmueble. Ya establecido el banco en el Palacete Abadal, llegó Mediolanum con la intención de implantar el modelo innovador de banca basado en la figura del asesor financiero, el Family Banker.
Un enclave privilegiado
Situado en una localización privilegiada, compartiendo avenida con la pintoresca sede Grupo Planeta o las oficinas de Nuñez y Navarro, el palacio ofrece una imagen carismática y única de Banco Mediolanum.
Carlos Tusquets destaca la localización como elemento clave en el crecimiento de la entidad en Barcelona: “Ha sido muy importante para nosotros estar en el centro financiero de Barcelona para poder dar a conocer nuestra visión de la banca.”
La sobriedad de su fachada sirve como reflejo perfecto de una entidad que destaca por su proximidad y modelo de banca.