¿’Crash’ bursátil? Los mercados se asoman al precipicio
Los inversores piden un plan europeo común que asegure vías de liquidez a las empresas, para evitar problemas de tesorería que aceleren despidos y cierres
El viaje al averno que protagonizaron este lunes las bolsas y el petróleo es un serio toque de atención para que gobiernos e instituciones europeas tomen medidas coordinadas para amortiguar los efectos de la expansión del coronavirus a la economía.
Estados Unidos ya ha dado los primeros pasos -reduciendo los tipos de interés y ampliando medidas de liquidez-, y se descuenta que Christine Lagarde también moverá ficha para transmitir confianza este jueves. Sin embargo, los analistas creen que es necesario que se adopten otras medidas, de índole político-financieras, que aseguren que las vías de financiación de las empresas continúen abiertas durante los meses que se mantenga la epidemia; y eso requeriría de un movimiento coordinado entre los distintos gobiernos europeos, que todavía no se ha producido.
«Las bolsas están cayendo por problemas de liquidez», señala Roberto Scholtes, director de estrategia de UBS. «El mercado está roto, con una liquidez muy baja, y los precios no reflejan expectativas racionales», añade. «Se están produciendo ventas forzadas por la operativa automatizada, que sigue parámetros cuantitativos. Para pararlo, necesitamos que el mercado toque pie», explica Scholtes.
Para hacer ese suelo -y que sea una invitación a la llegada de dinero a las bolsas- Scholtes cree que tanto los gobiernos como los bancos centrales tienen margen de maniobra, si bien apunta que lo más crítico ahora es asegurar que el dinero no falta en el tejido empresarial. «El Eurogrupo podría coordinar una acción de los entes nacionales -en el caso español del ICO- y el Banco Europeo de Inversiones para implementar un modelo de apoyo a las pymes europeas», señala.
Una de las consecuencias que el coronavirus está teniendo en las empresas, es que, unas veces por problemas de suministro, porque se ha roto la cadena; otras porque la crisis está reduciendo sus ingresos (el caso de las empresas turísticas es muy visible) pueden surgir problemas de liquidez a corto plazo (circulante). UBS propone la implementación de un sistema de avales -que José Luis Rodríguez Zapatero implementó para los bancos tras la crisis financiera de 2008- para las empresas, especialmente para las pymes, que les permita continuar financiándose durante los trimestres de caída de ingresos (el banco suizo espera una recuperación económica con forma de V).
Ese apoyo financiero serviría, además, como una herramienta para cortar la trasmisión al conjunto de la economía de los efectos del Covid-19, porque permitiría mantener con más facilidad el empleo y moderar los impactos a más largo plazo; que conllevarían, por ejemplo, el cierre de empresas.
Por el momento, sin embargo, cada país europeo está enfocando la crisis del coronavirus con perfil propio y sin un plan coordinado. Francia ha aplicado medidas de contención drásticas muy rápido; Italia está reforzando inversiones y acaba de anunciar la cuarentena de 14 millones de ciudadanos; Alemania va a apostar por la inversión pública, y España acaba de dar sus primeros pasos de contención planificada, con el cierre de centros educativos en la Comunidad de Madrid y varias áreas del País Vasco.
Inyeccción extra de dinero
Desde la perspectiva de los bancos centrales, la solución podría ser que volaran «un nuevo helicóptero», apunta Félix González desde Capitalia Familiar. Este concepto, que se inventó el nobel de Economía Milton Friedman a principios del siglo XX, pero que puso de moda el ex presidente de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke, durante la última crisis financiera, se utiliza para que los bancos centrales hagan llegar el dinero directamente a las empresas y los ciudadanos sin depender de la banca (los banqueros centrales tiran dinero desde su helicóptero; por eso la metáfora, para evitar la temida deflación).
Para activar la lluvia de nuevo dinero, una de las posibilidades es recomprar activos, pero el condicionante ahora es que se debe ir más allá de la deuda pública-cuyos intereses se mantienen en claro retroceso-, e incidir en la corporativa. Las empresas más sensibles a reducir su capacidad de financiarse por la crisis del coronavirus son las que se encuentran al límite de ser consideradas bono basura o que difícilmente cuentan con varias vías para financiarse (pymes y medianas empresas). Una bajada de rating, impulsada por el Covid-19, podrían obligar a los gestores a vender bonos de estas compañías, limitando las posibilidades de la empresa afectada de continuar financiándose.
Para moderar este golpe, el BCE podría relajar temporalmente sus requisitos de compra de deuda (aceptar bonos con peor nota de crédito) -y también revisar el porcentaje máximo del programa que destina a cada país, que ahora está en línea con el peso de cada economía de la zona euro en el capital de la institución que preside Christine Lagarde.
Una tercera para activar los helicópteros de los banqueros centrales, es la compra directa de acciones cotizadas -una vía que todavía parece lejana en la zona euro-, pero que sí han ensayado ya otros bancos centrales, como el japonés.