Fusión Caixabank-Bankia: el Sabadell se enfría a la espera del pacto
La banca mediana afloja el ritmo a la espera del acuerdo entre las dos entidades del IBEX. Al Banco Sabadell le pesa el riesgo de que actúe como comprador
El mercado apuesta por la prudencia a la hora de anticipar nuevas fusiones bancarias. Tras el retraso del pasado domingo a, en teoría, este miércoles los consejos en los que Caixabank y Bankia darían luz verde a la fusión, los inversores prefieren ver los frutos antes de realizar una apuesta clara por quién protagonizará la siguiente ronda y han cambiado especialmente el pie con el Banco Sabadell.
La entidad que preside Josep Oliu se anota en bolsa aproximadamente un 8% en septiembre -porcentaje similar al que suman los otros posibles candidatos a una fusión, como son Liberbank o Unicaja, que suman un 7 y un 10%, respectivamente-, pero en el caso del Sabadell los ánimos se han apaciguado especialmente en los últimos días. No solo cae este lunes alrededor de un 2%, sino que suma cuatro sesiones consecutivas en números rojos, presionado por la posibilidad de que finalmente sea un banco cazador y no una presa.
El pasado miércoles, Bloomberg adelantaba que el Sabadell había contratado a Goldman Sachs como asesor para estudiar operaciones corporativas. La posible integración del Sabadell y Bankia era una de las alternativas sobre las que siempre se ha especulado y que para algunos analistas, como Barclays, incluso crearía más valor que la Caixabank y Bankia.
Sin embargo, la pérdida de valor bursátil del banco con sede en Alicante a lo largo, le impide jugar hoy un papel comprador con Bankia -como el que se espera que adopte Caixabank- y esto no solucionaba el problema de que el FROB fuera el principal accionistas del grupo, dificultando la desinversión prometida a Bruselas.
Este movimiento deja varias alternativas para el Sabadell, que podría ser adquirido por un tercero -por tamaño los candidatos serían BBVA y el Santander si no se anima algún competidor extranjero-, pero que también podría protagonizar una operación por si mismo, con la adquisición de una entidad más pequeña.
Ese cariz le penaliza en bolsa porque tendría que pagar una prima para tomar el control de una entidad más pequeña. Si Unicaja o Liberbank fueran sus objetivos -Bankinter siempre se mantiene al margen de la rumorología- no sería operaciones fáciles, ya que en ambos casos existen núcleos duros de accionistas, con los que hoy el Sabadell no cuenta.
El precio y el antecedente negativo de Unicaja-Liberbank
La prudencia del mercado también se basa en el hecho de que ha quedado comprobado que integrar bancos es complicado y que las dos partes interesadas –la Fundación Bancaria La Caixa y el FROB– no pueden parecer vencidos en la negociación. Los consejos están obligados a velar por el interés de todos los accionistas, por lo que no será justificable ni abonar una primera excesiva, ni tampoco dar por perdida Bankia sin una recompensa económica suficiente, dada su ventaja en capital.
Aunque los supervisores han aprendido de los errores con la operación frustrada de Unicaja y Liberbank y han reducido las exigencias de capital y dado luz verde a que los costes de las reestructuraciones se diluyan durante varios ejercicios, el precio de la fusión es una variable fundamental, máxime en una situación como la actual en la que se absorben bancos con valoraciones históricamente bajas sobre su precio contable.
Aquellos que desaparecen en estas operaciones -y parece que será Bankia en la adquisición de Caixabank- tienen más dificultades para poner en valor a la entidad por el ciclo económico. Pero fallar en una integración también se suele castigar en bolsa.