España paga en diez años 14.000M en intereses más que Alemania
El FMI espera que ambos emitan más de 100.000M en deuda por la crisis del coronavirus en 2020. Sin embargo, por la prima de riesgo el coste será diferente
Los inversores volvieron a presionar a España la semana pasada, llevando la prima de riesgo el miércoles a su nivel más alto desde que comenzara la pandemia del coronavirus, en un anticipo de que Europa no llegaría rápido a un acuerdo para crear un vehículo que financie la reconstrucción. A pesar del respaldo del multimillonario plan de compra de deuda del Banco Central Europeo (BCE), la factura que va a dejar la crisis va a ser muy desigual para unos países y otros en términos de intereses a pagar en el futuro.
Teniendo en cuenta la prima de riesgo que los inversores están exigiendo a España (ronda los 140 puntos básicos) emitir deuda por 100.000 millones de euros costaría 14.100 millones más en intereses en diez años a nuestro país que a Alemania. Mientras que el mercado está dispuesto a pagar al país germano por sus bonos -sus obligaciones a 10 años cotizan a tipos negativos, en el -0,47%-, el bono español con idéntico vencimiento superó la semana pasada el 1%, aunque el viernes retrocedió al 0,94%.
De hecho, el Tesoro español, que realizó una macroemisión de 15.000 millones la semana pasada, realizó un esfuerzo en intereses para asegurar su éxito y ofreció un cupón del 1,25%. De acuerdo con Funcas, por el momento ya se han cubierto las necesidades de fondos a corto plazo, lo que da tiempo a España para ver si Europa progresa hacia algún acuerdo que pueda amortiguar la brecha Norte-Sur de Europa en intereses.
Los distintos países europeos han llegado a la inesperada pandemia del coronavirus en una situación de endeudamiento muy diferente, que condiciona el precio para captar financiación hoy, y, por tanto, también la capacidad de gasto de cara al futuro.
De acuerdo con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), Alemania tendrá que captar hasta 140.000 millones de euros en deuda este año, llevando su endeudamiento hasta el 68,7%. El punto de partida de la primera economía de la zona euro -con un PIB de 3,435 billones, 2,7 veces el de España en 2019- era mucho más positivo que el de España, con una deuda equivalente al 59,8% del PIB en 2019, frente al 95,5% de nuestro país. Esta diferencia y su mayor tamaño le ayuda a financiarse en tipos negativos en el mercado.
En el caso de España, si se cumplen las previsiones del organismo que lidera Kristalina Georgieva tanto en términos de caída del PIB, como de endeudamiento, dentro de dos años la deuda bruta del estado español se acercaría a los 1,37 billones; un 15% más que al cierre 2019; es decir elevando en hasta 180.000 millones la deuda en circulación en 24 meses. En 2020, la emisión sería de unos 110.000 millones y la deuda alcanzaría el 113,4%, ligeramente inferior a la de Francia (véase gráfico). Italia se enfrenta a una situación todavía más complicada, con un endeudamiento que podría alcanzar este año el 155,5% del PIB.
El Tesoro español cifra en el 2,04% el coste medio de la deuda española que está en circulación. Con esa referencia, el gasto anual en intereses que tendría que soportar nuestro país alcanzaría los 27.900 millones anuales si España coloca su endeudamiento en los niveles que pronostica el FMI.
Europa: del coronabono a la deuda perpetua
La gran mochila que puede dejar el coronavirus no solo en endeudamiento, sino también en pago de intereses de cara al futuro, es uno de los argumentos en los que se apalanca el gobierno español para insistir en una respuesta coordinada desde Europa, que evite que unos países sean más penalizados económicamente que otros ante la crisis sanitaria, viendo, además, mermadas su capacidades para alentar la economía una vez que se controle la alerta sanitaria.
La semana pasada se presentó al Consejo Europeo la propuesta de un fondo financiado con deuda perpetua, tras el rechazo a los coronabonos, que también apoyaban España y otros países. Este fondo para la reconstrucción, que la Comisión Europea está estudiando aunque con matices respecto al plan español, mezclando un sistema de transferencias y deuda, generaría un reparto del coste a medio/largo plazo -la famosa mutualización- mucho menor que los coronabonos/eurobonos.
La deuda perpetua no tiene plazo de vencimiento, por lo que exime del pago del principal, y provoca que el único gasto a repartir a través del presupuesto europeo sea el pago de intereses. Como son emisiones con un riesgo mucho más alto que las habituales, es probable que estos intereses fueran relativamente elevados, pero se pagarían con cargo al presupuesto europeo según la propuesta española, aunque el contexto de tipos históricamente bajos y emitidos por el conjunto de la Unión Europea, podría ayudar a reducir el rendimiento exigido.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, adelantó la semana pasada en el Congreso su propuesta para que estos intereses no mermen los presupuestos individuales de cada país: pagarlos con los ingresos que generen nuevos impuestos. Por ejemplo, con la creación de una tasa conjunta de transacciones financieras para toda Europa.
La deuda perpetua se utiliza a nivel empresarial y la banca cuenta con ella dentro de su estructura de solvencia (los intereses se pueden dejar de pagar cuando existen problemas de solvencia y los inversores cobrarían después de los bonistas clásicos en caso de quiebra). Las emisiones de deuda perpetua más conocidas fueron las preferentes. Estos productos, que se hicieron famosos durante la crisis financiera porque generaron fuertes pérdidas a muchos inversores particulares ahora solo se comercializan para profesionales. Es deuda sin plazo de vencimiento, pero suele contar con ventanas en las que el emisor puede realizar ofertas de compra -y, de hecho, los inversores cuentan con ellas-.
A nivel estatal, sin embargo, son menos habituales, y su utilización ha sido más habitual en periodos de guerra. A lo largo de la historia en algunas ocasiones se los ha conocido como «bonos de guerra» o bonos patrióticos. No siempre se han emitido como deuda perpetua y España no es el único país que está proponiéndolos. El debate también se ha abierto, por ejemplo, en Estados Unidos, que tiene tradición en levantar fondos extra en periodos de enfrentamientos. También Reino Unido ha recurrido a ellos en ciertos episodios de su historia.
En España no tenemos precedentes recientes. Una de las últimas referencias procede del reinado de Alfonso XIII, que emitió deuda perpetua en 1930. Aquellos bonos han quedado para los coleccionistas, ya que todavía era deuda que se imprimía y se guardaba en una caja fuerte.
Sin acuerdo de deuda perpetua o coronabonos, España podría tener que progresar en su estrategia de prolongar los plazos de vencimiento de la deuda. En los últimos años, el Tesoro ha llevado a cabo esta estrategia. España tiene en circulación bonos a 50 años, pero otros países, como Argentina o Bélgica, han llegado a emitirlos a 100 ejercicios.