España necesitará una línea de endeudamiento paralela sin coronabonos
El Eurogrupo discute medidas económicas de choque, pero que supondrían elevar la deuda y aconsejarían cierta flexibilidad contable
A pesar de que existe un grito unánime desde las instituciones y las empresas españolas para que Europa dé un paso más allá en su integración y ponga en marcha un sistema de financiación que elimine las diferencias entre estados -los eurobonos/coronabonos-, la expectativa de que finalmente se pueda llegar a un acuerdo de este tipo hoy martes durante la reunión del Eurogrupo son prácticamente nulas.
«Hay palabras que parece que siguen siendo un tabú, como “mutualizar” la deuda», reflexiona Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas. «El núcleo duro europeo prefiere considerar fondos de solidaridad limitados (incluso con poca condicionalidad), que una ayuda más amplia que alivie la factura para España en términos de déficit y deuda».
Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno, ya reconocía hace unos días que aunque se seguía luchando por los coronabonos había otras líneas de negociación abiertas, como apunta el economista de Funcas. Entre ellas, una medida en línea con el reaseguro para el desempleo que había pedido Pedro Sánchez, lo que le permitiría apuntarse un tanto político aun sin los bonos comunes. Tras el tenso Consejo Europeo de hace unos días, la Comisión Europea se sacó hace de la manga la propuesta de SURE, que sería un fondo europeo pensado para aliviar parte de los costes para las arcas públicas de iniciativas como los ERTE españoles. Este mecanismo, en teoría permitiría financiarlos con tipos de interés más competitivos, y con aval de todos los países europeos, que los que obtendrían los países más afectados.
Otras iniciativas a discutir sería activar el acceso al MEDE, pero descriminalizándolo. Este fondo, pensado para actuar como capital de rescate para países europeos en apuros debería cambiar las obligaciones ligadas a su uso (los países que optan a ellos deben poner en marcha también programas de reestructuración). Este cambio sería una especie de perdón de Alemania u Holanda a los países menos estrictos con el déficit o el endeudamiento, como España o Italia, pero sin llegar a la «mutualización» de la que huyen los países del Norte de Europa.
Según los analistas de Goldman Sachs, esta flexibilización permitiría sustituir el Memorando de Entendimiento -España tuvo que firmarlo en 2012- por una carta de su compromiso- y alargaría hasta 5 años la devolución de los préstamos. También podría negociarse que el fondo pudiera comprar deuda directamente a los estados (el BCE realiza sus compras de bonos en el mercado secundario, nunca directamente en emisión).
Separar la deuda en dos tramos
Sin los coronabonos, sin embargo, cualquier disposición de crédito que realice España incrementará nuestro endeudamiento (algo que era lo que se trataba de evitar), por lo que algunos expertos apuntan que sería positivo crear un doble sistema de contabilidad, que discriminara la deuda estructural -la que regularmente publica el Banco de España de acuerdo a los criterios de déficit excesivo- de la que se hubiera firmado exclusivamente para enfrentar la crisis económica generada por el coronavirus.
«Será muy importante separar la deuda atribuible al coronavirus de la que no lo es. No basta sólo con permitir más gasto ahora, sino que ese gasto no sea computable. Al menos no de forma inmediata para los objetivos de consolidación de medio plazo. Es un impacto necesario a las arcas públicas que debe revertirse en un plazo razonable. No debe integrarse en el ritmo de los programas de ajuste actuales», apunta Santiago Carbó desde Funcas.
Esta medida también podría extenderse al déficit, que se anticipa que dará un salto mortal durante es año. «Sería conveniente, desde el inicio, separar el déficit que se genera por el Covid-19 del estándar que se hubiera producido sin coronavirus. Y esto va a ser complicado de deslindar técnicamente en muchos casos», añade Carbó.
Funcas ha estimado que el desfase presupuestario este año podría alcanzar los 100.000 millones de euros, que generará un déficit muy abultado si el coste en PIB de la crisis es muy sigificativo (la economía española alcanzó los 1,2 billones de euros en 2019).