Erdogan y López Obrador marcan la hora de la purga en BBVA

BBVA se parapeta en la nula presión de la bolsa y el escaso interés de los analistas para no ir más allá de la "colaboración con la Justicia" por Villarejo

El Presidente de BBVA, Carlos Torres Vila y el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en un encuentro. Foto: BBVA

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Un compañero de otro medio preguntó este miércoles a Onur Genç, consejero delegado de BBVA, qué sucedería, por ejemplo en Estados Unidos, donde ha trabajado para BBVA, si un banco fuera imputado por un juez en un caso similar al que investiga la Audiencia Nacional sobre la presunta relación laboral entre Cenyt, empresa del ex comisario Villarejo.

Genç pasó página sobre el tema, pero parece poco probable que ante una situación similar al otro lado del Atlántico no se hubieran purgado algunas responsabilidades; o producido dimisiones, en contraste con los pocos movimientos del banco español que, eso sí, reitera continuamente su disposición a colaborar con la Justicia.

Por ahora, la purga parece escasa: apenas el relevo de su máximo responsable de control interno, y el cese en su cargo de Antonio Béjar, ex presidente de Castellana Norte, e imputado en la misma causa. El adiós del primero se produjo justo un día antes de la presentación de resultados. La fecha fue perfecta para que el número dos de BBVA pudiera señalar que el banco si estaba adoptando decisiones alineadas con las conclusiones del forensic, aunque en todo su discurso se negó a referirse a Eduardo Arbizu.

BBVA se parapeta tras la tranquilidad de la bolsa y el escaso interés de los analistas para justificar que la crisis por las presuntas escuchas ilegales encargadas por la entidad es más mediática que una preocupación real de los señores del dinero de los mercados. «Durante la conferencia con analistas, que ha durado más de una hora, nadie ha preguntado por este tema», apuntaba Genç. Sin embargo, el ejecutivo tuvo que invertir el 90% del tiempo de la rueda de prensa a contestar preguntas sobre el caso Villarejo.

El segundo ejecutivo del banco reconoció que la crisis sí daña la reputación de la entidad, pero negó cualquier impacto en el negocio o en la buena sintonía del banco con sus grandes inversores, tomando como ejemplo la positiva evolución relativa de las acciones del banco este año. «Mantenemos un diálogo continuado con los inversores institucionales y no expresan ninguna preocupación significativa sobre Cenyt», señaló Onur Genç.

Esta argumentación, sin embargo, no suena demasiado realista. Es cierto que BBVA es el banco menos castigado del IBEX en 2019 -sus títulos ceden un leve 0,78%- pero también que si se amplía el cómputo y se le suma la evolución durante 2018, cuando la entidad vivió en primera persona la crisis turca y la inestabilidad creada por la elección de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como presidente de México (la principal fuente de beneficio de la cuenta de resultados), el resultado es significativamente distinto.

En ese periodo, las acciones de BBVA se colocan en la lista de las diez más castigadas dentro del principal índice español, con una caída que ronda el 35% y solo por detrás de los descensos de Bankia, Banco Sabadell o Caixabank. Y eso que la rentabilidad (ROE) del banco es significativamente más alta que la de cualquiera de ellos y se coloca por delante de la del Santander, que es inferior al 8%.

BBVA saca partido al mal de muchos

Esa ventaja en rentabilidad, podría explicar mejor que la nula preocupación de los inversores por el caso Villarejo, que el banco no acumule números rojos más abultados en bolsa en 2019. En la corrección de 2018 -ejercicio en el que por cierto se destapó el escándalo- podría estar incluido parte del castigo reputacional que el banco descarta.

De hecho, si se saca punta al argumentario de Onur Genç, se podría señalar que la caída bursátil se ha frenado tras la salida de Francisco González de la presidencia, que se produjo el 31 de diciembre de 2018. El consejero delegado de BBVA reveló que la entidad sigue pagando los gastos de seguridad del que fuera su primer ejecutivo.

No obstante, si los inversores siguen sentados en BBVA por el mejor desempeño de su negocio, Carlos Torres y Onur Genç ya pueden cruzar los dedos para que Erdogan y López Obrador no les den más sustos. Una caída en bolsa significativa, adicional a la de 2018, igual sí que provoca un cierto malestar entre los inversores institucionales, que se vuelven menos benévolos con los riesgos reputacionales del banco y exigen algo más que una estrecha colaboración con la Justicia para mantenerse en el capital.

La misma reflexión vale para el Banco Central Europeo (BCE) o Moncloa. Mientras que la cotización siga tranquila, y el banco no muestre problemas de rentabilidad o solvencia, BBVA gana tiempo para no tomar medidas internas realmente drásticas, que podrían serlo: gran parte del consejo de administración ya ocupaba su sillón durante los ejercicios que el banco contrató presuntamente los servicios de Cenyt.

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