El último mohicano de los superdepósitos depone las armas
Los clientes que contrataron depósitos a largo plazo en el inicio de la crisis cobran todavía un 5%, pero solo les quedan 12 meses de gloria
Es posible que conozca a alguien que todavía presume de la rentabilidad que obtiene por sus depósitos. E igual no le miente. Aunque los productos que se comercializan ahora a más de dos años apenas ofrezcan un 0,136% de rentabilidad, todavía existen clientes bancarios que están cobrando intereses del pasado -de entre el 4,5 y el 5% -, porque contrataron un superdepósito en 2010-2011, en pleno arranque de la crisis financiera española y tuvieron la gallardía de comprometer su dinero durante una década.
La mayoría de entidades financieras –Caixabank, Banco Sabadell o Bankia-, que participaron en el proceso de reestructuración financiera en España con la adquisición de otras entidades, ya habrían dado por cerrado el plus de intereses a pagar por aquellos depósitos por su vencimiento; todavía quedan algunos flecos.
El gobierno socialista, con Elena Salgado como ministra de Economia, tuvo que poner orden en aquella lucha encarnizada por el ahorro –mucho más voraz que la actual hipotecaria– y por Decreto, en junio de 2011, penalizó con aportaciones extraordinarias al Fondo de Garantía de Depósitos a las entidades que comercializaran depósitos con tipos por encima de un nivel máximo establecido; al igual que en el caso de las cuentas corrientes.
Aunque esta limitación ya no existe hoy porque los superdepósitos a largo plazo están muertos desde hace años, lo que sí quedarían serían al menos 1.000 millones de euros vivos retribuidos a aquellos tipos históricamente altos, que podrían considerarse el último mohicano de aquella época.
El superdepósito de EspañaDuero
A los superdepósitos a largo plazo que comercializaron entre 2010 y 2011 EspañaDuero y que Unicaja Banco (Banco CEISS), que convirtió en filial a las cajas fusionadas en 2014, les quedan aproximadamente doce meses de vida. El andaluz heredó con la integración las condiciones que firmaron entonces las ex cajas y ha continuado retribuyendo desde entonces a un puñado afortunados clientes unos intereses que multiplican los que se pagan en el grueso de la banca.
La entidad calcula que cuando venzan estas imposiciones (a finales de 2020 y principios de 2021), logrará un ahorro de entre 55 y 60 millones, que será muy positivo para su margen de intereses.
En 2010, Caja España, que posteriormente se fusionó con Caja Duero y que tuvo que ser una de las primeras entidades apoyadas por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), fue muy agresiva con sus ofertas de depósitos a largo plazo; arrastrada por la competencia de bancos más grandes –el Santander comercializaba aquel año imposiciones al 4%-.
En un mercado muy competitivo, en primavera de 2010, Caja España lanzó el «Depósito Vitaminado», que ofrecía un interés creciente y se podía contratar por hasta un máximo de 10 años, a partir de 5.000 euros, aunque luego el importe mínimo se fue redujendo. Tras la integración con Caja Duero, este depósito también se incluyó en la oferta de pasivo de la nueva entidad.
La vitaminas que ofrecía la antigua caja eran muchas para los clientes que confiaran en que el banco iba a mantenerse a flote con apoyo del Estado o sin él: un depósito hasta diez años, con penalización si sacabas el dinero antes del sexto, y con intereses crecientes. El primer ejercicio ofrecía un 3,5%; para ir escalando hasta el 6% en el décimo.
Los clientes que lo contrataron en 2010 percibirán ese tipo de interés el año que viene; como guinda a una década de retribuciones muy por encima de la media y que difícilmente podrán volver a repetir al menos en el futuro cercano.
De acuerdo con datos del Banco de España, desde septiembre de 2014, la rentabilidad de los depósitos a más de dos años siempre ha estado por debajo del 1%. En la actualidad, las imposiciones hasta un máximo de doce meses retribuyen a un tipo de interés del 0,38%, mientras que las que van de un año a dos; mejoran hasta el 0,57%.