El talón de Aquiles de España: ni ingresa ni recorta suficiente
Los expertos reclaman una reforma fiscal que sea estructural, y planes de austeridad “eficientes” que posibiliten el crecimiento
El próximo año será el del crecimiento. El presidente Mariano Rajoy considera que 2014 debe ser el año de la consolidación, después de duros ajustes, y que el aumento del PIB, previsto en un 0,7% del PIB, marcará un punto de inflexión. Pero la realidad es tozuda, y España afronta un nuevo periodo lastrada, sin embargo, por una deuda cada vez mayor y unos ingresos que siguen estancados, pese a los aumentos de impuestos aprobados, como el IRPF y el IVA.
En 2014, el Gobierno confía en una reforma fiscal, que entrará en vigor, sin embargo, en 2015, y de forma progresiva en los dos años siguientes. El objetivo es disminuir la carga fiscal en las rentas más bajas, a través del IRPF, aplicando esa rebaja con mayor lentitud en las rentas medias y altas. ¿Se conseguirá con ello mayores ingresos?
Ingresos o gastos
Dos investigadores de Fedea, José Ignacio Conde-Ruiz (Universidad Complutense), y Juan Rubio-Ramírez, (Universidad de Duke), aseguran en el blog Nada es Gratis que España “lleva años con un problema de bajos ingresos públicos”, y que “no parece que Gobierno alguno tome las medidas oportunas para solucionarlo”.
Otros economistas, como David Taguas, de la Universidad Camilo José Cela, inciden en la estructura del gasto. Taguas entiende que el Gobierno debería ser mucho más ambicioso a la hora de proponer una bajada de la presión fiscal, con políticas que incentivaran y promovieran el ahorro, y un plan de ajuste de tipo estructural en el gasto público. Pero todo eso pasa por un mejor trato fiscal de las clases medias, que, a su juicio, “son las que posibilitan un crecimiento económico”.
Se trata de una cuestión que se alarga en el tiempo. El debate económico acerca de si una rebaja impositiva puede provocar un mayor consumo, y, por tanto, un mayor crecimiento que compense, e incluso supere la pérdida de ingresos por el descenso de la presión fiscal.
España, por detrás de toda la zona euro
Pero, ¿dónde está España? Conde-Ruiz y Rubio-Ramírez alertan sobre el difícil cumplimiento del objetivo de déficit en 2013. La previsión es que ronde el 7,2%, cuando el objetivo es del 6,5%. Los ingresos fiscales se han estancado en 2013, con 4.000 millones menos que la previsión que hizo el Gobierno. La Seguridad Social cerrará el año con un déficit del 1,8% del PIB, unos 18.000 millones de euros. Ello es debido al descenso de los cotizantes, con 300.000 personas más que han perdido su empleo. Y la deuda pública acaba el año con un billón de euros, algo más de 100.000 millones por encima de 2012.
¿Qué hacer? El FMI, en su último informe, incide en un hecho poco susceptible de ser discutido. España, según una comparativa mundial sobre el panorama fiscal, es de los pocos países en el que los ingresos se comportan peor que lo previsto por los ejecutivos nacionales, y únicamente los recortes en el gasto público han podido paliar esas previsiones iniciales.
Según el FMI, España recauda en impuestos un 33,1% de su PIB, cuando en su entorno europeo los porcentajes son mucho más altos. En Italia es del 44%; en Francia del 44,7%, y, respecto a Portugal y Grecia, aún es más alarmante; con una ratio del 34,9% y del 35,5% respectivamente.
El fraude fiscal
Esa es una de las grandes preocupaciones del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que quiere paliar esa situación con la reforma fiscal. Una reforma que se hará en tres fases, entre 2015 y 2017, y que no pasará por una subida del IVA. En parte, una de las principales medidas ya se ha puesto en marcha, al reformar el impuesto de sociedades y eliminar exenciones que provocaban que el tipo efectivo del impuesto fuera sólo de 4% en el caso de las grandes empresas.
El catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra y consejero del Banco de España, Guillem López Casasnovas, aborda ese talón de Aquiles de la economía española desde una doble perspectiva: “el problema es de caída de los ingresos, pero no sólo por el descenso de la actividad, de carácter coyuntural, sino por el fraude fiscal, que es estructural”.
Y respecto al gasto, “es razonable, en términos agregados, aunque otra cosa es la eficiencia en el nivel micro de ese gasto”. Es decir, el Gobierno debería actuar de forma simultánea en varias direcciones, siendo más preciso en su política de recortes del gasto público, y atacando con mayor eficacia el fraude fiscal.
Deuda «monstruosa»
El economista y catedrático de la URL, Santiago Niño Becerra, ve las cosas con inquietud y preocupación. A su juicio, la falta de crecimiento imposibilita un mayor volumen de ingresos, lo que se añade a “una deuda monstruosa cuya parte pública, está, además, aumentando”. Eso lo condiciona todo, por lo que la forma de desapalancarse “es a base de recortes”. Es decir, un poco a la brava y de forma desesperada. Según Niño Becerra, “en los próximos cuatro años España ni siquiera va a crecer lo suficiente para pagar los intereses de la deuda, y eso es Insostenible”.
Los datos del Banco de España justifican la preocupación de Niño Becerra. En su último boletín hace referencia a un aumento de la confianza de los consumidores, pero refleja que el endeudamiento de los hogares españoles equivale al 80% del PIB, cuando en la zona euro alcanza una media del 65%. Ese esfuerzo para desendeudarse complica mucho un posible crecimiento robusto, y, por tanto, mayores ingresos para el Estado.
Los políticos son «honrados»
El economista Miquel Puig tiene claro que el problema es de falta de ingresos, pero reclama que en la reforma fiscal no se aborde una nueva subida del IRPF o del IVA. Lo que le lleva a incidir en la cuestión del fraude fiscal. Y pide una “reforma a fondo” de la Agencia Tributaria, con más medios humanos, pero cambiando también su propia filosofía, concienciando a la población de algo ahora realmente complicado: “de que los políticos son honrados y las administraciones públicas son eficientes”.
Puig es contundente: “El problema fiscal es una de las facetas de la crisis del Estado español, que ha agotado el modelo que se forjó en la transición, y que ha muerto víctima de la desidia y de los abusos de los políticos y la tolerancia de la sociedad civil”. La idea de Miquel Puig, por tanto, es acometer “una refundación del Estado”.
Listas de evasores
Niño Becerra considera que la reforma fiscal se acabará imponiendo desde fuera, desde Europa. “Las líneas maestras vendrán de fuera, y es lógico si vamos hacia una unión fiscal, con un tipo único para ingresos y beneficios, con un impuesto sobre el gasto, progresivo en función de lo gastado, y puede que con tipos negativos para bienes de primera necesidad”.
López-Casasnovas tampoco confía mucho en la reforma fiscal del Gobierno español, al entender que debería ser “estructural”, y que, en cambio, se puede convertir en una reforma que parta de la eliminación de deducciones, como gran principio, “y después podríamos ver la presión de los grupos de interés para salvar, en última instancia, las deducciones propias”.
Para el economista de la Pompeu Fabra, debe imponerse una nueva cultura contra el fraude fiscal, con algunas cosas claras: “que el no tener domicilio fiscal en el país no salga gratis (para empresas y personas), y extensivo a las filiales de las empresas matriz, sin premios ni reconocimientos sociales, ni cargos ni representaciones, y con listas de evasores fiscales si es necesario”.
Rajoy y Montoro, por tanto, tienen en sus mesas de trabajo un enorme reto: más ingresos, sin aumentar la carga fiscal. Y deberán acertar si quieren cumplir con los objetivos que les marca la Comisión Europea, y que este mismo año, cuando se cierre 2013, ya podrían incumplir, si el déficit acaba superando el 6,5% del PIB.