El BCE y el Banco de España olvidan que sin banca no hay paraíso
La recuperación del dividendo en acciones, como propone el regulador, puede repercutir negativamente en la credibilidad de la banca española y en bolsa
No existen dos días seguidos sin que los periodistas preguntemos a la banca cómo valora alguna de las sugerencias dada por un regulador o político -ya sea el Banco de España, el Banco Central Europeo (BCE), el gobierno o algún posible socio de legislatura-. No sin cierto hartazgo, y en tono resignado, las respuestas suele ser siempre la misma: que no hacen comentarios. Y eso nos deja una larga lista de cuestiones por resolver, con las que habitualmente los avasallamos durante las presentaciones de resultados.
Aunque no esté de moda hablar bien del sector, hay que reconocer que todos los bancos del IBEX -con la excepción de BBVA que prefiere el contacto vía conferencia telefónica-, hace un esfuerzo de transparencia porque nos convoca a ruedas de prensa, trimestre a trimestre, en las que responde a muchas preguntas, que en los últimos años se han caracterizado por ser especialmente negativas. Cláusulas suelo, IRPH, crisis del Popular, problemas reputacionales judiciales -juicio de Bankia, Saracho–Ron, Villajero, blanqueo-, impuesto a la banca, encarecimiento de las hipotecas, cambios en el impuesto de AJD, fusiones en el sector… y más recientemente el impacto del cambio de política de tipos en los planes estratégicos en vigor.
Desde este miércoles la lista de preguntas a resolver cuenta con alguna más: ¿qué hay de su política de dividendos? ¿es sostenible? ¿habrá que sacrificarla para construir solvencia? ¿contemplan recuperar el pago en acciones y desdecirse en la guía que han dado al mercado? No queda mucho para escuchar la respuesta, porque está previsto que toda la banca presente sus resultados a finales de este mes, y ya deben estar pensando como responder tratando de evitar que su palabras generen otro golpe para las cotizaciones.
En 2019, cuatro de las diez empresas con peor comportamiento del IBEX son bancos (Caixabank, Bankia, Bankinter y Banco Sabadell); la misma lista se repite, aunque el orden se altera, cuando se mira el comportamiento a doce meses (Bankia, Banco Sabadell, Caixabank y Bankinter), con pérdidas acumuladas que van desde el 36 al 27%.
Todos ellos tienen en común algo: negocio europeo, con especial exposición a España, ahora con un escenario de tipos incluso que tiende a negativo y la amenaza de que vayan preparándose para hacer otro esfuerzo en materia de solvencia, aun a costa de sus compromisos con el mercado.
«En 2014 la banca española presentaba unos niveles medios de solvencia inferiores a la media europea, pero muy similares a los de la banca francesa o incluso superiores a los de la italiana. Sin embargo, al final de este periodo, nuestras entidades muestran niveles medios de solvencia claramente inferiores a los de ambos países», apuntaba este miércoles Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España en un acto de KMPG sobre los retos del sector financiero.
Caixabank, Bankia, Banco Sabadell, bajo análisis
Mario Draghi, Luis de Guindos, presidente y vicepresidente del BCE, Pablo Hernández de Cos y Margarita Delgado, gobernador y subgobernadora del Banco de España, y también la EBA han complicado notablemente la vida a la banca española con cuatro mensajes especialmente insistentes en el último mes: la política de tipos de interés del BCE no les perjudica, excepto en casos muy concretos; sus ratios de solvencia son inferiores a la media, nos preocupan sus bajos niveles de rentabilidad, y, el más reciente: valoren recuperar el modelo de dividendo en scrip (aunque se hayan comprometido públicamente con sus inversores en que los pagarán en efectivo). «Esta política permite aunar la necesaria retribución del capital con la generación orgánica del mismo, si bien acarrea inevitablemente una cierta dilución del beneficio por acción», señaló este miércoles Delgado.
Unas palabras que chocan con las políticas que los bancos tienen en vigor. Caixabank ha adelantado que devolverá al menos el 50% de sus beneficios vía dividendo en dinero; Banco Sabadell quiere repartir ese mismo porcentaje; y Bankia espera devolver 2.500 millones en tres años. La capacidad de pago del dividendo en efectivo, se convirtió en un mensaje de fortaleza para los inversores hace unos años y un paso atrás ahora puede dañar la credibilidad de los ejecutivos del sector de cara al mercado. El Santander, que ha vuelto a incluir la posibilidad de pagar en scrip, se resintió en bolsa tras anunciarlo.
Desde la perspectiva del regulador, esta mano dura es positiva porque empuja a la banca a hacer reformas; pero desde la del inversor hace plantearse si realmente merece la pena invertir en bancos: con el riesgo de cambios en la política de dividendos, un escenario a medio plazo más bajista que alcista en tipos de interés -algo que es contrario a las expectativas que existían hace nueve meses-, y con la sensación de que vienen más sorpresas en materia de solvencia. Tanto Hernández de Cos, como Margarita Delgado ya han abierto la puerta a exigir un colchón de capital anticíclico.
La banca es clave para las bolsas europeas -en el caso del IBEX junto con el energético es el sector que más pesa-, por lo que si sus títulos no se aprecian; tampoco lo hacen los índices. Y está comprobado que la buena salud de la bolsa repercute sobre el buen ánimo económico. Además, las cotizaciones penalizadas no suelen animar las operaciones corporativas -si requieren de una ampliación de capital pueden ser muy dilutivas para los accionistas- y ponen en riesgo que, en caso de necesitar pedir recursos al mercado; estos lleguen en suficiente cuantía.
Atraer inversores hacia el sector también debería preocupar a los reguladores. Una base estable y satisfecha -bien retribuida o con plusvalías- suele ser más fiel que oportunista. No se puede quitar al sector de un hachazo todo su marketing financiero -mejora de resultados por el ciclo y dividendos- si se quiere preservar correctamente su estabilidad.