CatalunyaCaixa desboca los gastos y la morosidad de BBVA
La antigua caja de ahorros, sin embargo, salva los muebles de la inversión crediticia del banco. El grupo ganó en España 554 millones por los 43 millones perdidos en 2014
Más allá de la puntual reseña de la cuenta de resultados, el análisis del ejercicio 2015 sirvió al presidente del BBVA, Francisco González, y al consejero de la entidad, Carlos Torres Vila, para poner el epicentro en la necesidad de que la entidad forme parte activa de la cuarta revolución que se está produciendo.
La derivada del efecto de la tecnología sobre todos los sectores productivos. También en la banca. «Los bancos no hemos acometido los cambios a tiempo», se lamentaba González.
Al margen de esta nueva cultura que se abre paso de manera inexorable, BBVA, como el resto de entidades financieras españolas, se está viendo condicionado por una situación económica complicada. «El ambiente de tipos tan bajos repercute en la inversión. Si los depósitos de los clientes están a cero, pues valen cero», comentaba el presidente de la entidad.
Bajos tipos y actividad escasa, que, unido al ajuste por la integración de CatalunyaCaixa, las pérdidas de la actividad inmobiliaria, la depreciación de las divisas en Latinoamérica y la detracción de los 1.840 millones –que sirvieron para aumentar la participación en el banco turco Garanti (del 25% al 39%)–, dejaron que el beneficio se quedara en 2.642 millones de euros, solo 24 más que en 2014.
Aportación de CatalunyaCaixa
De momento, el impacto de CatalunyaCaixa (CX), en sus ocho primeros meses de integración, se saldaba de manera desigual. Mientras que la entidad catalana contribuía con un 1,6% al margen bruto, con 379 millones, elevaba en un 3,7% los gastos generales del grupo, hasta 427 millones de euros.
«No prevemos más ajustes de los que ya se han presentado», salía al paso González ante la posibilidad de que pudieran acometerse recortes adicionales de plantilla.
Desde el punto de vista crediticio, la entrada de CX en su perímetro de consolidación, desde el pasado 24 de abril de 2015, ha supuesto un incremento del 13,1%, hasta casi 188.000 millones de euros, sin incluir en este cómputo las adquisiciones temporales de activos. Sin la entidad catalana, el saldo de inversión crediticia hubiera sido negativo.
Lo negativo de estos casi 22.000 millones de créditos aportados por la entidad catalana es que ha provocado un aumento de los saldos dudosos y, con ello, de la tasa de mora y también una mayor cobertura de estos dudosos.
En cuanto a la gestión de los activos inmobiliarios, que, con la aportación de CX, se queda prácticamente en un volumen neto similar de 12.400 millones de euros (con 12.530 provisionados sobre un bruto de 24.924 millones) , BBVA logró que los 901 millones perdidos en 2014 se redujeran a 492 el pasado ejercicio.
Además, aunque se vendieron algunos activos menos, poco más de 21.000, las ventas se saldaron con mayores rentabilidades, de 12 a 117 millones. Este buen comportamiento de la actividad inmobiliaria provocó que BBVA en España pasara de perder 43 millones en 2014 a ganar 554 millones.
Preocupación por España en Davos
Sobre la situación política en España, González quiso separar lo que ocurría hasta diciembre y el cambio que ha introducido la incertidumbre política generada tras el 20D. «A finales de 2015, estábamos en un momento muy positivo. Todo el mundo me preguntaba cómo lo habíamos hecho. Ahora, he estado en Davos, y la cosa ha cambiado. La preocupación está ahí», comentaba.
En relación a qué espera del nuevo gobierno, no quiso entrar en si es uno u otro partido el que lo debe encabezar. «Lo importante es que no se base en utopías que luego no se pueden cumplir y frustran las expectativas generadas», para, apuntar la evidencia de que, sea quien sea el que gobierne, «si no se crea empleo tendremos problemas». Y, al respecto, sentenciaba que «en economía no hay atajos y no podemos retomar reglas fracasadas hace 100 años».
Presión en aumento para las fusiones
Respecto al recurrente asunto de posibles movimientos tendentes a consolidar el sistema financiero español, González reconocía que «la presión va en aumento como se ve en las cuentas de resultados» y, al final, los accionistas pueden tener la tentación de tomar alguna decisión.
«En cualquier caso no va a ser mañana. Será dentro de dos, tres o cuatro años y dependerá de esa presión de los accionistas», puntualizaba. Y, elucubrando, sobre quienes pudieran ser los protagonistas. «Al final, estas situaciones se resuelven con un fuerte que compra un débil», decía González, porque, en alusión directa a lo que sucedió con Bankia, «con la unión de varios débiles pasa lo que pasa».