Castells asegura que quiso crear un banco malo catalán
El ex conseller afirma que ahora todo el mundo podrá aprender la lección de una burbuja inmobiliaria que nadie pensaba que explotaría
El ex conseller Antoni Castells vivió el inicio de la crisis de las cajas de ahorro, que derivó, ya con el nuevo Govern de Artur Mas, en la práctica desaparición de las entidades. En esa última fase, sin embargo, el conseller de Economia bajo los presidentes Pasqual Maragall y José Montilla, trató de poner en marcha una alternativa para salvar las cajas. Lo que después decidió crear el Gobierno de Mariano Rajoy, un banco malo, Castells quiso constituirlo a partir de los recursos del ICF.
Castells ha explicado esa posible alternativa en la comisión de investigación sobre las cajas de ahorro en el Parlament. No fue posible, sin embargo, por la falta de recursos financieros de la Generalitat. “Si la Generalitat hubiera dispuesto de una situación financiera saneada, habría sido una opción”, ha asegurado ante las preguntas de los grupos parlamentarios.
El ex conseller ha insistido, en toda su comparencia, que la crisis de las cajas fue progresiva, y que no hubo responsabilidades penales, al margen de los casos que siguen su curso judicial. “Pudo haber mala gestión, pero eso es una cosa distinta”, ha afirmado.
Problemas de saneamiento
En el caso de haber creado un banco malo para las entidades, con el objeto de que derivaran los créditos o los activos dudosos, Castells ha explicado que se acabó descartando porque exigía una potencia financiera que el Institut Català de Finances (ICF), no tenía. El proceso era complicado, como se evidenció después cuando el Gobierno español quiso crear el banco malo para todo el sector financiero, y que ahora se conoce como la Sareb. Se pensó en hacer un banco malo para cada entidad, o un banco malo común. Pero, finalmente, se descartó.
“Nos pareció que la buena dirección era ayudar a las entidades con problemas de saneamiento”, pero siempre que hubiera “un plan de viabilidad y se comprometieran a sacrificios”, ha asegurado Castells, que ha lamentado que el proceso fuera excesivamente lento. Todo ello coincidió con un agravamiento de la crisis, que desbordó al propio equipo económico del conseller, siempre en contacto con el Banco de España.
La lección se aprendió tarde
Ahora, la burbuja inmobiliaria se conocía. El propio Banco de España había alertado sobre ello en el ya lejano 2003, con el ministro Rodrigo Rato al frente del Ministerio de Economía. Castells ha considerado que ahora “se sabe todo”, pero que la lección se ha aprendido tarde. “Se tardó en reaccionar porque estábamos en un territorio desconocido y había un factor, que era esperar que mejorara la situación, comenzado por el sector inmobiliario”, ha señalado. Se esperó, y la situación empeoró.
Castells ha insistido, con varias referencias a expertos económicos, que la ola no se vio venir. Que se pensó en una crisis conocida, con parámetros ya experimentados, y la crisis se lo llevó todo por delante, teniendo en cuenta que la advertencia del conseller de Economia, en todo momento, fue que no se debía repetir lecciones del pasado.
Los bancos, interesados en adquirir las cajas
Históricamente, cuando ha ocurrido un desastre financiero, el mapa catalán ha cambiado. Y Castells quería evitarlo a toda costa. Prueba de la velocidad de la crisis, según Castells, es que cuando dejó en 2010 su responsabilidad, no se conocía el problema de las participaciones preferentes. Castells apoyó el FROB, el instrumento que constituyó el Banco de España, y este lunes ha recordado que valora los intentos del regulador por salvar el mapa de cajas. Pero que fue imposible.
“Es evidente también que había un clima, un clima de opinión, de que las cajas no interesaban, de que eran algo extraño el sistema”, ha afirmado, en alusión al interés de los bancos en hacerse con las entidades.
El caso de Caixa Girona
Otra de las cuestiones que han surgido en la comisión de investigación del Parlament se centra en las retribuciones millonarias de algunos directivos, que se conocieron más tarde. “Si hubiéramos detectado alguna irregularidad, habríamos acudido al regulador, porque no teníamos competencias para actuar de forma directa”, ha señalado.
El diputado de Ciutadans, Jordi Cañas, ha insistido en pedir responsabilidades. “No acuso a nadie, pero si queremos responsabilizar a alguien”, ha precisado. Castells ha incidido en que siempre trabajó por el bien público.
Una de las paradojas del proceso de fusiones que se acometió bajo el mandato de Castells fue la situación de Caixa Girona. El diputado de Convergència, Ferran Falcó, le ha recordado que “menos mal que no se fusionó y cayó bajo el manto de La Caixa”, y no, como pasó después con otras cajas catalanas, bajo el poder del BBVA, que ha acometido un plan de reorganización de las plantillas.
“La vida da vueltas sorprendentes”, ha concluido Castells, que mostró su enojo, en su momento, cuando Caixa Girona no se fusionó con el resto de cajas catalanas que dieron pie a Unnim, (Caixa Manlleu, Caixa Terrassa y Caixa Sabadell) cuando, de hecho, la operación estaba prácticamente cerrada.