Volkswagen Navarra asume que volverá a parar la semana que viene
Los sindicatos y la dirección de la planta se reunirán este jueves para decidir si interrumpir la producción en función de la disponibilidad de componentes
El suministro de semiconductores es tan volátil que puede impactar en mayor o menor grado a una fábrica automóvil con tan solo una semana de antelación. Mientras Seat espera poder mantener los seis turnos extra convocados para el mes de setiembre, la planta de Stellantis en Figueruelas y la fábrica de Volkswagen situada en Pamplona vuelven a la cuerda floja y se enfrentan nuevos paros de producción.
El sindicato UGT anunció la semana pasada que el centro pamplonés cerrará este viernes 2 de setiembre por falta de piezas necesarias para producir coches. Fuentes sindicales consultadas por Economía Digital ya aceptan los escenarios más pesimistas y asumen que volverán a parar la producción la semana que viene por la escasez de material. Desde la empresa explican que la dirección y la parte social se reunirán este jueves para abordar si la disponibilidad de componentes les permite mantener todos los turnos en pie durante la semana o si, por lo contrario, se volverán a parar las cadenas de montaje.
Tras las vacaciones, los sindicatos auguraban un regreso al trabajo más estable, pero han visto como esta crisis, que afecta por igual a todo el sector, les vuelve a trastocar los planes. “Esperábamos más solvencia a la vuelta de las vacaciones. Nos encontramos que la situación continua igual que cuando nos fuimos”, afirman. Los paros llegan después de un mes de producción, interrumpida por una semana de descanso a la mitad de agosto, dado que la planta programó la mayor parte de las vacaciones para julio.
“Esperábamos otra situación porque la empresa nos decía que tendríamos un segundo semestre mejor. Puede que a nivel consorcio sea así, no tenemos el control sobre la distribución”, apuntan desde la representación de los trabajadores en relación con el reparto de semiconductores entre las múltiples plantas del grupo alemán.
En este sentido, los sindicatos ven probable que Volkswagen decida priorizar el abastecimiento de sus fábricas en Alemania o China, ya que, más allá de la crisis de los semiconductores, han interrumpido la producción durante semanas en los últimos meses por el efecto de la guerra en Ucrania y de los confinamientos por el covid, respectivamente. Aun así, los empleados esperan que la oferta de chips se incremente en otoño y que, de repartirse, estos paros sean fenómenos aislados.
Sin embargo, la planta navarra de la empresa dirigida en España por Laura Ros ya ha tenido que parar las líneas de producción nueve veces a lo largo de este 2022. Recientemente, ya cerró el 20 de junio por falta de piezas. Unos días antes, el 13 de junio, la factoría dejó de producir por la escasez de columnas de dirección y, del 25 al 30 de mayo, por la bajada la oferta de materiales semiconductores.
Unos 9.000 coches incompletos
Este centro, que ensambla los modelos Polo, T-Cross y Taigo de la marca Volkswagen, tiene una capacidad de producción de 1.438 coches diarios. Si la planta acarrea casi una decena de días con las cadenas totalmente paradas, esto implica que ha dejado de producir mínimo unas 13.000 unidades en lo que va de año.
Muchos de estos coches se hallan ahora mismo incompletos, dado que una de las piezas que escasean son los sistemas MIB, un elemento compatible con el funcionamiento básico del vehículo que permite dejarlo casi acabado. Los sindicatos cifran esta afectación en 9.000 unidades, que se están derivando, además de por la fábrica navarra, a las campas de Santander e Irañeta.
Tanto para la empresa como para los sindicatos, la principal prioridad es terminar estos coches para poder sacarlas al mercado cuanto antes. El siguiente objetivo pone sus esfuerzos en obtener el material necesario para desarrollar la actividad habitual sin obstáculos. En última instancia, se buscarían medidas incluidas en el convenio colectivo para convocar turnos extra e intentar dar un impulso al ensamblaje y recortar la diferencia entre las previsiones y la producción actual.
Aunque están totalmente abiertos a negociar un incremento de la carga laboral, a cuatro meses de finalizar el año los sindicatos ven muy improbable volver a las cifras de 2019, el último año que la automoción operó con normalidad antes de la pandemia y a la crisis de los microchips. “Es casi imposible recuperar lo perdido. Aunque vinieran piezas, no hay tiempo”.