Vodafone, condenada a vender su negocio de cable de 4.000M tras quedar fuera de las fusiones
Hace un mes todas las quinielas apuntaban a una fusión entre Vodafone y MásMóvil; pero eso se ha borrado de un plumazo y toca resetear
El sector español se las telecomunicaciones ha entrado en su fase decisiva de consolidación, y Vodafone España por ahora se ha quedado fuera de juego. De hecho, se ha quedado excesivamente fuera de juego en la configuración del nuevo puzle del sector. Tras la negociación en exclusiva que han iniciado Orange y MásMóvil, el operador rojo debe resituar su estrategia. Gran parte de este movimiento pasa por ampliar su caja para enfrentarse a los nuevos retos en solitario.
Hace un mes todas las quinielas apuntaban a una fusión entre Vodafone y MásMóvil. De hecho, sobre todo los rojos, parecían haber aprendido la lección del año pasado -donde encalló la negociación-, y en esta ocasión los números cuadrarían mejor. Para eso estaba el nuevo CEO, Colman Deegan; y por eso el máximo responsable del grupo, Nick Read, había bendecido las operaciones corporativas en toda Europa, incluida España. Pero todo eso se ha ido al traste, y ahora mismo hay que pensar con urgencia en un ‘plan B’. Y todo ello en mitad de un escenario de guerra comercial donde los márgenes siguen erosionándose con dureza.
En este contexto, un reciente informe de Barclays resulta muy contundente con Vodafone. Apuntan a que el ROCE de la compañía en España está casi a cero. Se trata de un término económico que valora la rentabilidad de la empresa con respecto al capital utilizado. Bajo esta perspectiva, sobre todo la que afecta a la caja, es donde el operador tiene que sentar las bases de su nuevo modelo de negocio una vez se creen en España dos compañías de gran tamaño como Telefónica, y la resultante de la unión de Orange y MásMóvil.
Por todo esto, la casa de análisis advierte de que el único ‘plan B’ en estos momentos pasa por deshacerse de su infraestructura fija. En concreto se trata del HFC. El cable que compró a Ono -junto a los clientes- en su momento por más de 7.000 M€, y ahora Barclays lo tasa en 4.000 M€. Una ‘leve’ diferencia sin que además haya tenido una gran amortización, y cuya utilidad desde que se iniciaron los despliegues masivos de fibra ha sido bastante escasa.
En estos momentos Vodafone atesora en España más de 7 millones de accesos de cable. Sin embargo, solo tiene utilizados 1,4 millones, según los últimos datos oficiales que ofrece la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Esta infraestructura, que hace años tuvo bastante valor, y la venta de Ono es un ejemplo, en estos momentos tiene escaso sentido estratégico. De hecho, en un encuentro con la prensa durante el pasado Mobile World Congress (MWC), directivos de Vodafone aseguraban tener disponibilidad de fibra en más de 25 millones de unidades inmobiliarias.
Esto significa que su propio cable es más un activo para reducir costes, porque pueden tener a clientes en su propia red, pero en realidad sería difícil explicar a nuevos usuarios que van a tener HFC y no fibra, cuando en toda España ya hay acceso, sea con acuerdos o a través del negocio mayorista sobre todo de Telefónica.
Vodafone: ¿vender o no vender?
Con los datos que ofrecen los analistas sobre la mesa, parece que a Vodafone no le queda otra opción que la venta. Algo, por otra parte, que tampoco será sencillo. Pero eso llegará más adelante. En cuanto a la duda inicial sobre si debe vender el HFC, Barclays lo refleja muy claro con los datos de rentabilidad: necesita caja para seguir invirtiendo -sobre todo el esfuerzo que requiere el 5G-. Y aquí es donde el operador rojo se juega su futuro. Y la suerte es que tendrá tiempo para meditar.
Según cálculos aproximados, el estudio regulatorio de la fusión entre Orange y MásMóvil estará parado en Bruselas, como poco, un año y medio. Y eso con cálculos optimistas. Por lo tanto, Vodafone tiene todo ese tiempo para abordar tres escenarios.
El primero de ellos, el más agresivo: vender el cable que no necesita y salir al mercado a por Digi o Finetwork, de la cual es su mayorista de redes. Este escenario le deja como tercer actor del sector, con buen número de clientes, y algo de red fija propia. Además de ser una compañía relevante en el segmento móvil. El segundo escenario es rebajar su perfil, potenciar Lowi, y quedarse como una especie de operador virtual (OVM) con mucha relevancia. El problema es que su estructura de costes es enorme para esta opción. La tercera vía, que expertos del sector no descartan, es que Vodafone recoja el aparejo y dé por finiquitada su aventura en España. Al menos en el negocio fijo, algo que sería una vuelta al escenario segundo, donde se desarrolla el fuerte de su actividad como compañía móvil y ‘tech’ enfocada a los servicios digitales.
Y quién va a comprar el cable
Los Pdf para desarrollar informes aguantan todas las conjeturas. El problema es llegar a su ejecución en un mercado donde la rentabilidad manda, y sobre todo si hay fondos de inversión detrás. Desde hace meses se especula con que Onivia, operador neutro de infraestructuras, se haga con todo el cable de Vodafone. También se ha llegado a hablar en la prensa sobre un potencial interés de Telefónica.
¿Problema? No vale para mucho; al menos el material. Tendrían que hacer una reestructuración tecnológica de la red y adaptarla. Luego ya Onivia vería cómo le saca rentabilidad. Y esa es la clave. Este operador está gobernado por diversos fondos que, ante todo, quieren réditos de manera temprana. La conversión de 7 millones de accesos de HFC, en algo que todavía no se sabe cómo se ejecutaría, suene a mucho tiempo.
Ante este escenario, en Vodafone tienen tiempo para pensar. Pero ese tiempo fue el que usó Orange para tranzar un acuerdo de fusión con MásMóvil. Por lo tanto, el operador rojo debe ser cauto, porque las decisiones marcarán su futuro, pero también ágil.