Un directivo de Lavazza hace de su pasión por el chocolate un negocio de éxito
Los fundadores de Chök prevén abrir su segundo local en Barcelona y mantener el ritmo de ventas que ya duplica a las de 2014
Cómo hacer de un hobby un negocio rentable. Esa es la historia del director general coffee shops España de Lavazza, Fernando Madrid, que junto a su mujer, Débora Coimbra, fundaron Chök, un local en el corazón de Barcelona sólo apto para amantes del chocolate.
Este matrimonio levantó la persiana de su primer local en agosto de 2013 sin dejar de lado sus responsabilidades en Lavazza y en la facultad como profesora, respectivamente. La idea era trasladar su pasión culinaria con el chocolate como base y hacer de ello un local. Una tienda en la que el cliente fuera testigo del proceso de elaboración de los productos y en donde el dulce y el salado con sabor a cacao centraran la atención, con el donut casero como auténtico protagonista.
Necesidades financieras de 200.000 euros
La ubicación fue una casualidad predestinada. La tienda se inauguró en 1850 para albergar en su interior una fábrica de chocolate. Una arquitectura modernista que estos emprendedores han conservado en su medida dándole un toque actual.
El arranque no fue fácil, como explica Madrid. La inversión inicial fue de 130.000 euros, aunque las necesidades financieras elevaban la suma a los 200.000 euros. El matrimonio reconoce que en los primeros meses no encontraban la fórmula para atraer al cliente más allá del escaparate y fue entonces cuando Madrid se dio unos meses más para decidir si cortaba o no la hemorragia empresarial.
Dos préstamos que inyectaron oxígeno
Pero en diciembre de ese año llegó la válvula de oxígeno para el negocio: un préstamo participativo de Enisa de 50.000 euros, avalado al 100% por el Estado. Una inyección a la que se sumaron otros 60.000 euros suscritos por el Institut Català de Finances (ICF). Y a partir de enero, en vez de la dolorosa cuesta arriba, emprendieron el camino que revirtió la situación.
Chök registró un cambio de tendencia. La inyección dio un respiro a los emprendedores y el impacto en las redes sociales generado por los turistas, sus mejores clientes, hizo el resto. «El gran cambio se produce en abril y mayo…pero es agosto el mes más bestia de ventas». Con todo, la facturación desde agosto hasta diciembre de 2013 fue de 60.000 euros y la del ejercicio completo de 2014 alcanzó los 240.000 euros. «En agosto casi triplicamos las ventas. Llegamos a vender hasta 5kg de trufas al día».
Menos dependencia bancaria
Pero no fue sólo la financiación. También el pasivo dio un giro de 180 grados. «Al principio estábamos financiados a un 80% con recursos bancarios y en 2014 bajamos hasta el 30%. En 2015 queremos situarnos entre el 15% y el 20%». Al mismo tiempo, han pasado de una mínima plantilla de tres personas hasta las siete que actualmente trabajando en este pequeño local situado junto a La Rambla.
El objetivo de 2015 es el de ampliar el número de locales. Por ello, se ultiman los flecos para abrir el segundo Chök en el centro de la capital catalana. Y aunque han llegado propuestas para llevar el modelo de negocio a Francia, Alemania y Emiratos Árabes, estos empresarios sólo contemplan la masterfranquicia como posible vía de expansión.
A los nuevos locales se sumarán el resto de actividades como los talleres de cocina impartidos en la misma tienda, lanzarse a la venta de food track y mantener el negocio del catering.