Telefónica invierte en satélites y echa una mano al Gobierno con el desarrollo de 5G
El Gobierno se autoimpuso unos objetivos de cobertura de 5G muy ambiciosos; aunque tendrá ayuda en ciertas tecnologías
El Gobierno lanzó a principios de junio un gran órdago en materia digital. Se comprometió a tener disponibilidad como mínimo de 100 Mb/s de velocidad en internet en todo el territorio nacional para el verano de 2023. Se trata de un reto importante y que necesitará de algún tipo complemento tecnológico. Todas las luces señalan al satélite, y aquí es donde ha aparecido Telefónica -en una de las ramas del negocio- con su inversión en este segmento.
Todo arranca con un compromiso bastante electoralista. El ministerio comandado por Nadia Calviño introdujo en la Ley de Telecomunicaciones una apuesta sobre el desarrollo de 5G en España. Según datos del propio Gobierno, en la actualidad, España cuenta con una cobertura de banda ancha a 30 Mb/s del 92% (en las zonas rurales 65%); y del 87% a velocidad de 100 Mb/s. De hecho, según los planes que había en el ministerio del ramo, cuando se ejecutasen todos los planes que había proyectados en materia de banda ancha entre 2021 y 2023, la cobertura de velocidad ultrarrápida (100 Mb/s) alcanzaría al 92,7%. Pero de repente el Gobierno ha dado un giro que no será sencillo de resolver. Aunque han salido los primeros botes salvavidas -que aunque específico para un nicho concreto, ayudará-.
Esta semana se ha conocido que Telefónica a través de sus divisiones Telefónica Tech y Telefónica Global Solutions (TGS), y Sateliot, operador de telecomunicaciones vía satélite, colaboran en el desarrollo de un innovador servicio de conectividad con tecnología 5G NB-IoT dual en el que se integrarán la nueva red satelital de Sateliot con las actuales redes NB-IoT terrestres de Telefónica Tech para ofrecer conectividad IoT donde el cliente precise, incluyendo cobertura marítima.
El objetivo es complementar la propuesta de valor de Telefónica Tech con un servicio satelital global mediante constelaciones de órbita baja (LEO, Low Earth Orbit) para dar conectividad 5G NB-IoT. Estas constelaciones orbitan a una altura de entre 500 y 1.000 kilómetros, mucho menor que los tradicionales satélites geoestacionarios. Asimismo, al ser compatible con los estándares de 3GPP, permitirá que los dispositivos NB-IoT se conecten de forma transparente tanto a las actuales redes terrestres como a la nueva red satelital.
Este innovador servicio de conectividad 5G vía satélite no requerirá utilizar dispositivos diferentes a los que ya se usan en la conectividad NB-IoT y se prevé que la agricultura, industria naviera, parques eólicos, huertos solares y ganadería sean los sectores más beneficiados por ser los que necesitan cobertura en zonas remotas. Telefónica Tech y TGS tienen previsto iniciar los primeros pilotos precomerciales con clientes a finales de este año.
Necesidad de 5G
En este contexto de necesidad de alternativas para alcanzar los objetivos, las opciones de Gobierno pasan por inundar de ayudas públicas el desarrollo de infraestructuras para llegar a tener tanta velocidad de bajada.
Por un lado, están los planes UNICO, que ahora mismo son el gran motor para el despliegue de tecnología; o bien habría que centrarse en el ‘5G fijo’, que puede dar esas velocidades; o por último centrarse en las ayudas a las empresas de satélite. En todo caso, se trata de una promesa -justo en el año que habrá elecciones- que tendrá un gasto directo para las arcas del estado. Sobre todo, porque las zonas que ahora mismo están sin esa capacidad de conexión, precisamente, es porque tienen un alto coste su desarrollo.
En todo caso, es probable que el Gobierno termine alcanzando ese objetivo, pero nunca será con fibra, al menos en esa fecha marcada. Por lo tanto, luego tendrá que explicar por qué en determinadas zonas hay que atenerse a algunos tipos de tecnología en concreto. Es decir, intentará asegurar que existe esa disponibilidad, aunque el camino para ello haya sido caro.