Se acabaron los pinchos en los nuevos Lizarrán
Lizarrán extiende su marca Gastro, donde hay platos y raciones y declara el fin de su peor crisis
Los nuevos Lizarrán ya no tendrán pinchos. Los platos de arroz con calamarcitos han sustituido a los pinchos de chistorra, tortilla, las “bombas” y las mini hamburguesas. Lizarrán, la mayor marca de Comess Group, ahora está enfocado en su nuevo modelo de franqucia, Lizarrán Gastro, más parecida a las cervecerías de moda y con comida de mayor calidad que los bares de pinchos baratos.
Lizarrán Gastro es el nuevo concepto de la empresa que comenzó en el puerto de Santa Pola (Alicante) y que ha ido extendiéndose lentamente. Hasta ahora funcionan cinco restaurantes, pero la compañía calcula que puede llegar hasta 30.
Las nuevas franquicias tienen el mismo coste que los locales anteriores (unos mil euros el metro cuadrado) y han sido asignadas a viejos franquiciados que ya trabajan con la marca tradicional, según ha explicado a este diario el mayor propietario de la compañía, Manuel Robledo. Los platos no tienen precio low-cost. Cuestan unos 10 euros.
Lizarrán ahora prueba con un modelo diferente al de los «pinchos por impulso»
Lizarrán ha crecido con un modelo de “pinchos por impulso” que requiere constante rotación de comida, tanto en los mostradores como en las mesas. La cocina no deja de sacar pinchos calientes que se ofrecen en las mesas sin ser demandados. Este esquema ha sido cuestionado por los franquiciados arruinados con este modelo y que aseguran que el negocio es una máquina de “tirar comida y dinero”.
«Intentan disimular con Lizarrán Gastro el fracaso de Lizarrán de toda la vida», explica un exfranquiciado de Madrid que perdió su inversión. «Intentaron el modelo Lizarrán-Pasta City (otra marca de Comess Group) en el mismo espacio y no les dio resultado. Luego hicieron lo mismo con el Lizarrán-Cantina Mariachi. Y ahora intentan esto», explica el exfranquiciado crítico.
Después de la crisis
Lizarrán pasó sus peores momentos en los años de crisis y decenas de locales cerraron al no poder rentabilizar las inversiones. En Galicia prácticamente no quedó ninguno en pie y un grupo de inversores se quejó a este diario por el mal funcionamiento del negocio.
Pero la buena marcha económica del país parece haber dado un respiro a la empresa. Hoy, su máximo accionista, Manuel Robledo, asegura que la contabilidad está completamente saneada. Ahora, su ebitda es de 4,5 millones de euros cuando su deuda es de unos 9,5 millones de euros. “Tenemos unos números muy buenos. Estamos en plena forma”, explica Robledo.
Lizarrán atravesó el año pasado una de sus peores crisis. Tras el cierre consecutivo de locales, la compañía también se vio ahogada en deudas, una situación que solucionó –al menos de forma temporal— con la entrada del fondo Oquendo, que ahora cuenta con el 40% de la empresa.
Al margen de la nueva franquicia Gastro, la compañía asegura que seguirá expandiendo el modelo tradicional porque considera que todavía hay espacio para muchos locales de la marca. La red cuenta con 215 establecimientos (280 incluidas el resto de marcas del grupo) pero quiere seguir creciendo en España, Estados Unidos, Japón y América Latina. En los nuevos locales, potenciará platos y raciones. Y en los tradicionales, seguirá con la campana en la cocina que anuncia los pinchos calientes. La comida no puede dejar de rodar en los viejos Lizarrán.