Rosell propondrá una junta de consenso… y Garamendi recogerá el guante
El presidente de Foment del Treball asegura que los resultados electorales en la CEOE darán "estabilidad y continuidad" a la patronal española; Lázaro, clave en la victoria de Rosell, toma los mandos de CEIM en Madrid
El reelegido presidente de la CEOE, Juan Rosell, propondrá la constitución de una junta directiva de consenso a su contrincante, Antonio Garamendi. Los resultados de las elecciones en la gran patronal española han sido más ajustados de lo que ambas candidaturas honestamente esperaban.
Un empresario de Córdoba resumía, bajo condición de anonimato, el proceso: «Me han presionado tanto, que he acabado votando al contrario».
La diferencia es de apenas 33 sufragios y, por esta razón, los hasta ayer aspirantes tardaron pocos minutos en establecer una suerte de acuerdo verbal: el empresario barcelonés extenderá la mano y el vasco recogerá el guante «sin condiciones», como él mismo ha asegurado a este diario.
División en la patronal
El pacto tendrá la misión de unir las costuras que saltaron por los aires después de la asamblea electoral. Rosell ganó con los apoyos de las grandes empresas, de los sectores financieros y de los innovadores. Las pymes y la industria tradicional están con Garamendi, entre quienes, simplemente, ha arrasado.
En clave geográfica, Madrid, Cataluña, Andalucía y Galicia respaldaron la reelección; mientras que Comunidad Valenciana, País Vasco y las dos Castillas son los fortines del aspirante. La opción alternativa al presidente de la CEOE desde 2010 ha logrado congregar toda la oposición bajo su manto.
Estabilidad y continuidad, según Montellà
Se trata, sin embargo, de un escenario «que dará estabilidad y continuidad a la patronal». El análisis lo comparte con Economía Digital el presidente de Foment del Treball, Joaquim Gay de Montellà. El patrón catalán valora «positivamente» el resultado de su padrino Rosell, aunque admite que «el respaldo se ha deteriorado respecto al logrado en 2010».
En la otra base de la victoria de Rosell, Madrid, sus jefes empresariales también emanan una lectura optimista. Juan Pablo Lázaro garantiza el apoyo de la CEIM durante los próximos cuatro años. La posición está pactada con Arturo Fernández, el presidente saliente por sus distintos escándalos. El relevo en la cúpula se produce este jueves sin cambios en lo sustancial.
Posiciones comunes
Con la balanza de poder perfectamente identificada, Rosell y Garamendi se disponen a pactar en base al programa electoral que los une. Se han limado, al menos por ahora, el resto de diferencias (basadas en las subvenciones a la formación y en cómo enfocar el diálogo social) y las acusaciones de «juego sucio».
Las posiciones comunes se basarán en presionar a las administraciones para que contraigan la deuda pública, se genere el mercado único europeo y se alcance una mayor seguridad jurídica. La patronal peleará porque el crédito llegue «adonde resulta más difícil»: las pymes. Ambos candidatos opinan que «los millones de parados pesan como una losa».
La declaración textual es de Rosell, aunque Garamendi la suscribió después del discurso de reelección. Esas palabras para abrir mandato fueron particularmente duras con los autores de un informe anónimo que, a juicio del empresario barcelonés, le calumnia. «No todo vale en el campo empresarial», dijo con cierto rencor.
Euforia en el equipo de Garamendi
«Hemos de recuperar y exigir las buenas formas», pedía Rosell. A pie de escenario, Garamendi enterraba la hacha de guerra, si alguna vez la hubo. «Por norma, me desentiendo y no quiero saber nada de lo que sea anónimo». La euforia en su equipo, para cuando dijo esto, era incontenible. «Sus votos son reales; los otros, ya veremos», clamó un seguidor.
En todo caso, y a pesar de las estrecheces del conteo, Rosell se mostró satisfecho.
«Hemos votado y debemos hacerlo más sin incurrir en el error de acabar como una formación asamblearia». A su alrededor, los técnicos del Palacio de Congresos de Madrid desmontaban la escenografía de cumbre europea elegida para la ocasión. Eran las dos de la tarde y las delegaciones empresariales partían hacia la estación de Atocha.