¿Quién gana y quién pierde en La Seda de Barcelona?
Los pequeños accionistas dan por perdida su inversión mientras la dirección mantiene apartado el negocio de embalaje del proceso de liquidación
Juan López (nombre ficticio) decidió hace casi nueve años invertir 10.000 euros en acciones de La Seda de Barcelona. La experiencia en la bolsa de este madrileño es limitada. Relata que apostó por la química catalana “de rebote”, por la recomendación de un amigo suyo que también compró títulos del grupo. Su cotización está suspendida desde el pasado 17 de junio, casi un mes antes de que entrara en concurso de acreedores.
La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) retiró de forma cautelar el valor del parqué cuando el papel se pagaba a 0,729 euros. Lejos de los 214 euros con los que cerró 2005, cuando López entró en la compañía, o los 391,5 con los que arrancaba el año 2000. “Ellos son los verdaderos perdedores en la historia de La Seda”, asegura un empresario que vivió de cerca los vaivenes de la compañía hace años. Tanto por la depreciación del valor como porque en el proceso concursal lo más probable es que no acaben cobrando, añade.
La Seda de Barcelona se ha quedado a las puertas de convertirse en una compañía centenaria. La apertura de la fase de liquidación de la holding hace una semana implica un punto y aparte en la historia del grupo. “Ya no será igual como la hemos conocido”, lamenta uno de sus empleados.
Negocio químico
El negocio químico es el que más ha sufrido. También es el que menos interesaba a la dirección de la compañía, encabezada hasta hace pocos días por Carlos Moreira (BA Vidro). Los empresarios portugueses nunca han escondido que su verdadero interés en La Seda está en la división de embalaje.
Casi medio año después de que decretaran el concurso voluntario de acreedores, de las siete plantas dedicadas a la fabricación de plástico PET o derivados que el grupo tenía en todo el mundo, sólo quedan tres en marcha. Las dos catalanas (la sede de El Part del Llobregat y la factoría de Tarragona) y el centro de Turquía. La fábrica de Balaguer (Lleida), ha estado parada hasta que la empresa catalana Marketing Mix tomó su control a finales de enero por orden del juez, aseguran los mismos interlocutores.
Embalaje
La división de embalaje, denominada Appe, es harina de otro costal. La actividad en todas las fábricas se mantiene de forma habitual y ni Moreira ni el administrador concursal, Forest Partners, han solicitado la apertura de la fase de liquidación.
“No hay ninguna prisa a que se concluya”, aseguran fuentes conocedoras del proceso judicial. La partida de ajedrez entre Moreira y BA Vidro por un lado y el fondo Anchorage junto a la banca acreedora por otro, continúa.
Pulso entre las partes
¿Llegarán a un acuerdo? Se ha dado por sentado el pacto entre las partes en dos ocasiones. En abril y hace aproximadamente un mes. Fuentes cercanas al grupo estadounidense afirman que se sienten decepcionados por no poder llegar, por segunda ocasión, a una solución de consenso con el accionista a pesar de las múltiples propuestas que ha hecho llegar al grupo portugués.
¿BA Vidro y Caixa Geral (la entidad portuguesa con una participación importante en La Seda) han tirado la toalla? “Quizás dan por perdida su inversión, y no ha sido baladí”, sentencian las fuentes consultadas.
Con todo, el juego está abierto.