¿Qué piensa Fainé sobre su futuro?
El presidente de Caixabank baraja la posibilidad de dejar la entidad antes de tiempo para centrarse en la dirección de la fundación bancaria. Da comienzo su largo adiós
El presidente de La Caixa, Isidro Fainé, baraja la posibilidad de dejar su cargo en Caixabank antes del 30 de junio para centrarse en la presidencia de la Fundación Bancaria La Caixa; o, lo que es lo mismo, dejar el banco para convertirse en su primer accionista. Cumpliría así con la exigencia de la Comisión Europea, que prohíbe a las cajas de ahorros convertidas en bancos simultanear la presidencia del banco con la de la fundación propietaria de la misma.
Aunque Fainé deje el banco, no se alejará demasiado. «Es aún hoy, por trayectoria, capacidad y conocimiento, el auténtico banquero de La Caixa», afirman las fuentes consultadas. Por esta razón, Fainé seguirá siendo banquero, sin dejar del todo el oficio de bancario, por utilizar el término que señala el cuidado de la intermediación, ahora que la estrechez de los márgenes va para largo.
Cambiaría de silla, pero no de gorra. Y lo haría coincidiendo con un vacío de poder político en España de más de medio año. Mientras el presidente medita, los directivos de Caixabank se preguntan si el cambio será total o si Fainé mantendrá su despacho poliédrico con ventanales abiertos a la alta Diagonal para seguir decidiendo, aunque sea indirectamente. Al fin y al cabo, es el mejor activo que tiene la casa.
Un sabio estoico
Entre los tipos de interés negativos y la barra libre de Mario Draghi, la banca tiene que hacerse cada mañana la misma pregunta: ¿exceso de liquidez o exceso de riesgo? Salir de la crisis se ha convertido en algo más difícil que la propia crisis. La posible retirada de Fainé, camino de los 74 años, coincide con el stop and go del relevo generacional en el IBEX, iniciado por César Alierta, pero rechazado por Francisco González que ha renovado al frente del BBVA.
Fainé vive la madurez de su carrera profesional como un sabio estoico, pero a lomos de una entidad que tiene la aceleración de un fórmula 1 y el adorno ecléctico de las torres negras. Aprendió muy joven la tradición calvinista de los bancos de familia, gracias a su paso por la Riva y García y la Jover. Durante su breve estancia en Banco Unión, vio de cerca las caídas de los Urquijo, Mas Sardá o Internacional de Comercio durante el efecto dominó de la llamada banca industrial de los setentas.
Había iniciado su carrera profesional como responsable de Inversiones en el Banco Atlántico en 1964 y más tarde, en 1969, se incorporó como director general del Banco de Asunción, en Paraguay. Nacido en Manresa en 1942, Fainé desempeña la presidencia de Caixabank desde 2009. Es doctor en ciencias económicas, ISMP en business administration por la Universidad de Harvard y diplomado en alta dirección por IESE.
Las dos almas
El líder del grupo financiero catalán resume las dos almas del negocio: banca e industria. La importancia de esta segunda se ve en la precisa arquitectura accionarial en la que Telefónica y Repsol, junto con los paquetes en entidades internacionales como BPI o ERSTE, dependen directamente del Caixabank. El resto de participaciones en empresas –Gas Natural, Suez Environnement o Abertis, entre otras–, cuelgan linealmente de la holding Criteria, propiedad 100% de la fundación.
El tótem de La Caixa sigue siendo su obra social. Fainé se expande a través de su segunda vocación: el primer patronato español que, con un presupuesto anual de 500 millones de euros, está muy por delante de las fundaciones del Santander, Inditex o Telefónica. La Caixa, que nació en 1904 con la finalidad social de evitar la exclusión financiera, fue precursora de la previsión social, uno de los pilares básicos del Estado del Bienestar.
Más de cien años después, Fainé se ha mantenido fiel al espíritu fundacional de Moragas i Barret, sosteniendo contra corriente el presupuesto de la obra social en los momentos más duros de la crisis y manteniendo a la entidad cerca y sensible a los avatares de la sociedad que la vio nacer y crecer. Ahora, en lo que podrían ser los prolegómenos de su despedida de la primera línea, el presidente de Caixabank dedica parte de su actividad intelectual a los frentes sociales y culturales de la fundación.
El largo adiós
Su cabeza preludia la próxima senda: el paso al lado, una decisión meditada, aunque no totalmente decidida. Si se confirma, su desmonte será «un largo adiós», no tan sentimental como el de Raymond Chandler, pero sin duda emotivo, tras más de 30 años tirando del carro. Los pronósticos sobre el anuncio de retirada se sitúan alrededor del próximo 28 de abril, la fecha en que está fijada la próxima junta general de accionistas de Caixabank.
La entidad podría deslizar el órdago en medio de un orden del día aparentemente inocuo, destinado a ratificar cambios en el consejo de administración y a la limitación de este órgano a un máximo de 18 vocales. No son pocos los que sitúan el cambio de cargo del banquero catalán en el camino que iniciaron sucesivamente la abdicación del rey emérito y el deslizamiento de Amancio Ortega desde Inditex hacia su emporio patrimonial.
Llegó también el desmarque lento de presidentes, como Antoni Brufau en Repsol, Salvador Alemany en Abertis, dos hombres del ‘entorno Caixa’, y el reciente descarte de Alierta. Los que quieren acelerar los cambios reclaman gestos similares a los 18 presidentes del IBEX que superan la edad de jubilación. Otros consideran que los vaticinios de regeneración por motivos de edad no deberían contar para los patronos.
Metonimia de su propia obra
Algunos ven a Fainé alargando sus vicepresidencias actuales en Telefónica y Repsol. Fainé habla poco y con voz entrecortada. Quienes mejor le conocen ven imposible el enroque del ejecutivo –«me gusta hacer lo que toca en cada momento», suele remarcar a menudo– y destacan su versatilidad en instituciones a las que pertenece como la Asociación Española de Directivos, el Club de Roma o el Consejo Empresarial para la Competitividad.
En estos organismos senatoriales, este hombre enjuto y sigiloso complementará su labor al frente de la Fundación Bancaria La Caixa. El jefe de un patronato que tiene el 56,8% de Caixabank, por medio de Criteria, será el banquero convertido en metonimia de su propia obra. Mandará como la efigie, a través del gesto y la mirada.