Puig pone la primera piedra de su centenario
El conglomerado de moda catalán inicia la construcción de su nueva sede corporativa en l'Hospitalet: una torre de 22 plantas diseñada por Moneo.
Dos generaciones de la familia Puig se han reunido en un solar de l’Hospitalet (Barcelona) para sentar los cimientos del nuevo símbolo de su conglomerado: una torre de 22 plantas y 14.000 metros cuadrados que acogerá, dentro de dos años, la sede corporativa de la compañía. Puig posee el 7% del mercado internacional de la perfumería selecta y ha adquirido recientemente grandes firmas de moda como Carolina Herrera.
El laureado arquitecto Rafael Moneo ha diseñado el edificio (por encargo de CatalunyaCaixa) que se alzará en el distrito económico de la plaza Europa y cuya primera piedra se ha enterrado este lunes. La inauguración coincidirá con el centenario de la empresa, fundada en 1914. Al acto, además, han asistido el presidente de la Generalitat, Artur Mas, la alcaldesa de l’Hospitalet, Núria Marín, y el presidente de la caja de ahorros, Manel Rosell. La família Puig es el segundo gran clan empresarial catalán que se instala en esta zona. Hace unas semanas, los Roviralta cortaron la cinta de la nueva sede de sus laboratorios.
El edificio simboliza una “apuesta y la confianza que en Puig tenemos por el futuro de la compañía”, según ha explicado el presidente de la firma catalana, Marc Puig. Pero más allá del simbolismo empresarial que quieren transmitir, la tercera generación de la estirpe perfumera quiere que este rascacielos se interprete por sus antecesores, muchos de ellos presentes en la ceremonia de la primera piedra, como el compromiso de que ellos también legarán la compañía, cuyo carácter independiente se ha recordado varias veces en el acto institucional, a sus herederos.
De generación en generación
“Recogimos el trabajo de la segunda generación y ahora queremos multiplicar el talento y traspasarlo”. Puig seguirá siendo una empresa familiar, catalana e independiente, según su presidente. Una declaración de principios que Moneo ha querido plasmar con su proyecto. “Aspira a representar las cuotas de excelencia de Puig en una zona que tiene un nuevo protagonismo”. Los espirales de su fachada evocan ese crecimiento y la continuidad.
CatalunyaCaixa, arrastrada por el tocho hasta su práctica nacionalización, se encarga de construir el nuevo edificio, que luego alquilará a los Puig. Invertirá 42 millones de euros. Manel Rosell cree que esta es “la manera de poner en valor unos terrenos –que figuraban en su cartera– y una operación financiera”. “Queremos que este país funcione de otra manera y esta es nuestra contribución”, ha dicho Rosell ante Mas, sin aclarar demasiado qué modelo tiene en mente.
El cerebro catalán
Pero quién sí ha desgranado su modelo de país, al menos en el ámbito económico ha sido el presidente catalán. Fiel a su discurso business friendly, ha dicho: “Necesitamos más empresas como Puig”. “Compañías que crezcan fuera pero que conserven el cerebro en Catalunya”. Mas cree que tener empresas que “vendan más del 50% fuera de España” es necesario para que “el país salga adelante”. Puig factura el 75% de sus ventas en el extranjero
La torre Puig simboliza para la Generalitat la evidencia de que en momentos como el actual, “hay gente que invierte y arriesga”. Este espíritu “debe contagiarse a los jóvenes de hoy, para que la tradición empresarial catalana tome mayor impulso”.