¿Por qué Amancio Ortega nunca habría triunfado en Cataluña?
La empresa familiar catalana sigue sin encontrar el camino para generar gigantes como Inditex o Mercadona. Algunos empresarios y directivos analizan las causas
El modelo clásico de la empresa catalana es familiar. Sólo es necesario echar un vistazo a las primeras filas de la reunión anual del Círculo de Economía, que se ha celebrado en Sitges, donde se reúne lo más granado de la empresa de la región: Artur Carulla –Agrolimen–, José Luis Bonet –Freixenet–, Marc Puig, Joan Molins, etc.
Todos ellos representan a la élite de la empresa familiar, pero no son la norma. Hacerse mayor, no de edad sino de volumen, sigue siendo el gran reto de estas compañías, muchas todavía con la mentalidad de botiguer, del que tiene una tienda y va vendiendo.
A pesar de la tradición de empresa familiar, Cataluña mira con envidia a Galicia con su Inditex o a Valencia con Mercadona, mientras ninguna de las catalanas dan el gran salto que Amancio Ortega o Juan Roig han conseguido. Las grandes compañías de referencia catalanas están en la órbita de La Caixa: Caixabank, Gas Natural, Abertis.
¿Por qué la empresa familiar catalana sigue teniendo un techo de cristal? Los empresarios y directivos coinciden con esta pregunta, pero no encuentran una respuesta fácil. Algunos apuntan a la mentalidad, otros al celo por lo propio, también a una cultura de fomento excesivo de la pyme y demonización de la gran compañía.
Se ensalza demasiado a la pyme
El empresario Javier Faus ve las cosas desde dos puntos de vista. Procede de la empresa familiar pero es un inversor y parte de su trabajo es buscar socios y tejer alianzas. Y lo tiene claro: «Uno de los grandes problemas que tenemos es el tamaño de las empresas».
Su diagnóstico de por qué pasa esto, es que se trata de algo cultural: «Se ha ensalzado demasiado la pequeña empresa, y lo que necesitamos son empresas más grandes».
Antón Costas, el presidente del Círculo de Economía, es un estudioso del tema. Su tesis es que muchas familias conciben la empresa como «un terreno particular, un cortijo propio», donde no quieren que nadie se meta. Por ello, trabajan con una mentalidad conservadora.
Ni fusiones
La misma mentalidad de cortijo hace que les cueste unir fuerzas. Una manera de ganar volumen son las fusiones. Hay casos, como los de Comsa Emte o Almirall y Prodesfarma, pero no son lo más habitual porque las empresas catalanas son «particulares», cree Costas. La muestra es que ambos ejemplos tienen ya unos años.
«Hay un punto del que, no se sabe muy bien por qué, no pasan», explica Antoni Abad, empresario y presidente de la patronal Cecot. «Cuesta mucho cerrar una fusión. A veces prefieren vender la empresa que dar entrada a otros socios», añade.
Hay casos paradigmáticos de ello, como los de Panrico, Caprabo o Chupa-Chups. O la situación que vive Freixenet, en la que el desacuerdo por la gestión ha llevado a una de las familias a impulsar la venta.
A pesar de esta tendencia de resistencia a fusionarse y a dejar entrar a otros en casa, Abad puntualiza que las nuevas generaciones están perdiendo este miedo y ya buscan socios, sean otras empresas o fondos de capital riesgo, para profesionalizar la compañía.
Casos contados
Hay casos de empresas familiares que han buscado socios. Por ejemplo, Ficosa, de componentes de la automoción, se ha asociado con la japonesa Panasonic. O la firma de joyería Tous, que ha dado entrada al fondo Partners Group con el 25% de su accionariado.
Carlos Sanz, vicepresidente de Partners Group, apunta a una falta de exigencia por innovar: «Si quieres crecer, necesitas a alguien que te exija crecimiento y rentabilidad. Nosotros pedimos a las empresas que se arriesguen para conseguir cosas nuevas».
Otros altos directivos y empresarios catalanes, que prefieren permanecer en el anonimato, comparten el diagnóstico de que a la empresa familiar le cuesta crecer y apoyan la tesis del conservadurismo.
Sin embargo, alguno apunta que hay excepciones. Por ejemplo en el sector farmacéutico, como Almirall y sobre todo Grífols, un gigante de los hemoderivados que no para de crecer internacionalmente y que mantiene su capital familiar. Mango y Puig, en el mundo de la moda, también son buenos ejemplos de ello, pero siguen sin ser Inditex.