Pascual sale de España para paliar la crisis y regresa más endeudada
El grupo lechero sale de Venezuela, lo que liquida su plan de expansión por América Latina. En lugar de reducir la deuda con las operaciones exteriores, termina multiplicándola
La empresa lechera que brilló en los años ochenta con un dominio absoluto del mercado español y que cautivó con anuncios de televisión con su famoso «Voy a tomar leche desnatada Pascual» atraviesa un difícil momento después de su último plan de internacionalización.
La compañía salió fuera de España a buscar la rentabilidad que no encuentra en un mercado asfixiado por los fabricantes de leche barata de marca blanca. Y por eso, en plena crisis española, decidió ir a la conquista de Latinoamérica, China e India, pero el fabricante español ha regresado con los platos en la cabeza.
Pascual, que trabaja para contener el endeudamiento, ha registrado más de 17 millones de euros en pérdidas el año pasado, según las cuentas anuales de la compañía registradas en el Registro Mercantil.
A pesar de que exporta a un buen número de países, sus ventas en el exterior se encuentran muy alejadas al plan internacional previsto, según fuentes cercanas a la empresa. La cúpula de Pascual tenía previsto que este año las ventas exteriores superasen el 15% del total de facturación, un porcentaje que debe dispararse hasta el 30% dentro de tres años, una meta casi imposible de cumplir, según explican las mismas fuentes.
Éxito comercial, fracaso empresarial
La compañía se ha rendido ante sus competidores de marca blanca y por ello anunció hace dos años un viraje estratégico que la llevaría a especializarse en soja, bebidas con mezcla de leche y zumos y batidos achocolatados. También concentró esfuerzos para conquistar nuevos mercados pero no ha tenido suerte en su aventura exterior.
Pascual quiso entrar en América Latina y la cúpula directiva tomó una decisión ya cuestionada en 2012: decidió invertir en una fábrica de yogurt de larga duración en Venezuela. La apuesta era arriesgada. Pascual se asoció con Polar, una compañía cercada y acosada por los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. «Ya sabíamos que no traeríamos ese dinero ni en cinco ni tal vez en diez años», explicó hace dos años Tomás Pascual, hijo del fundador de la empresa. «Como empresa familiar que somos, lo vemos todo a largo plazo», añadió entonces.
Pero los planes, se torcieron, tal como habían temido las voces más agoreras de la empresa. El yogurt que no necesita refrigeración, Migurt, ha sido un éxito comercial indiscutible en un país que sufre escasez de alimentos básicos.
La relación comercial se rompió cuando Pascual se negó a inyectar dinero en el proyecto. Entonces, por cláusulas contractuales, el socio venezolano se quedó con toda la fábrica y el producto, según fuentes cercanas a la compañía. Pascual tuvo que paralizar su expansión en Colombia, donde mantiene operaciones, y en el resto de países andinos donde tenía pensado exportar el exitoso yogurt.
A pesar de que busca socios desde 2005 en China e India, la empresa aún no ha anunciado ningún acuerdo de gran alcance en estos dos países.
De reestructuración en reestructuración
La deriva de su estrategia internacional ha coincidido con el agravamiento de la situación de la empresa. Corporación Empresarial Pascual acumula cinco años de pérdidas sostenidas: 6,7 millones en 2011; 9,6 millones en 2012; 19,1 millones en 2013; 2,4 millones en 2014 y 17,3 millones en 2015, lo que suma unas pérdidas acumuladas de más de 55 millones de euros en los últimos cinco años.
La compañía dejó de lado su espíritu original al renunciar a su nombre «Leche Pascual» en 2014 para rebautizarse como «Calidad Pascual». A finales del año pasado, volvió a reestructurar la empresa para crear una unidad de lácteos en una empresa que siempre había sido láctea. Para pilotar esa unidad, contrató a un ejecutivo, Miguel Ángel Rivera, un directivo con amplia experiencia en Unilever en productos cosméticos.