Panrico busca su viabilidad

El pacto entre dirección y plantilla allana el camino a la reestructuración que necesita el grupo y casi supera el preconcurso de acreedores

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Esta semana ha sido clave para Panrico. La compañía controlada por el fondo Oaktree ha conseguido un pacto laboral que esquiva la convocatoria de huelga indefinida a partir de este domingo. Pero las aguas siguen removidas en la empresa. “El trabajo de todos debe continuar, sabiendo que el tiempo es nuestro mayor adversario. Panrico pierde todos los días 150.000 euros”, señalaba el consejero delegado, Carlos Gila, en un comunicado hecho público poco después de firmar el pacto con los trabajadores.

Es otra rúbrica la que persigue el directivo con su plantilla, destacan fuentes empresariales. La cúpula del grupo busca desde un primer momento un pacto con los trabajadores que rebaje los costes laborales para ser más competitiva.

Más gestión

Los empleados son conscientes de que la aspiración de Oaktree no se limita a abandonar definitivamente el rojo en la contabilidad. “Esta dirección no durará 10 años en la empresa, sólo viene a sanear. Esperamos que los próximos gestores estén capacitados para gestionar”, declara el presidente de Atapam (Federación de Autónomos ATA), Antonio Hidalgo.

La meta es harto complicada. Sobre todo si se tiene en cuenta que hace apenas dos años que Oaktree ya inició una ronda de reestructuraciones en las distintas factorías en la Península Ibérica. “A mi ya me bajaron el salario el 30% en febrero de 2012, no puedo renunciar a otro 40%”, señala un trabajador de la planta de Santa Perpètua de Mogoda (Barcelona).

Huelga por las nóminas

El plan que Gila ha puesto sobre la mesa incluye recortes de hasta el 45%. Se trata de un ajuste sin precedentes en Panrico que ha puesto en pie de guerra a la plantilla. Pero no ha sido la decisión del consejero delegado que ha enervado más a los sindicatos, muy importantes en la compañía. La convocatoria de huelga indefinida se realizó por el retraso sine die de la nómina de septiembre.

Para acabar de desatar la tormenta perfecta, la cúpula solicitó el preconcurso de acreedores la semana pasada. Alegó que corria peligro por los retrasos con los proveedores. Pero Panrico tiene un accionista (Oaktree) y está limpia de deuda financiera, sólo dispone de líneas de circulante cuyas obligaciones nunca se han incumplido, aseguran desde el grupo. Eso sí, ante los rumores de insolvencia se cerraron.

Administraciones públicas

Además del pacto con los empleados, Gila ha conseguido que las administraciones públicas movieran ficha. La primera de ellas, la Generalitat de Catalunya. El Govern de Artur Mas (CiU) activó las alarmas por Panrico y ha trabajado activamente para que la planta de Santa Perpètua no baje la persiana y deje en la calle a unos 1.200 empleados. Sin contar los trabajadores de la sede administrativa, situada en Barcelona.

Oaktree mantiene el grifo cerrado desde septiembre y ha conseguido que el circulante fluya de nuevo gracias a los avales de las Comunidades Autónomas que la dirección suma con cuentagotas. La cúpula asegura que se usarán para pagar a trabajadores y autónomos. Incluso ha avanzado los primeros pagos.

Los repartidores, en régimen de autónomos dependientes, gozaron de prioridad a la hora de recibir parte de su retribución pendiente. También eran los primeros en quedarse en casa por no poder cubrir ni siquiera los gastos de actividad.

Escenario de diálogo

Pactar un calendario para retribuir a plazos a todo el mundo –octubre se devenga de una sola vez– ha dado confianza a las partes para proseguir con la negociación. “Por lo menos, nos conocemos y sabemos que podemos llegar a acuerdos”, señalan fuentes sindicales.

Con la mediación de una Administración volcada en salvar la quiebra de la compañía. El nuevo escenario es más propicio para conseguir pactar el Expediente de Regulación de Empleo (ERE).

¿Preconcurso superado?

Fuentes del comité intercentros del fabricante de Donuts recuerdan que sus cartas ya están sobre la mesa. Reclaman un plan industrial detallado por comunidades que garantice su futuro, mantener el máximo número de empleos posibles con sueldos “dignos” y que las bajas sean con indemnizaciones “justas” y con medidas no traumáticas (voluntarias y prejubilaciones). “Falta que la dirección ponga las suyas sobre la mesa”, añade Hidalgo.

Pero el consejero delegado ya ha jugado con todas las fichas que tenía sobre el tablero. “El objetivo final de este proceso es el futuro sostenible de Panrico”, destacaba el jueves. Reestructurar evitando un nuevo conflicto laboral. ¿Y el preconcurso de acreedores? Los interlocutores empresariales consultados lo tienen claro: en el nuevo escenario, está casi superado.

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