¿La última oportunidad para Pocoyó?
La productora del famoso personaje vive un terremoto económico con una guerra de fondo por el poder de la compañía
La sonrisa de Pocoyó esconde una historia que poco tiene que ver con el personaje. Desde hace tres años, el guion de la productora audiovisual Zinkia relata un drama. En 2014 cayó en concurso de acreedores y en 2015 salió de él. Le sirvió de poco: un año después arrojó pérdidas por valor de un millón de euros. De nuevo frente al precipicio, la firma ha reaccionado con una ampliación de capital. Así, la compañía sortea el oleaje con una guerra camuflada entre los dos últimos ‘padres’ de Pocoyó que pelean por el poder de la compañía.
Todo empezó a torcerse en febrero de 2014. En aquel momento la sociedad estaba ahogada en pérdidas, por lo que fue incapaz de cerrar un acuerdo con sus acreedores para devolver los 13 millones de pasivo que acumulaba. Entró en concurso voluntario y fue suspendida de cotización en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), donde había debutado cinco años atrás.
Pero seis meses después llegaron buenas noticias. La firma acordó un pacto anticipado de acreedores (PAC) tras acreditar un superávit patrimonial de 68,52 millones de euros. Así, salió del agujero y días más tarde empezó a abonar los pagos correspondientes.
Pocoyó salió del concurso de acreedores pero cosechó pérdidas por valor de un millón de euros un año después
Aparentemente todo volvía a la normalidad. Sin embargo, los últimos resultados de la compañía la devolvieron de nuevo a la realidad. En 2016 la productora audiovisual sumó pérdidas en torno al millón de euros, si bien el año anterior ya había teñido sus cuentas de rojo con 20.000 euros en negativo. Además, la firma redujo en más de la mitad (52%) su ebitda, que alcanzó los 752.711 euros.
Una ampliación de capital para ganar tiempo
Dado los precedentes, la firma ha querido ponerse manos a la obra. Recientemente ha anunciado una ampliación de capital por valor de cuatro millones de euros. La operación se ha llevado a cabo mediante la emisión de 9,6 millones de nuevas acciones ordinarias de 0,10 euros de valor nominal cada una de ellas. Desde Zinkia afirman que esta estrategia responde a dos objetivos: cumplir con los pagos a proveedores e impulsar su crecimiento.
Este último punto está motivado por la necesidad de ampliar la vía de ingresos. Y es que una de las promesas que incluye la operación es producir nuevos contenidos, entre los que destaca el inicio de una nueva temporada de la serie Pocoyó para finales de 2017, así como su distribución en canales de televisión y plataformas digitales a nivel internacional. Una operación lógica teniendo en cuenta el peso que tiene actualmente el mercado estadounidense en su facturación.
Respecto a las deudas, la sociedad asegura que parte de la ampliación de capital le permitirá afrontar con solvencia sus compromisos. De esta forma, destinará el 25% del importe total al pago anticipado a acreedores, tal y como establece el PAC. Actualmente, la mercantil tiene un fondo de maniobra de 14.532 euros que le permite responder a deudas a corto plazo, aunque esta cantidad puede no ser suficiente.
Pocoyó está sufriendo severos correctivos en bolsa desde principios de año
Con todo, el futuro económico es una incógnita. Las únicas sensaciones son las que deja su cotización en bolsa. Y no son buenas. En el último año el valor de Zinkia se ha depreciado más de un 23% en el parqué.
Evolución bursátil de Zinkia en el último año. Periodo junio de 2016 – junio de 2017
El cambio de custodia de Pocoyó
A la maltrecha situación económica se suma una pelea histórica en los órganos de decisión. En el consejo de administración se ha desatado una guerra por el control de Pocoyó que enfrenta al actual propietario, Miguel Valladares, y al anterior, José María Castillejo.
La situación llegó tras los problemas de solvencia de Castillejo. El conde de Floridablanca, a través de Jomaca 98 –la sociedad con la que participa en Zinkia–, acordó un crédito con Bankia de 16 millones debido a la situación en la que se encontraba. Este préstamo tenía como garantía el 33% de la participación de la productora. En ese momento el empresario mexicano era el segundo máximo accionista, con un 11,2% de la participación, lejos de Castillejo, que tenía el 64,71% .
La insolvencia de Jomaca 98 (Castillejo) motivó la jugada de Valladares
Ante la inviabilidad de Jomaca, el juzgado de lo mercantil número 10 de Madrid ordenó la ejecución del préstamo. A la subasta acudió Valladares, que se hizo con el total de 8,2 millones de acciones que contenía el paquete. Con este nuevo equilibrio, pasó a ser máximo accionista de la compañía (44%), al mismo tiempo que Castillejo veía reducida su posición (32%).
Entonces, llegaría la tormenta. El mexicano movió ficha: convocó a la junta general para asumir el mando y destronar a Castillejo. Y fue más allá. En primer lugar, revocó los pactos del consejo saliente donde se establecía un plan de incentivos mediante entrega de acciones. Para el nuevo presidente estos acuerdos suponían «un fraude de los intereses de la compañía buscando el lucro propio de los consejeros y del resto de beneficiarios». Seguidamente, denunció las actuaciones en el juzgado de instrucción número 54 de Madrid acusando a los anteriores gestores de administración desleal.
Tras asumir el mando, Valladares anuló los planes del consejo saliente
Pero Castillejo tampoco se quedó de brazos cruzados. Contraatacó demandando al nuevo presidente al que acusó de haberse organizado para arrebatarle la compañía. El exdueño del dibujo animado argumentaba que el directivo azteca le arrebató la mayoría de las acciones de la empresa engañándole al hacerle creer que lo que quería era refinanciar su empresa. Actualmente ambos litigios todavía siguen en los juzgados a la espera de una resolución.