NH, Meliá y Barceló necesitan acudir al mercado para afrontar sus deudas
Las tres hoteleras son incapaces de pagar a los bancos sólo con la venta de establecimientos y necesitarán más inyecciones de dinero
La crisis económica hizo tambalear todo ladrillo de España. El dinero de la banca dejó de fluir y las constructoras fueron derribándose una tras otra. Mejor suerte corrieron las cadenas hoteleras, que aglutinaban inmuebles en su portfolio. No les salió gratis: la deuda acumulada multiplica varias veces sus beneficios operativos. Sólo endeudarse a largo plazo les permite pagar sus obligaciones actuales.
Así lo desvela Ismael Yrigoy, investigador de la Universidad de las Islas Baleares, que toma como ejemplo a Meliá, NH Hotel Group y Barceló en su texto ‘La financiarización de las corporaciones hoteleras en España’. Al acabar el 2015, entre las tres sumaban casi 175.000 habitaciones y una facturación de 3.700 millones de euros. Pese a sus buenos resultados, las desinversiones han sido constantes después de que las entidades bancarias cerraran el grifo.
Los fondos ocupan ahora los asientos de los bancos en NH
Cada una de las tres compañías ha seguido una estrategia diferente, que ha llegado con tensiones en su plan de negocios. Es el caso de la cotizada NH, que ha visto cómo los grandes tiburones de la banca abandonaban su consejo de administración. Desde septiembre de 2013, Kutxabank, Novagalicia, Ibercaja, Bankia, Banco Santander y el italiano Intesa San Paolo vendieron su participación en la cadena y dejaron paso a fondos como Oceanwood, Henderson y Schroeders.
Ahora, la hotelera se encuentra en una lucha por su control entre el accionista mayoritario, el fondo chino HNA, y los minoritarios, que quieren provocar una OPA del gigante asiático por la totalidad de la empresa y obtener sus respectivas plusvalías.
Sin embargo, la inyección no ha sido suficiente, y tampoco la venta de establecimientos como el NH Ámsterdam Centre o la del inmueble de Nueva York (todavía no realizada). Por ello, la firma se ve obligada a lanzar constantes emisiones de bonos para hacer frente a sus obligaciones: en tres años ha lanzado tres por un valor superior a 600 millones de euros. Obligaciones futuras para una deuda que en 2014 superaba los 800 millones de euros, seis veces más que el beneficio operativo.
Meliá ha emitido bonos por 750 millones en siete años
Otra de las firmas que siguen de cerca los analistas es Meliá, uno de los valores de moda en los parqués y que en agosto entró en el Ibex 35. La cadena de la familia Escarrer acumulaba una deuda al cierre de 2014 que rozaba los 1.000 millones; hasta 4,3 veces el beneficio operativo. Desde el 2009, la hotelera balear convirtió la emisión de bonos como su forma de vida: casi 750 millones de euros en sólo siete años. Un agujero que ya ha empezado a reparar. En abril anunció una compra de obligaciones por 250 millones.
El músculo es necesario ante la imposibilidad de sufragar la deuda bancaria con la venta de inmuebles. La empresa decidió mantener sus activos en Europa y el Caribe para deshacerse de patrimonio en el archipiélago canario y balear. Casi 280 millones de euros en las arcas al deshacerse de edificios en Fuerteventura, Lanzarote o Mallorca.
Especialmente exitosa ha sido la operación en Magaluf (Mallorca), uno de los iconos del turismo basura del país. La hotelera vendió a varios fondos los establecimientos más desfasados. Además del pago inicial, los vehículos se encargaron de reformar el alojamiento y cederle la gestión a Meliá. Así, con unos estándares mucho más altos, la cotizada ha logrado aumentar el precio medio de la habitación y, de su mano, el perfil del visitante de la región.
Barceló ha apostado por las socimis
El tercer integrante del trébol es Barceló, la única que no ha pisado la bolsa. También es la más saneada: la deuda llegaba a los 700 millones al cierre de 2014; tres veces más que el EBITDA. La compañía ha escogido la vía de la creación de sociedades conjuntas de la mano de empresas que posean los cimientos y quedarse con la explotación de estos hoteles.
Gracias a esta estrategia, se ha deshecho de los inmuebles que poseía en Estados Unidos. En su vuelta, promovió un Real Estate Investment Trust (REIT) –una especie de socimi española– para olvidarse del patrimonio. Lo mismo hizo en la Península Ibérica con Hispania para registrar la socimi Bay. La venta de sus ladrillos le ha supuesto una inyección de 459 millones de euros.
Pese a vivir más lejos del alambre, la hotelera familiar acudió en 2015 al mercado con un lanzamiento de pagarés de 50 millones de euros al Mercado Alternativo de Renta Fija pilotado por Banca March.
Las hoteleras se enfrentarán a la subida de los alquileres
Con la emisión y el abandono del modelo patrimonial, el investigador dibuja dos nubarrones en el futuro de las hoteleras. El primero es la limitación de los beneficios futuros, que deberán ir destinados a las emisiones de bonos realizados durante la salida de la crisis económica.
En segundo lugar, alerta de la posibilidad de que los fondos de inversión que hoy poseen los inmuebles aumenten los alquileres a las cadenas españolas. Una medida que podría implicar, de nuevo, la búsqueda de fondos y la venta de nuevos establecimientos para obtener la liquidez necesaria. Un pez que se muerde la cola y que podría acabar reduciendo el valor de Meliá, NH y Barceló.