Moody’s da un año a Grifols antes de calificarla como «empresa de alto riesgo»
La cotizada catalana debe reducir sus ratios de endeudamiento, pero no lo tendrá fácil: contará con menos plasma y será más caro
Con un negocio en expansión durante los últimos años, a Grifols solo la martirizó la deuda. La compañía presumió de incrementar beneficios y hacerse cada vez más grande, pero a costa de disparar sus ratios de endeudamiento. En 2019, la cotizada catalana se puso como objetivo recortar los índices de apalancamiento, pero la pandemia echó por tierra sus esfuerzos. Y los analistas tomaron buena nota: Moody’s le ha dado un año para rebajar sus cifras o la colocará en el grupo de “empresas de alto riesgo crediticio”.
En el último informe emitido, la agencia de rating mantuvo la calificación de la firma de hemoderivados en Ba3, pero le advirtió de que en 2021 debían desaparecer los niveles actuales de endeudamiento. De no suceder, puntuará con la nota B1, ya en la categoría de empresas “con alto riesgo crediticio”.
Según los resultados hechos públicos por la compañía codirigida por Víctor y Raimon Grífols, la ratio entre deuda y ebitda –una métrica habitual para medir la salud de una empresa— a finales de septiembre era de 4,1 veces excluyendo los efectos de la normativa IFRS 16, que elevarían el dato. La cifra ya era inferior, eso sí, a las 4,4 veces en las que cerró el segundo trimestre.
El esfuerzo no es suficiente para los analistas de Moody’s. Con sus cálculos en la mano, la ratio real alcanzará las 5,5 veces a finales de 2020 tras terminar el 2019 en 5,1 veces –4,1 según los datos de la empresa–. La exigencia de la firma es clara: que el múltiple vuelva a caer en 2021 para situarse por debajo de cinco. En su mano tiene la amenaza de rebajar su rating, lo que podría encarecer la financiación de la cotizada.
“Lo puede hacer tanto con un incremento de las ganancias o con la reducción de la deuda neta”, señala la agencia.
Pero Grifols no afrontará el reto en un contexto sencillo. La pandemia provocó las reservas de plasma caigan un 15% frente al año anterior y se espera que el coste de la sangre sea más caro para el próximo ejercicio. Además, el negocio se ralentizará: el año que viene el Ebitda solo crecerá al ritmo del 2% frente al 5% que subió entre 2014 y 2019.
La empresa también tuvo que recortar el valor de sus inventarios en 205 millones, lo que segó sus beneficios en el segundo trimestre. “Para evaluar a la empresa, Moody’s asume que no tendrá que reevaluar sus inventarios otra vez”, advierte el texto. El ajuste implicará una caída del 7% del Ebitda ajustado por Moody’s, añade la firma.