Los “genios” de Jinn cierran operaciones en España
Los jóvenes españoles que crearon Jinn y que incendiaron Londres con repartidores en precario, cierran la aplicación “hasta septiembre”
Los tres genios del emprendimiento español que incendiaron Londres con la contratación de repartidores en precario, han despedido a casi toda la plantilla y han cerrado sus operaciones en España “hasta septiembre”.
El trío de veinteañeros fundadores de Jinn (genio en árabe), que fueron elogiados por la prensa nacional por su negocio de repartición de comida y otros productos con ciclistas y motoristas en precario, han despedido a buena parte de la plantilla.
El trío de emprendedores se enfrentó a un enorme conflicto en Reino Unido y en España por las condiciones de contratación precaria y la utilización de fotos y logos de los restaurantes sin su autorización. Este diario publicó el 21 de julio pasado la ira de los trabajadores en Londres que rodearon de forma intimidatoria a León Herrera Sáez-Benito, uno de los máximos directivos en reclamo por la rebaja salarial que la empresa había decidido de forma retroactiva.
Cinco días después, la compañía despedía a gran parte de la plantilla. Con anterioridad, ya había prescindido de algunos departamentos pero la reducción ha sido máxima hasta el punto que las operaciones han quedado prácticamente paralizadas, según explican fuentes cercanas a la compañía.
Los repartidores de Jinn apenas cobraban 1,75 libras (unos 2 euros) la hora, una cantidad ínfima en Londres y muy por debajo del salario mínimo legal en Reino Unido (1.396 euros al mes).
La empresa avisa ahora a los usuarios que ha interrumpido las operaciones “hasta septiembre”. Pero dentro y fuera de la compañía, el convencimiento es que Jinn, que levantó inversiones millonarias, no podrá levantarse de nuevo.
La ira de los restaurantes
El exitoso modelo de negocio, liderado por el joven Mario Navarro, fue desarrollado por el trío elogiado en el mundo emprendedor. Uno de ellos, Joseba Mendivil, ha explicado que la idea inicial era llevar cualquier cosa a casa: desde unos auriculares hasta cualquier capricho diario.
Pero, para su propia sorpresa, la comida de Mc Donald’s terminó siendo lo más demandado y así la compañía se convirtió en un competidor más de Deliveroo y Glovo. Así, el modelo de negocio terminó siendo otro.
Jinn no tenía acuerdos con restaurantes y ningún local les otorgaba comisiones. El pago lo asumía, de forma íntegra, el consumidor. Un ceviche en un restaurante étnico en Madrid de 10 euros costaba en Jinn 19 euros, por los gastos de envío. Un precio completamente fuera de mercado.
“Repartían nuestra comida usando nuestros logos. Compraban como particulares y luego lo llevaban a casa del cliente. El problema es que al no tener personal o estructura suficiente, la comida llegaba fría y los clientes nos reclamaban a nosotros. Les dimos un ultimátum y retiraron nuestros logos”, explica un empresario de la restauración.
Hasta Mc Donald’s obligó a Jinn a retirar sus logos en su página web, dado que no tenían ningún tipo de acuerdo comercial, según confirmó la multinacional estadounidense a este diario.
El inversor damnificado
Las quejas por los malos servicios y por la comida desbordaban a los trabajadores. Ahora, los máximos responsables explican que Jinn ha vuelto a ser “una start-up” con apenas 20 trabajadores y que volverán a crecer.
La aventura no ha salido gratis. Jinn recibió más de 6,5 millones de euros en una sola ronda de inversión el año pasado. El fondo español Samaipata, del fundador de La nevera roja, José Del Barrio, fue el máximo valedor del proyecto. Los indicios indican que perdió todo el dinero.