Los Ferrer abren la puerta a quedarse en el accionariado de Freixenet por sus buenos resultados
Los todavía propietarios del 50% de la cavista afrontaron su participación como una realidad temporal, pero la gestión alemana hace dudar a parte de la familia
El cambio de accionistas en la rama alemana de Freixenet volvió a poner el foco en la convivencia entre los ejecutivos de Henkell y los dueños tradicionales de la cavista, la familia Ferrer. Con la entrada del capital alemán en 2018, se dio por hecho que la presencia de la saga catalana en la organización sería temporal, pero tres años después la salida ya no está tan clara. La puerta a quedarse en minoría y tener al líder del sector como una inversión financiera es una opción que cobra cada vez más peso.
Según explican fuentes cercanas a la familia catalana, su futuro en la empresa no está tan claro como podía parecer hace meses. Tanto Pedro Ferrer, miembro del consejo y la cabeza visible de la familia que posee el 42,5% del capital, como José Luis Bonet, que ostenta un 7,5% de la organización, expresaron sus dudas en acogerse a la salida que se dibujó en el momento de la firma con Henkell.
Los ejecutivos consideran ahora quedarse con parte o la totalidad de sus títulos al ver los frutos de la gestión alemana que lidera Andreas Brokemper. En la misma tesis están los hermanos de Pedro Ferrer: José María, también en el consejo de Freixenet, María y Dolores.
De este modo, tanto los Ferrer como José Luis Bonet darían marcha atrás en un adiós que se daba por hecho en el sector. En el mundo del cava siempre se vinculó la presencia de la saga catalana a la del patriarca José Ferrer Sala, nacido en 1925, en la presidencia de honor. La compañía asegura que los Ferrer nunca han tenido intención de vender su participación en Freixenet.
Además, el matrimonio Ferrer y Oetker estuvo hasta el momento bien avenido. A la espera de ver como son las relaciones con los nuevos accionistas que se escindieron del gigante alemán para formar su propio grupo –en el que están incluidos Henkell Freixenet y el negocio hotelero–, los lazos son estrechos. Es más: la alemana Henkell es accionista minoritario de Ferrrer Family Wines, el grupo vinícola personal de Pedro Ferrer y su familia.
Los Ferrer y Bonet piensan así en mantener parte o todo su porcentaje mientras se alejan de la gestión. En 2019, José Luis Bonet ya fue alejado de la funciones ejecutivas y se situó como presidente de honor. Pedro Ferrer es hoy coconsejero delegado, pero las fuentes consultadas no dudan en señalar que su homologo Brokemper tiene más peso en el mando de Freixenet.
Henkell también tenía mayoría en el consejo de administración –queda por ver como será el nuevo consejo tras el adiós de Albert Christmann y Demetrio Carceller con la escisión de Dr. Oetker– y en el comité ejecutivo, formado prácticamente en su totalidad por dirigentes de origen alemán.
Los Ferrer y Freixenet, dividen marcas
A comienzos de año, los Ferrer ya fortalecieron la compañía en los que centrarán sus esfuerzos en el futuro. También participada por José Luis Bonet, Ferrer Family Wines adquirió Cavas Hill y marcas como Conde de Caralt, Aria, Castell d’Ordal, Rigol y Cop de Vent. Venderá además las enseñas Mionetto y Castellblanch, propiedad de Henkell Freixenet.
Al frente de Ferrer Family Wines está Toni Farrés, pero en los próximos meses Pedro Ferrer tomará un papel de mayor protagonismo en la gestión del día a día.
Mientras, disfruta de la gestión impuesta por Henkell. «La empresa se ha profesionalizado frente a la gestión familiar anterior», coinciden las fuentes consultadas. En un 2020 marcado por la pandemia, Henkell Freixenet consiguió cerrar el año con una caída de las ventas del 7,4% hasta los 1.195 millones de euros gracias a la resistencia de la facturación internacional frente al negocio nacional, que sufrió con mayor dureza la pandemia por el cierre de la restauración.
La empresa explicó en abril que sin tener impacto los efectos del cambio de divisas, especialmente desfavorables con el euro en Latinoamérica, el descenso hubiese sido solamente del 6,5% a pesar del desplome de la restauración por culpa de la Covid-19.
De hecho, la marca Freixenet presumió de haber vendido 99,3 millones de euros alrededor del planeta, el 5,1% más que en 2019. El crecimiento se debe a que fuera de España su producto se comercializa principalmente en supermercados y no en la hostelería, como sí sucede en la Península Ibérica.