Los Ferrer cederán la gestión de Freixenet para mantener la mayoría
La familia propietaria del 42% tendrá que profesionalizar la compañía y dar entrada a un socio para conseguir el dinero y financiar su oferta
Nueve meses después de que se abriera la caja de los truenos y se iniciara la venta de parte del accionariado de Freixenet, la operación sigue abierta pero se van aclarando puntos. Los dos candidatos, la alemana Henkell y la familia Ferrer Noguer, propietaria del 42% de las acciones, ya han jugado sus cartas, y parecen obligados a entenderse.
Desde que apareció la oferta de Henkell, del brazo de Enrique Hevia, que controla el 29% de las acciones y está loco por vender, los Ferrer tenían claro que no iban a ceder así como así la mayoría. Como explicó Economía Digital, empezaron a mover los hilos para conseguir un crédito y ofertar por el 100% de la compañía, pero la banca le puso condiciones, como profesionalizar la gestión. Y eso implica perder el puesto de máximo ejecutivo.
Oferta de José Ferrer
José Ferrer Sala, presidente de honor y patriarca de los Ferrer Noguer, que posee el 42% de la compañía, ya ha concretado su oferta para hacerse con la mayoría de las acciones, como informó La Vanguardia, aunque no está claro si irá a por el 100% o se quedará a medio camino. Dependerá de quién esté dispuesto a vender.
Sin embargo, los Ferrer no podrán tener el control total de Freixenet. Y la razón está en los bancos. Según han explicado fuentes cercanas, la banca sigue sin ver claro el proyecto, y respiraría más tranquila con un inversor que redujera la alta deuda de la compañía, que supera los 300 millones de euros, y exige que se de paso a un consejero delegado de fuera de la familia.
Henkell… u otro socio
Por ello, la familia ya tiene claro que tendrá que dejar entrar a Henkell, si la empresa alemana acepta estar en el accionariado sin mayoría, o a otro inversor. Se especuló con la japonesa Suntory, que es socia de Freixenet en el país del sol naciente, pero no hay nada concreto por ahora.
La entrada de un socio, con una participación mínima del 20%, tranquilizaría a la banca, ya que reduciría deuda, pero también porque podría suponer un empujón a la internacionalización de Freixenet, una de sus asignaturas pendientes. Aunque consigue una parte importante de su facturación en el extranjero, le cuesta ganar dinero exportando. Además, la competencia de espumosos a nivel internacional va al alza.
Esta entrada podría producirse en una segunda fase. Al menos, esa es la intención de José Ferrer. Su plan es comprar antes de final de año la participación de los que quieran vender para, después, elegir compañero de viaje. Entre los vendedores estarían los Hevia Ferrer (29%), y parte de los Bonet Ferrer: esta rama familiar tiene otro 29%, pero solo dos de los hermanos quieren vender, mientras José Luis Bonet, presidente, y su hermana Pilar se quedarían.
Un consejero delegado ajeno a la familia
Pero la decisión más dolorosa que tendrá que tomar José Ferrer en esta segunda fase es desplazar a su hijo Pedro Ferrer, consejero delegado, del máximo cargo ejecutivo de las bodegas. Y es que los bancos le exigen que profesionalice la gestión con un consejero delegado externo que lleve a cabo una profunda reestructuración, con una reducción de los gastos y un impulso de las exportaciones.
Es un mal menor para las aspiraciones de los Ferrer. Si quieren que la banca, encabezada por el Santander, les ayude, tienen que hacer estas concesiones. Y también puede ayudarles para que Henkell acepte entrar con un 20%, en lugar del 51% que querían comprar –como mínimo– para tomar el control. Con una gestión menos familiar y más profesional, sería más fácil convencer a la empresa alemana.
Las cartas de los Ferrer
Otros a los que hay que convencer son a los vendedores, especialmente a los Hevia. La oferta de José Ferrer es algo inferior a la de Henkell, que consiguió el propio Enrique Hevia, y valora a la empresa en 450 millones, unos 50 millones menos que la oferta de la compañía alemana. No obstante, Hevia puede verse forzado a aceptar la opción de José Ferrer.
Los Ferrer han jugado la carta de la terra –que la empresa permanezca en la familia fundadora– y la armonía familiar, cosida con especial esmero por José Luis Bonet. En medio de la batalla entre los Ferrer y los Hevia, el presidente medió y consiguió tranquilizar los ánimos y que la familia se conjurara para encontrar una solución conjunta, por lo que la posición díscola de Hevia ya no sería bien vista.
Sea como fuere, los que quieran salir tendrán que decidir en los próximos días si aceptan o no la oferta de los Ferrer, que quieren una respuesta rápida para tomar el control de la situación. Lo tienen fácil, ya que con la salida de dos accionistas superarían el 50% de las acciones. En ese caso, tendrían la sartén por el mango para elegir socio, pero pendientes de los deseos de los bancos.