Los deberes del automóvil a la UE: ¿dónde están los cargadores?
La patronal del motor advierte que sin 2,8 millones de puntos de carga repartidos por el continente, el coche eléctrico no será viable
Con las grandes marcas presentando sus últimos modelos de cero emisiones en el salón del automóvil de Frankfurt, el sector de la automoción lanza ahora un órdago a las administraciones: si ellos ponen de su parte, los gobiernos deben hacer lo propio. Su campo de acción, los puntos de carga, según la industria totalmente insuficientes por el momento.
El presidente del grupo PSA y de ACEA –la asociación europea de fabricantes de automóviles–, Carlos Tavares, fue claro durante la feria alemana: sin una red de puntos de recarga lo suficientemente densa, el vehículo eléctrico no triunfará. La cifra: 2,8 millones de cargadores para el próximo 2030.
El ejecutivo portugués lamentó que a finales de 2018 existieran menos de 145.000 puntos de recarga en toda la Unión Europea, una institución que presiona a los fabricantes con multas de no cumplir con una reducción de emisiones que, por ejemplo, ha obligado a Seat a lanzar un nuevo modelo eléctrico.
«La cifra se ha multiplicado por tres en cinco años, pero todavía está muy lejos de los al menos 2,8 millones de puntos que se requerirán para 2030», comparó.
«No hablamos de transporte, hablamos de movilidad»
Para ello, Tavares exigió una visión global de la situación, no limitada a la automoción. «No hablamos de transporte, hablamos de movilidad», explicó. Un plan que debe afectar también a la industria eléctrica, las administraciones públicas e incluso el urbanismo de las ciudades,
«Debemos plantear una estrategia coordinada, no sólo pensar en el lanzamiento de coches que contaminen menos», advirtió. Y añadió: «Toda la industria del continente está comprometida con una nueva movilidad de cero emisiones».
A pesar de las exigencias –«es urgente», llegó a decir–, Tavares admitió las dificultades que también deberán afrontar las instituciones por una inversiones ambiciosas que contrastarán con un descenso de los ingresos por los impuestos de los combustibles fósiles.
Así, abrió la puerta a una nueva estrategia de fiscalidad hacia el sector del automóvil, sin precisar, eso sí, su alcance ni ámbito de actuación.