Los choques en la cúpula hunden a Siemens Gamesa
Siemens Gamesa tira de un ERE, que concretará este lunes a la plantilla, para resolver los problemas que no cesan desde la fusión
Siemens Gamesa no levanta cabeza. Cerró el viernes una nueva semana negra, con una caída en bolsa de más del 11%. Una semana que ya había empezado mal, con la presentación de unos resultados negativos –pérdidas de 135 millones en los primeros seis meses de fusión– y el anuncio de 6.000 despidos, que debe detallar este lunes. En el trasfondo, nada ha funcionado desde la fusión: Siemens ha revolucionado dos veces la cúpula y ha revisado a la baja sus previsiones en dos ocasiones, lo que ha ido hundiendo la acción, que vale la mitad que tras la fusión, en abril.
La compañía, participada en un 59% por Siemens, anunció el pasado lunes su enésima medida traumática en poco más de seis meses: el despido de 6.000 empleados, el 20% de su plantilla. El martes debía detallar a los sindicatos en España la afectación en el país, donde emplea a más de 4.000 trabajadores. La reunión se pospuso al miércoles, día en el que sí se celebró, pero no se detalló nada. Se dejó para este lunes.
La preocupación entre la plantilla va en aumento. No solo por los despidos y por la falta de concreción, sino por la deriva que ha tomado la compañía desde abril. Según fuentes sindicales, no entienden los constantes cambios de directivos, empezando por la salida de Ignacio Martín justo tras la fusión. Desde entonces, apuntan, la trayectoria de la compañía de aerogeneradores ha sido errática, con un goteo de salidas de directivos, choque cultural incluido, y un deterioro del negocio que preocupa en una plantilla que ve el ERE como una salida a la desesperada a una situación que no saben cómo gestionar.
En siete meses tras la fusión, Siemens Gamesa ha revolucionado dos veces su cúpula. Ahora le toca a la plantilla
Los problemas del gigante de los aerogeneradores empezaron con su nacimiento, con la fusión de Gamesa y la filial eólica de Siemens, en la que la empresa alemana se quedó la mayoría y el control. Se notó desde el principio, con la salida de Ignacio Martín, el alma de la compañía (presidente y consejero delegado) desde 2012, quien lideró su crecimiento en los últimos cinco años.
Rosa García le sustituyó como presidenta mientras el grupo iniciaba un proceso para seleccionar un consejero delegado. No tardó mucho ni fue muy lejos a buscarlo: en mayo nombró a Markus Tacke, que ya era directivo del grupo y había sido consejero delegado de Siemens Wind Power. Estos cambios iniciaron un goteo de importantes directivos de Gamesa que fueron saliendo, como dos directores generales, Xabier Etxeberría e Ignacio Artazcoz.
Solo tres meses después, en octubre, y tras las quejas del segundo accionista, Iberdrola (8%), Siemens Gamesa volvió a revolucionar su cúpula con la sustitución de tres altos directivos: el director financiero, el de la asesoría jurídica y el consejero delegado del negocio eólico marino. Fuentes cercanas a la compañía hablan de un choque cultural entre la alta dirección, impuesta desde Alemania, y algunos directivos españoles, con distintas maneras de trabajar y falta de entendimiento.
Los problemas de negocio de Siemens Gamesa
Pero no solo es un tema de choque cultural, sino también de negocio. Entre los primeros y los últimos cambios en la cúpula, Siemens Gamesa ha llevado a cabo dos profit warning, es decir, dos revisiones a la baja de sus previsiones. Uno suele inquietar a los accionistas e inversores; dos en menos de medio año les puso los pelos de punta, como demostraron las quejas de Iberdrola y la debacle bursátil.
La última revisión la llevó a cabo hace menos de un mes, a causa de los problemas en dos de sus principales mercados: Sudáfrica y los Estados Unidos. El mercado estadounidense, con unas malas perspectivas por la política energética de Donald Trump, está pasando factura a todo el sector eólico y de renovables. La última semana, Vestas también anunció un profit warning. En el caso de Gamesa, ya ha trasladado los cambios de la cúpula al resto de plantilla, y ahora tendrá que empezar a negociar los recortes.