Abengoa sabía del descalabro «meses antes» de la ampliación
Los peritos discrepan sobre la viabilidad de Abengoa antes de los cambios en la dirección
Nuevo capítulo judicial contra la excúpula de Abengoa para situar el punto de partida del descalabro económico de la energética. Los peritos propuestos por las partes expusieron este lunes sus discrepancias sobre la situación de la compañía, coincidiendo con el relevo en la presidencia en 2015, año en el que se produjo, además, la ampliación de capital para reflotar a la compañía.
Mientras la defensa alegó un control elevado de la actividad del grupo, la plataforma de perjudicados detalló que las carencias económicas de la firma sevillana arrancaron antes de lo alegado por la dirección saliente.
Al respecto, el portavoz de los afectados, Emiliano Montero, aseguró que la cúpula saliente –con Felipe Benjumea como presidente y Manuel Sánchez Ortega como consejero delegado– era consciente de la situación maltrecha de Abengoa «al menos entre tres y cuatro meses antes» de llevar a cabo la ampliación de capital, según la memoria anual en la que se recomendaba «hacer desinversiones» para hacer frente a los pagos.
Montero afirmó que Abengoa carecía de liquidez por el «desequilibrio patrimonial» de los negocios bioenergético y solar. El portavoz ligó la evolución negativa de las sociedades con «pérdidas exponenciales año tras año» al deterioro por valor de 1.200 millones de euros registrado en 2015.
Así, siguiendo su versión, en apenas tres años, las pérdidas de la división bioenergética dejaron a Abengoa al borde de la disolución: pasó de 56 millones en 2012 a 288 millones en 2015.
La defensa de la cúpula
La perito designada por la defensa de Abengoa, Maria Alonso, se opuso a esta versión. Alonso indicó que el control de la compañía era «el más alto posible» y defendió el crecimiento de ésta, cuya cartera de ingeniería en la época era «un 11 % superior a la de 2014 y equivalía a la facturación de 16 meses».
De igual modo, sostuvo que la cláusula de no competencia por la que el ex número dos de la firma especializada en renovables percibió 4,5 millones de euros tras su salida, fue «absolutamente estándar y razonable» en comparación con las condiciones contractuales de otras empresas del mercado.
La cúpula saliente siempre colocó el relevo en los organismos de dirección y la posterior caída en bolsa como los detonantes de la caída del grupo, causando, entre otras consecuencias, la interrupción de los contratos de aseguramiento y de las líneas de liquidez.