Las trabas de Eritja y los comerciantes para tapar la verdad sobre la CCC

Los miembros de la ejecutiva de la patronal sellan un pacto de silencio para no hacer ruido mientras intentan salvar los muebles y sus propios patrimonios personales

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La Confederació de Comerç de Catalunya (CCC) ha vivido en las últimas semanas un terremoto de escala descomunal. La calma y la tranquilidad en la que vivían, dejando todo en manos de su jefe desde el primer día, Miquel Àngel Fraile, voló en mil pedazos tras descubrirse que tiene un agujero patrimonial de 2,6 millones de euros y la fulminación de Fraile.  

La presidenta de la patronal, Maria Rosa Eritja, culpa a Fraile de todos los males de la organización, y como ha ido publicando Economía Digital, su gestión provocó pérdidas reiteradas mientras él se iba subiendo el sueldo. Pero el comité ejecutivo, del que Eritja era miembro como vicepresidenta, y en el último año como presidenta, miró hacia otro lado.

Esta dejación de funciones es lo que coloca en la picota a la cúpula de los comerciantes catalanes, y por lo que ahora callan. Como han explicado varias fuentes cercanas a la CCC, todos confiaban a ciegas en Fraile y cuando éste presentaba las cuentas, con vaguedades y barriendo para casa, nadie pedía explicaciones. Es más, la mayoría de los miembros de la ejecutiva ni siquiera iba a las reuniones.    

Silencio

Maria Rosa Eritja no advirtió que algo estaba pasando hasta que era presidenta. Encargó una auditoría y, al ver que la empresa auditora se demoraba porque Fraile se resistía a entregar la documentación que le requería, empezó a verle las orejas al lobo. Cuando tuvo la auditoría, corrió a destituir a Fraile. Meses antes ya le había quitado poderes, aunque eso es algo que no transcendió.  

En realidad, si por la organización fuera, nada hubiera transcendido. Tras saberse que Fraile había sido fulminado, hace diez días, sólo un comunicado: para confirmar la salida del ex secretario general por «pérdida de confianza» por tres años de pérdidas. Falso. Son seis años consecutivos de pérdidas, como destapó este medio.  

Desde este comunicado, nada. Según ha podido saber Economía Digital, la nueva cúpula de la CCC ha sellado un pacto de silencio y ha presionado a los delegados, que no cobran desde hace meses y a los que está despidiendo, para que no hablen. Algunos de ellos han denunciado a la Confederació por los sueldos atrasados y por el despido.  

Fraile no pasó de la puerta  
 
El lunes pasado, el comité ejecutivo tuvo una reunión para estudiar cómo sacar a la organización del pozo en el que se encuentra. Se aseguraron de que Fraile no apareciera.  
 
Desde su destitución como secretario general, continuaba yendo a su despacho y dando órdenes, pero ese lunes le dieron la carta de despido y los vigilantes de seguridad del edificio de Foment del Treball en la Vía Layetana, donde tiene su sede la CCC, no le dejaron pasar de la puerta.    

Con Fraile controlado, lo siguiente a controlar era el mensaje: ninguno. El motivo es que están aterrorizados sobre las posibles consecuencias del hundimiento de la Confederació para los comerciantes pero especialmente para sus bolsillos. Por eso creen que cuanto menos ruido se haga, mejor podrán salir de esta.    

Miedo a perder sus patrimonios  

Tras tener la auditoría, Eritja destituyó a Fraile en seguida para cargar toda la responsabilidad sobre él. Era una manera de cubrirse las espaldas si hay concurso de acreedores, que parece lo más probable. Si el juez pide responsabilidades sobre el agujero y las pérdidas, puede aducir que no supo la verdad hasta que tuvo la última auditoría.  

Sin embargo, a pesar de lo que pudiera contar el ex secretario general en las reuniones, todos los miembros del comité ejecutivo tenían las cuentas a su alcance. Cuanto más se sepa sobre el caso, más evidente quedará.  

Si el juez considera que conocían las cifras con anterioridad, puede que los miembros de la ejecutiva tengan que responder de forma solidaria con sus patrimonios personales. Eso es lo que los aterroriza, porque son botiguers para los que 2,6 millones de euros es mucho dinero.  

La CCC sea probablemente una de las patronales más modestas en cuanto a los miembros que la componen. Su presidenta es la propietaria de una tienda de ropa en Lleida y el resto de la ejecutiva la componen los presidentes de las delegaciones, que también son pequeños empresarios del comercio, y de algunos gremios, como los carniceros, de muebles y cocinas y de los mercados municipales.  

La presidenta y su abogado    

Eritja es la que tiene más que perder. Fue vicepresidenta durante todos los ejercicios con pérdidas –desde 2010 en adelante– y, desde que accedió a la presidencia tras la muerte de su predecesor, ha tardado casi un año en actuar.

Una prueba más de su miedo a las consecuencias del caso es que hacía meses que acudía a las reuniones con Fraile con un abogado, que la está asesorando sobre los pasos a dar. Cuando comprobó que el ex secretario general bloqueaba su auditoría, vio que el asunto se le podía ir de las manos y decidió ponerse en manos de un letrado.    

Buscando ayuda

La cúpula de los comerciantes quiere ahora salvar los muebles intentando pasar desapercibida. Buscan una solución sin que la sangre llegue al río, pero no saben por donde tirar. Una muestra: en la reunión del pasado lunes, algún miembro todavía defendió a Fraile y sugirió que se le dejara colaborar en la salida del túnel de la CCC. «Demencial», valoró una fuente a este medio.

La Confederació está buscando ayuda. Foment del Treball, gran patronal catalana a la que la CCC está adherida, le está dando su apoyo, algunas fuentes apuntan que económico. Eritja también está buscando la complicidad de los bancos y de la Generalitat, pero nadie está para enfangarse con un caso que les puede explotar en la cara.  

Las reuniones continuarán y, si mucho no cambia la cosa, también el pacto de silencio. Mientras tanto, la Confederació de Comerç de Catalunya se está quedando sin estructura territorial y sus trabajadores acumularán otro mes sin cobrar.

Xavier Alegret

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