Las chatarreras, a la caza de barcos hundidos
Solicitan a la Armada que realice subastas públicas de restos de buques para conseguir sus materiales
En menos de dos semanas, el Arsenal de Ferrol procederá a la subasta de tres buques hundidos en las costas gallegas en los años ochenta. En la actualidad, asistir a la subasta de un navío abandonado es fácil pero hablar de uno bajo las aguas ya es más difícil. A pesar de lo que se pueda pensar, incluso los barcos hundidos son un bocado muy deseado por las chatarreras y desguaces debido al gran volumen de materiales que tienen.
En Ferrol sólo se recuerdan dos casos de este tipo en quince años: la subasta de un buque hundido en las costas de Cedeira y la de los restos de Mar Egeo, el petrolero que encalló en 1992 frente a la Torre de Hércules, en A Coruña.
El Ministerio de Defensa anunció hace unos días la subasta pública de la extracción de los restos de tres naves: el Bonnie Carrier, el Don Segundo Sombra y un tercero sin nombre conocido.
Empresas interesadas
Para que un barco hundido entre en un proceso de subasta tiene que existir un interés manifiesto por él. “Suponemos que, por lo menos, una empresa estará en la subasta porque para llevarla a cabo alguien tiene que elevar una instancia a la Armada”, explican desde el Arsenal de Ferrol.
Un particular puede demandar la subasta de un barco, pero siempre que en su interior no tenga ningún resto de valor arqueológico.
El Estado fija siempre un precio de salida en las subastas. En el caso de buques hundidos no se puede hacer, ya que no se conoce lo que hay dentro. Así, el precio de salida es un porcentaje de ganancias del 20% para el Estado.
Desguaces con ojo
Los desguaces suelen pujar por estos barcos para, posteriormente, vender sus materiales a una industria metalúrgica. Como pasó con los restos del Mar Egeo, adquirido por la empresa coruñesa Desguaces Petrallo.