La plantilla de BBVA asegura que las cifras de digitalización son falsas
Los representantes de los trabajadores criticaban en la junta de accionistas que el ajuste de personal y oficinas les ha dejado con más trabajo pero con menos manos, y aseguran que las ventas siguen siendo en sucursal
Los sindicatos de BBVA tomaron la palabra en la junta de accionistas que el banco celebró el viernes en Bilbao para lanzar un mensaje: no hay tantos clientes y ventas digitales como se presume, la mayoría de operaciones se siguen haciendo en oficina y tras el ajuste de la red de sucursales y de personal del año pasado no dan a basto. De hecho, se insistió bastante en la elevada presión comercial que vienen sufriendo desde hace meses. «No se puede sacar adelante el mismo trabajo, o más, con menos manos», reprochaban.
El presidente de BBVA, Carlos Torres, presumió ante los accionistas de que el banco ha sido pionero con la estrategia de digitalización. Se adelantaron al resto de competidores y ahora, «los clientes utilizan cada vez más los canales digitales», algo que se ha acelerado en los últimos años, sobre todo con la pandemia del Covid-19.
Según sus cifras, las visitas a la oficina se han reducido al 50% en los últimos dos años mientras que las transacciones de clientes por canales digitales se han «más que duplicado». Y este fue uno de los motivos que llevó al banco a poner en marcha en España su primer despido colectivo, explicaba. Además, esta digitalización permite a la entidad «ser más eficientes» y entrar en nuevos mercados, como ha ocurrido en Italia.
Pero los empleados no opinan lo mismo, CCOO, UGT, CGT, CIG y otros muchos sindicatos aprovecharon para expresar «el hartazgo» que vive la plantilla desde hace hace unos años y más concretamente desde que el año pasado empezaron a cerrarse oficinas con motivo del ERE, y se fue reduciendo el número de trabajadores.
Desde CCOO, por ejemplo, recordaban que en la junta de 2021 ya advirtieron que esto iba a ocurrir. «Las cargas de trabajo han aumentado exponencialmente, se pretende hacer lo mismo que hace un año, pero con una plantilla escasa y mermada» y esto solo está afectado de manera importante a la salud de la plantilla, aseguraban. «Esto tiene que acabar». Al tiempo, el sindicato indicaba que hay un cierto «falseamiento» con las cifras de digitalización que ofrece el banco, porque «no hay tantos clientes digitales como indican, y además, los clientes reclaman ser atendidos por personas».
Por su parte, UGT, añadía que el nuevo diseño de la red de oficinas «es precario» y la sensación que tienen los trabajadores de que no se llega a todo «es frustrante». También apoyaban que las cifras digitales de las que presume BBVA «son erróneas» porque en muchos casos, se cierra como venta digital una venta física. Insistían también en que la presión comercial «es insostenible» y pedían una respuesta coordinada para frenar la situación.
CIG, el sindicato gallego, se pronunciaba en la misma línea. «Dirán que el proceso de ERE era voluntario y fue un éxito, pero deben saber que la gente levantó la mano para pedir la cuenta». En este sentido recodaban que la plantilla de BBVA acabó en las calles, en la que ha sido primera huelga del banco en España desde los años 80. Y aseguraba que la salud laboral ahora mismo es un problema porque hay muchas personas de bajas.
También aprovechaban para criticar el malestar que hay entre los trabajadores por la polémica con los mayores y que el banco no ha reaccionado hasta que «llamó la atención un anciano», refiriéndose al movimiento de Carlos San Juan, el jubilado de 78 años.
Desde CGT mantenían que si se ha apuntado mucha gente al ERE «es por la presión en las oficinas» y no por las buenas condiciones. Asimismo, explicaban que las mediciones psicosociales que hace el banco siempre dan buenos resultados, pero la inspección de trabajo «desconfía de este sistema», como ellos.
Juzgaban entonces que el presidente y consejero delegado se hayan subido el sueldo después de despedir a miles de personas mientras la situación que vive la red de oficinas, «con agresiones» por no poder dar un buen trato, es insostenible. En este sentido, aprovechaban para recordar que el banco ha tenido que tirar de una empresa de trabajo temporal para sustituir a los despedidos porque no han podido ver con antelación que esto iba a ocurrir. «Dan palos de ciegos continuamente, la presión comercial es insoportable y falta plantilla en la red», aquejaban.
Todos los sindicatos presentes también reprochaban al banco el retraso con el plan de igualdad. Este empezó a negociarse en 2020 pero se paró por la pandemia y luego por el Expediente de Regulación de Empleo (ERE). Asimismo, criticaban la brecha salarial que existe la plantilla desde hace años.
Carlos Torres, por su parte, respondía de manera conjunta defendiendo que el despido colectivo «ha sido necesario», porque el sector financiero está inmerso en una profunda transformación digital y los tipos de interés negativos están afectado a la rentabilidad del banco. Además, recordaba que se ha llevado a cabo con el apoyo del más del 70% de los sindicatos.
Aunque reconocía el impacto que está teniendo en la red de oficinas por falta de personal en la red. «Tenemos que seguir trabajando» indicaba. Al tiempo, aseguraba que se BBVA se opone «a una exigencia desmedida de objetivos comerciales». Respecto a la igualdad, comentaba que el banco está poniendo en marcha medidas diversas, como eliminar sesgos en los procesos de selección o promocionar a un nivel superior a las mujeres. El camino es alcanzar «la paridad e igualdad». Y prometía retomar la negociación para poner en marcha un plan de igualdad este año.