La obligación del maquillaje rebela a las trabajadoras de grandes empresas

La ola de protestas por la obligación de acudir con maquillaje o tacones al trabajo enciende una ola de rebeldía en las grandes empresas españolas

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Una ola de rebeldía recorre las tiendas de moda y las grandes marcas de España. Las trabajadoras han decidido alzarse en contra de los códigos de vestimenta e imagen impuestos por las cadenas de ropa, alimentación y supermercados.

La obligación de ir “discretamente maquilladas” comienza a dejar de verse como un requisito aceptable para ser cuestionado cada vez por más mujeres trabajadoras.

Hace pocos días, una sindicalista de Comisiones Obreras solicitó información a la cadena de comida rápida Rodilla para pedir explicaciones por la exigencia de que las cajeras vayan “discretamente maquilladas” y los hombres “siempre afeitados”.

Sara Durán comenzó a dar la voz de alarma dentro de su propio sindicato, donde algunos compañeros tampoco veían mayor problema en la exigencia empresarial. “Es un tema muy grave porque se trata de una colisión con los derechos a la propia imagen (artículo 18) establecidos en la Constitución”, explica la sindicalista. “Si no hay un motivo sanitario y el problema es de imagen, hay vulneración de los derechos fundamentales”, añade.

Uñas pintadas en Mercadona

En Mercadona, un grupo de trabajadoras de las perfumerías de Madrid se ha quejado de la rigidez de las medidas de maquillaje. “Se me rompen las uñas a capas de tanto pintármelas. Y un jefe me dijo que me pusiera un endurecedor u otro tipo de producto pero me recordó que debía llevarlas siempre pintadas. Y en cuanto al maquillaje, la orden es ir ligeramente maquilladas. Esa es la frase que siempre repiten”, explica una trabajadora de un Mercadona de Madrid.

En las tiendas de Inditex, las chicas siempre deben ir maquilladas y los hombres completamente afeitados. Así lo exige la imagen de la empresa. Además, no se contratan dependientes mayores de 40 años ni gordos, una situación que ha sido denunciada por algunos trabajadores en Galicia.

La barba en la comida rápida

En las cadenas de comida, el uso de barba comienza a plantear también quejas entre los camareros. KFC es una de las cadenas que ha prohibido el uso de barba, según explican los trabajadores. La empresa asegura que la medida se aplica por motivos de higiene, para que ningún pelo caiga en la comida. Pero los sindicatos creen que no se trata de un problema sanitario, sino estético.

Los sindicatos han comenzado a hacer un trabajo de investigación en las grandes empresas del país para formular preguntas que nunca antes habían planteado. ¿La prohibición de llevar barba es un problema sanitario? Hasta ahora, algunas han comenzado a responder. Una de ellas es la cadena de bocadillos Rodilla. La compañía reconoce que es un asunto de “imagen”.

De faldas a pantalones en El Corte Inglés

Hace más de diez años, la presión de las trabajadoras hizo que El Corte Inglés ofreciese la opción a su personal femenino de usar pantalones en lugar de falda. La mayoría hizo el cambio, dado que para una dependienta suele ser más cómodo el pantalón en el trabajo diario. La compañía también se ha abierto a dejar llevar barba a los hombres, algo a lo que también ha accedido recientemente Mercadona. El Corte Inglés explica que se tratan de criterios “razonables” que varían en función de cada departamento y en Mercadona aseguran que «no hay una política concreta sobre el tema».

Los códigos de imagen y vestimenta suelen ser un secreto bien guardado para las compañías. Normalmente se trata de unas condiciones no incorporadas en los contratos colectivos. Pero el creciente malestar comienza a tambalear requisitos que hasta hace poco eran asumidos por la plantilla como normales.

El conflicto también está encendido en Europa. Una secretaria de la consultora PwC llevó su despido al Parlamento por obligarla a usar tacones. El parlamento anunció que estudiará las sanciones para las empresas que impongan códigos de vestimenta discriminatorios.

Derechos fundamentales

En España, los primeros casos sobre conflicto por vestimenta han terminado en los tribunales. Ya la sorpresa es que los jueces comienzan a dar la razón a los trabajadores.

“¿Puede exigírsele a una empleada que acuda maquillada al trabajo?¿Se le puede obligar a un camarero que lleve rasurada la barba?  Cuando con este tipo de prohibiciones o imposiciones en la indumentaria y apariencia se encuentren en juego derechos fundamentales y libertades públicas, debe otorgarse primacía a tales derechos constitucionales”, explica Jesús Cruz Villadón, catedrático de derecho del  trabajo de la Universida de Sevilla en su blog personal.  

Los jueces consideran que la libertad individual está por encima de los códigos de vestimenta de las empresas 

Un juzgado de Madrid anuló el año pasado el manual del empleado de Anovo, una compañía que ofrece servicios técnicos de reparación de móviles a una gran cantidad de marcas. La compañía exigía a los trabajadores no llevar camisetas, blusas o camisas con escote pronunciado, transparencias o pantalones ajustados. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid también avaló la anulación de estas obligaciones.

El mismo tribunal ya se había pronunciado sobre el tema en 2015 cuando anuló la suspensión de una trabajadora de Patrimonio Nacional que se negaba a usar tacones, tal como exigía el código de vestimenta de la institución.

La jurisprudencia avala la libertad de elección de la propia imagen por parte de los trabajadores justo cuando los empleados y sindicatos comienzan una ofensiva contra las condiciones discriminatorias o abusivas. Las empresas, que antes defendían la imagen empresarial, ahora responden con cautela. Cualquier intromisión podría ser declarada inconstitucional.

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