La nueva Caixabank cumple un año en medio de otra amenaza de huelga de la plantilla

La pandemia, el ERE y la integración de oficinas han pasado factura a la plantilla, que pide al banco medidas concretas “para reducir la ansiedad” con la que conviven

Fuente: SECB Caixabank.

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Esta semana se cumple un año de la desaparición de Bankia, que fue absorbida por Caixabank en marzo de 2021. Las dos entidades sumaban en ese momento más de 46.000 trabajadores, hoy, la plantilla se ha reducido un 10%, al igual que el número de oficinas. Pero estas cifras bajarán más, según lo acordado en el ERE. Y aunque estos recortes fueron pactados con los sindicatos, los mismos denuncian que según se van produciendo salidas, los que se quedan asumen más carga de trabajo porque el banco no reduce presión comercial. Por este motivo, no descartan volver a protestar en las calles como hicieron en febrero e incluso ir a huelga, como sucedió el año pasado dos veces.  

A corto plazo, los representantes de los trabajadores tienen el foco en la junta de accionistas que el banco celebra el 8 de abril en Valencia. En la puerta habrá concentración de delegados sindicales, tal y como ocurrió el año pasado para protestar por el despido colectivo. “Protestaremos en la calle y dentro” explican desde CCOO. 

En la misma junta, a través del voto delegado de accionistas, también se espera la intervención de este sindicato además del de UGT o SECB, entre otros. La petición que quieren hacer al presidente, consejero delegado y resto de directivos es que el banco tome medidas concretas “para reducir el estrés y la ansiedad” con el que conviven muchos trabajadores. 

Los trabajadores de Caixabank ya salieron a la calle por este motivo el pasado 22 de febrero, y según los sindicatos unas 8.000 personas en se concentraron frente a las sedes del banco en distintas ciudades del país. No descartan volver a organizar una movilización similar si el banco “no aporta soluciones tangibles” indican. Y es que primero fue la pandemia, luego el ERE y después la integración de oficinas, y al final “todo nos ha pasado factura”, señalan.  

En los primeros días de este mes de marzo dejaron el banco más de 500 empleados acogidos al ERE, que se sumaban a los 4.000 que ya se habían marchado antes. El consejero delegado, Gonzalo Gortázar, ya explicó en la presentación de resultados que el objetivo de Caixabank era cerrar este primer trimestre del año con el 70% de las salidas del Expediente de Regulación de Empleo completadas. Y que el resto, hasta 6.452 salidas, se produjeran durante el resto del año.  

Está previsto que el 1 de abril se materialicen nuevas salidas, elevando el número a 5.719 personas, el 88% del total acordado. Y que en julio se haya completado casi al completo al ERE. Al tiempo se está produciendo la integración de oficinas. En diciembre de 2021 la entidad cerró unas 800 para evitar los solapamientos que se producían por la fusión, especialmente en determinados territorios, como Madrid, Comunidad Valenciana, Baleares, Andalucía o Murcia. Pero se pactó el cierre de 1.500 así que el resto se está ejecutando durante este 2022.  

Desde el inicio de los cierres y más concretamente, desde que se produjo la integración tecnológica, comercial y operativa el pasado mes de noviembre, ha escalado la tensión en la plantilla. Por una parte, porque los trabajadores procedentes de Bankia tenían que adaptarse a trabajar bajo el ‘modelo Caixabank’ y esto “lleva tiempo”, recuerdan. 

Por otra, porque los clientes de la primera entidad también debían a empezar a operar con nuevos canales (cajeros, web, app móvil) y acudían a las sucursales a preguntar. De hecho, los clientes empezaron a protestar y los trabajadores transmitieron estas quejas a la dirección, así que el banco decidió formar un equipo de 1.500 trabajadores para ayudar a los clientes procedentes de Bankia a realizar sus gestiones en oficina y resolver dudas digitales. Esta función se extendería entre enero y julio, según lo anunciado. 

El problema es que estos 1.500 empleados también estaban acogidos al ERE, explican desde SECB, así que van dejando sus puestos de trabajo y el equipo va quedando incompleto. “Más de 1.000 personas decidieron retrasar su salida a abril para ayudar con la digitalización”, pero una vez que salgan el problema sigue existiendo, añaden. Entonces el banco ha decidido cubrir estas bajas con nuevas contrataciones a través de ETT.

Y aquí surge un nuevo inconveniente, apuntan desde el sindicato, algunas personas que llegan a través de ETT no saben cómo funcionan los canales de Caixabank. “Desde el banco dicen que les han dado un curso de formación o trabajaron hace mucho tiempo en la entidad. Pero la realidad es que preguntan cómo funcionan las herramientas y al final, es ralentizar el trabajo del resto del personal”. 

Y con todo este ruido de fondo, el banco que preside José Ignacio Gorigolzarri decide ampliar el horario de caja –entre otras medidas- para cumplir con el protocolo que ha firmado la banca para dar un mejor servicio al colectivo de los mayores y evitar la exclusión financiera.  

«Si incrementas el horario, pero no reduces la carga de trabajo, lo único que haces es sobrecargar a la plantilla”, indican. Una opinión que comparten desde UGT, que más concretamente cree que las medidas que ha ido adoptando Caixabank “son insuficientes” y llegan cuando ya existe el problema.

Según explican, la dirección ha dado instrucciones de racionalizar las reuniones telemáticas ya que eso “limita la capacidad de venta y de prestar un buen servicio al cliente”, pero son medidas que la empresa ha dado a niveles intermedios, porque “no ha llegado al conjunto de la plantilla”. 

Entre tanto, el banco decidió ampliar el número de contrataciones temporales de 1.350 a 1.449 para reforzar también la atención al colectivo ‘senior’. Y ante esta situación, los sindicatos han dado un margen de tiempo a la empresa para ver si hay nuevos movimientos que ayuden a solventar las demandas que llevan haciendo desde hace meses: “menos presiones y objetivos comerciales menos ambiciosos» acompañado de más medios. De lo contrario, aseguran, “elevaremos el tono en nuestras actuaciones y seguirán las concentraciones o medidas de mayor calado”.  

Cristina Hidalgo

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