La letra pequeña de los bazares online atrapa a los usuarios españoles
Las devoluciones imposibles y las facturas sorpresa se esconden detrás del 'boom' de las tiendas chinas electrónicas
El comercio electrónico asiático ha alcanzado magnitudes de primer nivel. El fenómeno va más allá de Aliexpress. Los bazares online que ofrecen productos a precios imbatibles se cuentan por decenas y, aunque aparenten una oportunidad económica para ahorrar en las compras, en algunas ocasiones entrañan una serie de riesgos que el usuario no conoce hasta que se enfrenta a ellos.
Empiezan con la entrada de los productos a España, tras los controles de Aduanas; siguen al llegar a manos del consumidor, cuando el objeto que recibe no es el esperado, y finalizan cuando éste intenta devolverlo o, en el peor de los casos, litigar por ello.
Gearbest, Wish o Geekbuying son solo algunos nombres de estas plataformas que, como prueba de su auge, escalan en las páginas de descargas a mayor velocidad que los hasta ahora reyes del ecommerce, Amazon o Aliexpress.
La principal sorpresa puede llegar cuando el producto termina costando más que lo acordado inicialmente. ¿El motivo? El personal de Aduanas inspecciona el envío y comprueba que el valor en el que se ha tasado el paquete no es real.
Los servicios de Aduanas son incapaces de controlar todos los paquetes que llegan de China
Acto seguido, el envío se bloquea y se contacta con el comprador para que remita el precio verdadero de la compra y así poder deducir el IVA correspondiente (21% para compras entre los 20 y los 150 euros a una tienda y el mismo porcentaje a partir de 45 euros si es una compra entre particulares). Será entonces, cuando el usuario conocerá el precio final del producto y decidirá si en ese caso desea hacerse con él.
La manera en la que algunos de estos paquetes eluden el pago del IVA es sencillo: independientemente de su contenido, llega valorado en 22 euros, el precio mínimo en el que dichos objetos no están sujetos a gravarse con este impuesto.
Esta práctica en muchas ocasiones es efectiva y logra burlar los controles. ¿Por qué? Fuentes cercanas a Hacienda explican que el personal de Aduanas está desbordado por los envíos masivos.
El auge llegaría hasta el punto que la relación entre paquetes registrados y recibidos cada vez sería más pequeña. Desde Correos, entidad que también se encarga de la vigilancia, no dan cifras exactas sobre esta cuestión y se limitan a manifestar que los registros «pueden realizarse tanto en España como en otros países que actúan como primer punto de entrada en la Unión Europea».
Lo que sí queda claro es que todavía no hay capacidad de supervisar todo lo que llega ni tampoco para valorar cuánto se defrauda en cada envío, por lo que el modus operandi termina siendo una lotería en la que se sospecha más de los paquetes de grandes dimensiones.
Cuando lo ves en la web… y cuando lo recibes
Recibir el paquete –aproximadamente después de un mes de espera– y pagar lo acordado no significa que las sorpresas hayan terminado. Queda ver qué se ha recibido. En este sentido, pueden aparecer dos problemas: que lo comprado sea distinto al de la web o que llegue defectuoso.
Miguel Ángel Garrido, miembro del gabinete jurídico de Facua, explica las razones por las que el usuario está menos protegido. “La principal es que estas empresas tienen su domicilio social en China y operan con otra normativa», inicia Garrido, que afirma que las reclamaciones recibidas por los organismos de consumo –también las consultas en foros– crecen a la par que lo hace el negocio.
Las reclamaciones a China son un auténtico quebradero de cabeza para el usuario
“Si nos ponemos a supervisar las condiciones, encontramos que deberían responder ante la legislación del país con el que interactúa (en este caso España)”, explica para añadir que “al ser una empresa que excede el marco europeo, se tienen que estudiar, si existen, los acuerdos de colaboración entre ambos países».
Queda la vía interna de contactar con la propia plataforma a través de su sistema de atención al cliente o sus asistentes virtuales. Pero si todas se agotan, es el momento de interponer una reclamación.
Esto implica un gran inconveniente. “Para el consumidor supone un coste demasiado alto terminar litigando en el país vendedor, sabiendo que tiene muchas posibilidades de que el resultado sea negativo y que, sobre todo, se terminará pagando un precio más elevado que el del propio producto», concluye Garrido.
La garantía recortada
Los mismos motivos provocan que muchos de estos productos –generalmente electrónicos, como móviles o portátiles– no incluyen la misma garantía que en Europa.
Mientras que en España el mínimo legal es de dos años (real decreto legislativo 1/2007), esta cláusula es aproximadamente de un año –Aliexpress llegó incluso a eliminarla durante un tiempo– en los productos que llegan de China.
Así, aunque la empresa tenga almacén en Europa –algo habitual por razones logísticas–, será indiferente si el domicilio que aparece en la factura del producto está más allá de las fronteras comunitarias.