La industria catalana da un espaldarazo a Garamendi y dice ‘sí’ a la reforma laboral

Celsa, Cementos Molins, Ficosa y Miquel y Costes defienden aprobar el texto a pesar de las limitaciones a la flexibilidad impuestas. "No es tan dañina como parecía", aseguran

De izquierda a derecha: Jordi Mercader, director general de Miquel y Costas; Javier Pujol, consejero delegado de Ficosa; Manel Pérez, subdirector de La Vanguardia; Julio Rodríguez, consejero delegado de Cementos Molins y Francesc Rubiralta, consejero delegado de Celsa.

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Algunos de los principales industriales catalanes dieron este lunes su apoyo a la reforma laboral pactada por la CEOE y los sindicatos. A pesar de las repetidas críticas vertidas por Foment del Treball al texto, los principales ejecutivos de Celsa, Miquel y Costas, Cementos Molins y Ficosa aseguraron que votarían al texto, al que solo pusieron una pega: las limitaciones a la flexibilidad en la contratación. La queja es compartida por organizaciones como la patronal de fabricantes de automóviles, encabezada por Seat. 

En un acto celebrado en el barcelonés Círculo Ecuestre, Jordi Mercader, director general de Miquel y Costas; Javier Pujol, consejero delegado de Ficosa; Julio Rodríguez, consejero delegado de Cementos Molins y Francesc Rubiralta, consejero delegado de Celsa, coincidieron en su valoración del nuevo marco laboral: sí con matices. 

«No es tan dañina como parecía en un primer momento», celebró Julio Rodríguez. «Votaría sí mientras no dañe la flexibilidad en la contratación», añadió el dirigente de Cementos Molins. Fue una de las principales críticas que recibió el texto del sector empresarial: no haber abordado de forma correcta el problema de la temporalidad, haberse dado pasos atrás en materia de flexibilidad y la escasez de medidas para recortar el desempleo juvenil. 

En la misma línea se expresó Javier Pujol, de Ficosa. «Sí resuelve el problema de la flexibilidad, digo sí». Opinión compartida también por Francesc Rubiralta. Además, Jordi Mercader pidió que las empresas de trabajo temporal puedan mantener su papel en el tejido empresarial. 

De este modo, la gran industria catalana se posiciona a favor de un pacto por el que Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, fue muy discutido desde Cataluña. En la misma línea parece ir Seat, la industria por antonomasia del territorio. O eso insinuó la pasada semana la vicepresidenta Yolanda Díaz. “Seat ha sido una empresa clave para que se alcanzase el pacto”, dijo tras reunirse con el presidente de la automovilística, Wayne Griffiths

El aparente respaldo de Seat contrasta con la abstención de la patronal Anfac, que hoy preside. La organización empresarial, entonces liderada por José Vicente de los Mozos (Renault) fue muy crítica con los planteamientos de la reforma. Según las fuentes consultadas, la filial de Volkswagen AG fue de las más propensas a dar el sí. Stellantis, por el contrario, era de las más negativas. 

Las palabras de los cuatro industriales catalanes en el Círcullo Ecuestre sirvieron así como contrapeso a las críticas vertidas desde Foment del Treball desde que se cerró el pacto entre CEOE y sindicatos. La patronal catalana se abstuvo en la votación –igual que la madrileña CEIM, Anfac y Asaja— en una suerte de no encubierto. Ahora, las firmas echan un capote desde Cataluña a Antonio Garamendi. 

También Díaz trató de buscar apoyos entre los sectores económicos en su visita relámpago a Cataluña la pasada semana. Más allá de escenificar su buena relación con Seat, se vio las caras con las cúpulas de los sindicatos CCOO y UGT. Su misión principal eso sí era presionar a ERC para que se sumara al pacto.

Foment alzó la voz contra la reforma laboral 

La CEOE tiene así un clavo al que agarrarse cuando se discuta su papel en la negociación de la reforma laboral. Foment del Treball denunció por activa y por pasiva el modo la manera en que se llevó el procedimiento. Durante las conversaciones, Garamendi, presidente de la CEOE, se rodeó de sus ejecutivos afines y del bufete de abogados Cuatrecasas. Los afiliados a la confederación apenas tuvieron peso en la mesa y no tuvieron acceso al texto completo hasta que no se publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Fue otra de las causas del enfado.

Una vez conocido el resultado, Josep Sánchez Llibre, presidente de la institución catalana, lamentó que España había perdido “una oportunidad para modernizar la legislación laboral y adaptarla a la economía del siglo XXI”. Entre sus críticas, no haber abordado de forma correcta el problema de la temporalidad, haberse quedado cortos en materia de flexibilidad y la escasez de medidas para recortar el desempleo juvenil. 

“Hubo discrepancias, puntos de vista diferentes, pero dicho esto, hicimos una abstención responsable y a partir de aquí todos vamos en la misma dirección”, explicó en una entrevista concedida a mediados de enero.  “Las diferencias enriquecen la cohesión interna porque en temas de esta envergadura la unanimidad es imposible. Nos hubiera gustado otra reforma laboral, pero cuando se negocia ya sabes que no conseguirás todos los objetivos”, zanjó 

Carles Huguet

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