La guerra de Ucrania tensiona (todavía más) los márgenes de Mercadona
La inflación ya azotaba los resultados de los supermercados en España en la segunda mitad de 2021. Ahora, la invasión agudiza la subida de precios y amenaza con provocar la escasez de productos como el aceite de girasol y los cereales
Tras un 2020 en el que el coronavirus fue el principal protagonista, Mercadona se topó con la inflación en 2021. La subida generalizada de las materias primas y la energía afectó a un sector acostumbrado a trabajar con márgenes ajustados, más tras la guerra de precios que se desató en los primeros meses del año. Ahora, la invasión de Ucrania provocó que los costes escalasen todavía más.
A Ucrania se la bautizó como el granero de Europa por la dependencia que tiene el Viejo Continente de sus cereales. Casi un tercio del cereal que necesita el país procede del este del continente. Por ello, no será de extrañar una subida de precios en la alimentación que, si se mantiene la tendencia actual, tendrán que asumir tanto los productores como las cadenas de supermercados.
Mercadona no será una excepción de la situación que azota al sector. Las fuentes consultadas aseguran que no está previsto un desabastecimiento masivo eso sí. «Si se resistió el coronavirus, se resistirá la guerra», aseguran. Se podrían repetir eso sí situaciones como las de Navidad, donde hubo escasez de algún producto concreto.
Por el momento, el primer episodio de estanterías vacías se vivió con el aceite de girasol. España importa a Ucrania el 60% del aceite de girasol que compra fuera y varios sectores ya avisaron de que cuentan con stock para apenas tres semanas. Firmas como Carrefour y Eroski dispararon los precios de la botella hasta un 70% y la empresa que preside Juan Roig optó por limitar la compra del producto a cuatro litros por cliente.
Además, a lo largo de la última semana hubo desabastecimiento en algunos puntos de venta debido a la amenaza de huelga de transportistas que, sumado al miedo por la guerra, provocó que varios clientes acudieran a los supermercados a hacer acopio de productos.
Las reacciones a la invasión rusa no se hicieron esperar. Grandes productores como Nestlé cerraron sus fábricas en el país. El gigante alimentario tiene tres plantas en Ucrania, así como multitud de almacenes que permanecen sin actividad desde el jueves por la suspensión de toda la cadena logística.
Siguió el mismo camino Carlsberg, que bajó la persiana a dos plantas de cerveza que tiene en Kiev y Zaporiyia. Y aunque su situación es diferente –no produce en el país–, Henkell Freixenet también bajó la persiana de su oficina comercial de manera temporal, con toda la plantilla haciendo teletrabajo.
Materiales como el aluminio de las latas también se verán afectados. Aunque es un porcentaje pequeño, Coca-Cola Europacific Partners, la embotelladora del popular refresco que preside la española Sol Daurella y que sirve a la Península Ibérica, importa parte del componente desde Ucrania.
Ucrania es un gran productor de trigo y cebada
Los primeros productos golpeados por la inflación serán algunos cereales. De Ucrania importamos en 2020 el 25% del maíz que necesitábamos del exterior, algo menos del 10% de la cebada y del trigo y hasta el 85% del aceite de girasol. Así, el conflicto sí supondrá un golpe evidente a las ya tensionadas cadenas de suministro, que en el último año acumulan una pandemia, el colapso del canal de Suez por el barco Ever Given, la crisis de los microchips o la subida de las materias primas.
No veremos las estanterías vacías, pero sí se da por sentado que los productos en los supermercados serán más caros, tanto por la escalada en las materias primeras como la energía. La tendencia ya existía desde hacía meses y la invasión rusa solamente fue la puntilla a la situación.
No obstante, parece difícil que los productores puedan repercutir todo el alza de precios a los clientes. «Hasta ahora no había sido así», recuerda José Manuel Álvarez, secretario general de la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (ACCOE).
El dirigente señala que el precio del cereal ya escaló un 30% en 2021. Y apenas se notó en el coste final de los productos. Además, añade que la mayor parte de los productos importados se destinan a la producción de piensos para animales, por lo que no es de extrañar que también se reduzcan los márgenes en industrias como la cárnica.