La Generalitat inocula el independentismo en los comerciantes
Retailcat nace impulsada por la consejería de Empresa como lobby a favor del modelo catalán de comercio
Comertia, Cecot, Fundació Barcelona Comerç y Barcelona Oberta presentaron este jueves Retailcat, que definen como una unión de entidades del sector comercial, no una patronal. Tiene unos objetivos muy claros: «Queremos ser una entidad representativa, un referente, y actuar como lobby», explicó su presidente, Joan Carles Calbet, que también preside Comertia.
Las comparaciones son odiosas. Por ello, Calbet aseguró que no tienen «nada que ver» con la Confederació de Comerç de Catalunya (CCC), que presentó concurso de liquidación en septiembre del año pasado con un agujero de cinco millones de euros. «No somos herederos de nadie, no nacemos para ocupar el espacio de nadie ni queremos hacer la competencia a nadie», insistió.
Retailcat se define como una unión de entidades, que mantendrán cada una su personalidad propia, para defender los intereses comunes. Pero «no nace con voluntad de ser una patronal ni con la intención de negociar convenios», aunque en un futuro, no descartan constituirse en patronal, admitió su presidente.
Si no son una patronal, ¿qué son? Un lobby. Ejercer de grupo de presión en defensa del modelo catalán de comercio es uno de sus objetivos declarados. No puede ser de otra manera. Retailcat nace impulsada por un Govern que, perdida la influencia de Miquel Àngel Fraile –ex secretario general de la quebrada CCC–, echa de menos una voz fuerte en el sector que defienda su modelo comercial en los conflictos con el Gobierno.
Fuentes del sector han explicado a Economía Digital que desde el Govern incentivaron la unión de organizaciones cercanas, con el objetivo de crear una organización de mayor tamaño que pueda ser la voz del sector, huérfano de una cabeza visible. Desde la dirección general de Comercio querían un altavoz, alguien que diera la cara por ellos.
Este altavoz no lo encontraron en las entidades de comercio de la órbita de Foment. Por un lado, porque ahora mismo ni siquiera están organizadas –lo están intentando a través de Fepime–. Por el otro, porque las divergencias ideológicas entre el ejecutivo de Carles Puigdemont y la patronal que preside Joaquim Gay de Montellà son insalvables.
Tampoco encontraron esta voz en Pimec Comerç, la organización más importante del sector. Aunque el Govern se ha acercado a Pimec, esta patronal es la más autónoma, la que menos depende del dinero público, por lo que intenta no meterse en política y mantenerse en su espacio de defensa de las pymes. Ni en el Agrupament de Botiguers i Comerciants (ABC), que siempre se ha mantenido independiente y que tampoco depende de las subvenciones.
Con Retailcat todo cuadraba. Al menos dos de las cuatro organizaciones que la forman tienen vínculos evidentes con el Govern y con la antigua Convergència. La directora general de Comertia, Elisabet Vilalta, es prima de Muntsa Vilalta, directora general de Comercio de la Generalitat. Cecot está presidida por Antoni Abad, que fue en las listas de CiU en las elecciones al Congreso en 2004. Además, su presidenta del área de Comercio, Cristina Escudé Ferrusola, es sobrina de Jordi Pujol.