La extraña nómina de los maquinistas del metro de BCN que ni ellos entienden
Los negociadores del nuevo convenio aseguran que el 80% de la plantilla ignora los conceptos de pluses y extras por los que cobran
Cada vez que se encuentran con su nómina a finales de mes se pierden en pluses, cuatrienios y extras. Los trabajadores de la empresa pública Transports Metropolitans de Barcelona, TMB, que gestiona el metro y los autobuses cuentan con pagas extras heredadas desde épocas inmemoriales.
Es el caso del plus de «penosidad» y proviene de épocas en los que trabajar bajo la tierra era sinónimo de precaridad laboral, con un aire de baja calidad y con cierto componente de peligrosidad. Pese a que la realidad laboral es muy diferente, parte de la plantilla de TMB sigue cobrando este concepto que puede suponer unos 50 euros al mes.
Los conceptos
Además de la penosidad, el colectivo también cobra prima de vacaciones, de horario partido, complemento de protección social, del acuerdo de 11/07/05, el plus del festivo trabajado, el de festivo especial, el de Fin de Año, Mercè, Verbena de San Juan, hora nona y gratificación por actuación por descarrilamiento. Los conceptos son confusos y, aunque los cobran, casi nadie los comprende.
«El 80% de los trabajadores del Metro de Barcelona no entiende la nómina. No hemos sabido simplificar los conceptos y todavía existen categorías profesionales que se han extinguido y que permanecen aunque nadie pertenece a ellas», explica Baptista Filanés, portavoz de Comisiones Obreras en el metro de Barcelona.
El salario base
Un maquinista que comience su trabajo en el metro de Barcelona tendrá un salario base de 27.107 euros brutos, pero las extras, los pluses y las gratificaciones suponen, de media, casi 9.000 euros brutos anuales, según los cálculos aportados por la empresa pública TMB.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha asegurado que la media de un trabajador del metro ronda los 33.000 euros brutos anuales. Al desvelar y airear el salario, la alcaldesa tal vez quiso comunicar que los maquinistas están mucho mejor pagados de lo que dicen estar.
Pero el gremio se siente incomprendido. Considera que los sacrificios de trabajar dos domingos al mes y algunos de los festivos no tiene suficiente compensación económica. Por ello, luchan por un aumento salarial del 2%, según sus estimaciones, y del 3% según los cálculos de la empresa. «Tenemos a los medios de comunicación y a la opinión pública en contra porque creen que tal vez cobramos mucho. Pero estamos en contra de un proceso de dumping. Si yo como supuesto privilegiado dejo de luchar, el precario será todavía más precario. En la confrontación, los políticos y nosotros estamos expuestos pero la dirección de la empresa permanece intacta», añade.
La jornada laboral de ocho horas fue instaurada en España después de la huelga de los trabajadores de La Canadiense y los maquinistas barceloneses están convencidos de que, para seguir logrando mejoras, hay que perseverar en el camino de la lucha, se atraviese quien se atraviese, sea la casta directiva o Ada Colau.
La comparación
Y mientras los maquinistas de Barcelona luchan por un aumento del salario, los de Madrid han iniciado las negociaciones para su nuevo convenio colectivo. No piden mejora salarial sino nuevas incorporaciones y una reducción horaria.
Hasta ahora, los maquinistas que dejan un tren al final de una línea deben desplazarse hasta su taquilla sin que ese tiempo sea computado como horario laboral. «Pedimos que ese traslado sea contabilizado como horario laboral», explica Ana María Rodríguez, secretaria de Información y Líneas del Sindicato Colectivo Maquinistas de Metro, la agrupación más representativa en la empresa pública.
Parte de sus reivindicaciones ya han sido recogidas. Madrid incorporará 300 nuevos maquinistas para reducir los tiempos de espera en el metro que se dispararon con los recortes. Quienes comienzan ganarán, sin contar pluses ni extras, 28.903 euros brutos anuales, casi dos mil euros más que en Barcelona.
Las cifras otorgan un salario muy similar en las dos compañías. Los de Madrid hicieron su última huelga contundente en 2012. Después de ganar el pulso ya no reclaman mejoras salariales.