Iberdrola choca en EEUU con la regulación y las medidas proteccionistas de Biden

El sueño americano de Sánchez Galán, por el momento, está siendo menos romántico de lo esperado, y ha pasado de ser un destino idílico a una región con diversas trabas

El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán. EFE/ Ismael Herrero

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Estado Unidos representa uno de los mercados más atractivos en materia de energía. De eso existen pocas dudas. Y, en este sentido, Iberdrola ha puesto el foco de manera cuantiosa a nivel económico. Pero no es menos cierto que, en el camino, se está encontrando con más trabas de las previstas. El atasco en la compra de la energética PNM es un ejemplo, pero no el único. 

La denominada Ley IRA (‘Inflation Reduction Act’) que promulgó la administración Biden el año pasado, y que tenía como objetivo incentivar que los nuevos gastos públicos se encaminen hacia la reducción de emisiones contaminantes, y así catalizar las inversiones privadas y fomentar las inversiones internacionales, era positivo para Iberdrola. 

Pero, finalmente, tras ese maná inversor que se preveía han llegado ciertos problemas. Relacionado con estas normativas proteccionistas, algunas casas de análisis advierten de que el cumplimiento de estas normas supondrá un aumento de costes en las operaciones.  

Asimismo, estiman que los nuevos aranceles a los bienes importados provocarán un aumento en los gastos de capital. Algo que, posteriormente, se verá reflejado en la cuenta de resultados. 

Así, ante estas perspectivas, el mercado bursátil está siendo muy duro con Avangrid, la filial de Iberdrola en Estados Unidos. En concreto, las caídas de la compañía han estado por encima del 10% en el últimos año, muy por encima del 6% de media que ha tenido el sector energéticos en el mercado estadounidense. 

La gran piedra de Iberdrola 

El otro gran problema que ha encontrado Iberdrola en Estados Unidos tiene que ver con la compra de PNM. Una operación que se gestó en octubre de 2020 y que, en estos momentos, no tiene un horizonte cerrado.  

Los diversos rechazos por parte de las autoridades, y los requisitos regulatorios que ha ido encuentrando la operación en el camino, dejan tocado un acuerdo con importantes magnitudes. Y es que es una fusión que suponía un valor de empresa implícito de aproximadamente 8.300 millones de dólares (unos 7.007 millones de euros), considerando una deuda neta más ajustes de aproximadamente 4.000 millones de dólares (unos 3.377 millones de euros). 

La operación supondría la creación de una de las mayores compañías del sector norteamericano, con diez eléctricas reguladas en seis Estados (Nueva York, Connecticut, Maine, Massachusetts, Nuevo México y Texas) y el tercer operador de renovables del país, con una presencia total en 24 estados. 

Pero nada de esto será sencillo. Como recogen algunos medios locales, diversas organizaciones ambientalistas mantendrán su rechazo al proyecto hasta el último momento. Algo que echa leña al fuego con las autoridades regulatorias que deben dar el visto bueno a la operación. 

La posición en EEUU 

En total, entre otras, la inversión de Iberdrola en su cartera ‘offshore’ en Estados Unidos podría superar los 15.000 millones de dólares en los próximos años

Además, el grupo Iberdrola gestiona ocho empresas de servicios públicos en Nueva York, Connecticut, Maine y Massachusetts, que dan servicio a una población de 7 millones de personas, con 3,3 millones de clientes directos.

Raúl Masa

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